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lunes, 27 de septiembre de 2010

La chica de la curva

“La noche ya ha conquistado con toda su oscuridad la carretera. Ha sido un día largo para todos: los niños se han hartado de correr y saltar, de escalar árboles y descender por taludes que su imaginación convertía en inmensos barrancos. Por eso ahora están tan profundamente derrotados. Harán el viaje de vuelta soñando. Mi mujer, dormida también, ha acertado al decidir pasar el domingo en el campo de su compañera de trabajo. Para un urbanita como yo, dejar la ciudad es toda una aventura, y en esta ocasión la excursión ha resultado amena y muy divertida. Además, nuestros anfitriones son unas maravillosas personas. Lo dicho, un día memorable.

El problema lo tengo yo en este momento. Está nublado y, salir de este laberinto de árboles se me antoja complicado. No se ve tres en un burro y para colmo no se por dónde voy. Conduciré despacio y atento hasta que dé con la carretera buena, porque esto no es ni camino…”

¡Epa! ¿Eso qué es? Parece una mujer. ¿Qué hace por aquí, sola, a estas horas de la noche? Igual ha tenido un accidente. Le preguntaré…

- ¿Puedo ayudarte en algo?

-. Si eres tan amable y me acercas hasta el final del camino, es allí donde voy.

-. Mire a ver si cabes bien al lado de los niños. Creo que sus elevadores dejan un hueco en el que te puedes sentar sin problemas

-. Gracias

“Mira que es raro todo esto. El caso es que la muchacha es guapa, pero va hecha un desastre, con esa bata blanca que lleva. He intentado averiguar qué hace por aquí, si le ha ocurrido algo, y sólo me dice que al final del camino está nuestro destino. ¿Qué destino? No aguanto más, o me dice qué ocurre o le tiro de una patada del coche.”

-. Me vas a decir de una vez qué te pasa, quién eres.

-. Gustoso te lo cuento, si ese es tu deseo. Todos me conocen en la zona. Muchos me han acompañado hasta el destino, y otros me han tirado del vehículo asustados, abandonándome a mi suerte. Me conocen como la chica de la curva. En un cruce situado a doscientos metros, hace tiempo me despeñé perdiendo la vida. Ahora vago eternamente comunicando mi mensaje a aquellos que se atreven a recogerme.

“Joder. Me estoy acojonando”.

-.¿Qué mensaje? ¿Qué destino? Mira, voy a parar el coche y te bajas de él corriendo, que no estoy yo para locuras.

-. De acuerdo. Pero he de advertirte. Tres curvas más, donde el camino se estrecha, te encontrarás con el destino. Una huelga general te espera, y como no participes en ella, penarás tu culpa en la otra vida. Ve con cuidado y únete a la movida sindical, o el fin de tus días será trágico. Si no lo haces, la tierra se abrirá y el infierno devorará tu maldad. Que no sea porque no te lo avisé…

“Ya se ha bajado del coche. Menudo discurso me ha soltado sobre la reforma laboral y las desigualdades sociales. ¿Será posible? ¡Pues no llevaba en el pecho una chapa de UGT, el espectro de las narices! Ya me había contado mi cuñado que el otro día el hombre del saco le colocó dos folletos informativos de CCOO y yo no me lo creía. “

sábado, 25 de septiembre de 2010

UGT y CCOO cambian el discurso

Se acerca, está ahí, el miércoles 29 el Armagedón sindical se apoderará del territorio nacional. El sentimiento de lucha, la rebelión racional y justificada de los oprimidos invadirá el alma de los españoles y se manifestará grandiosa e inmensa la fuerza de la conciencia social. La reforma laboral no podrá resistir el empuje de la oposición y se derrumbará, obligando al torpe legislador a modificar su postura. La derecha, los empresarios y la prensa manipuladora, auténticos artífices de la crisis económica y de la ruina que asola el país, huirán despavoridos por el poderoso exorcismo efectuado por Méndez y Fernández Toxo, y se retirarán asustados al averno, abandonando así la el cuerpo de Zapatero. Éste, liberado de la posesión del maligno, reconducirá las naves del Estado hacia el pleno empleo y el bienestar, recobrando para sí mismo carisma e independencia. De película de Jaimito, pero es lo que hay. Los últimos mensajes de las formaciones convocantes van es esta dirección.
Las iras se dirigen últimamente contra la prensa que desprestigia a los sindicatos y sus sindicalistas, santos varones liberados que se desloman por todos los trabajadores. Hay que asesinar al mensajero que ha osado reflejar en sus informaciones opiniones y sentimientos de algunos españoles sobre aquellos que se dedican a sindicar. Los otros culpables del desaguisado social y económico son los partidos y sindicatos de derecha (¿?) y las empresas del tamaño que sea, que lo mismo da pues son todos hijos de Satanás. Vienen a decir que el que no participe en la movilización o, simplemente, se muestre crítico con ella, es un enemigo de la libertad, la igualdad y los derechos de los trabajadores, la reencarnación de Hitler. Porque, por supuesto, el gobierno, irónicamente socialista, obrero y español, está libre de pecado: todo lo mal ejecutado ha sido forzado por circunstancias y una conspiración judeo-masónica-facha-católica-empresarial-periodística-mundial contra el rey del talante. Una vez Belcebú expulsado, Zapatero será el de antes, el de las generosas subvenciones, amigo de sus amigos. Insisto: una jaimitada. Una bufonada en la que están obviando, quién sabe si premeditadamente, que si la huelga es un derecho, el trabajo también. Habrá que ver si se respetan ambos o, como ocurrió en Barcelona y los cercanías, se les escapa el tema de las manos.
¡Ah! Para que nadie dude. Reniego de la reforma laboral, de los recortes sociales, del asalto a las pensiones y los salarios de los funcionarios, de la política económica del gobierno, de su política exterior, del mismo Zapatero y sus acólitos, encarnaciones de la ineptitud. Pero, también reniego de los sindicatos que se encamaron con el poder y permitieron gustosos el atraco. Los mismos que ahora hablan de luchar…

jueves, 23 de septiembre de 2010

Aguirre y los sindicatos

Setenta millones de euros son muchos millones. Éste es el ahorro calculado por Esperanza Aguirre si consigue reducir el número de liberados sindicales y/o el crédito de horas del que gozan los mismos: al reincorporarse a su puesto de trabajo desaparecerían aquéllos que ahora desempeñan sus funciones y el liberado cobraría por los conceptos por los cuales tiene la condición de empleado público, y no por su labor dentro de su sindicato. Setenta millones de razones para enfrentarse con los representantes de los trabajadores, a los que la Ley Orgánica de Libertad Sindical reconoce en su articulado una serie de derechos en el desempeño de sus funciones como sindicalista. Pero también están los Convenios, y por ahí es por dónde se les va a atacar.

Los funcionarios no están bien considerados por la opinión pública de este país. Se les sataniza, se les acusa de vagos y ociosos vividores que se limitan a vegetar en puestos de trabajo absurdos e innecesarios. Craso error la generalización. En sanidad, educación, fuerzas de seguridad, servicios sociales, infraestructuras, medio ambiente, etc. hay mucha gente que desarrolla un trabajo impecable y, en la mayoría de los casos, mal pagado. Claro que también están los que no sirven para nada, los que pelearon por una oposición, consiguieron ganarla y una vez en el sitio, se tumbaron a dormir y así hasta hoy.

Muchos son los que catalogan así a los representantes sindicales, imprescindibles en el mantenimiento de derechos del trabajador, pero excesivos sin duda en número y horas, y caros, muy caros de mantener para las administraciones. El sindicato es necesario como escudo protector y como generador de progreso, igualdad y libertad, pero su precio es muy elevado si sumamos a lo que reciben directamente de las cuentas del Estado lo que debe invertirse en cubrir los huecos que se generan. Hay que reducir y racionalizar el gasto público, y en la Comunidad de Madrid van a empezar con ellos. Si es cierto que con la décima parte se pueden proteger con efectividad los derechos de los trabajadores, no es un mal camino a seguir. Aunque me da en la nariz que se va a liar parda.

sábado, 18 de septiembre de 2010

Renovar los sindicatos

He renegado toda mi vida de los políticos y la vida me ha dado la razón. Mi inteligencia y los hechos me arrastran a la conclusión inevitable de que hoy en día son el problema, el auténtico cáncer de nuestra sociedad. Siento utilizar este doloroso símil, pero es lo más parecido a la brutal realidad que nos domina. Son gente corriente, vulgares ejemplos de seres humanos que están dispuestos a prostituir vida y principios, el que los haya tenido, por garantizarse el pan y el futuro, pasando como un huracán por encima de todo. Y los que más duele, lo verdaderamente lacerante, es el comportamiento de los sindicalistas, hijos pequeños de la Política con mayúsculas, que han traicionado luchas, años y sangre derramada por hombres y mujeres que pelearon, en ocasiones hasta la muerte, por la igualdad, la justicia, la solidaridad y, quizás lo más grande, la dignidad.
Demagogia barata, ¿verdad? Frases que no conducen a nada y que buscan provocar reacciones en aquél que acceda a ellas. Palabrería de un desgraciado que no sabe qué más le falta por decir. Sentimientos que no sé si verán la luz, si alguien los leerá, si alguna persona llegará a intentar comprenderlos. Pero, permitirme el descaro, esto me importa muy poco. Con expresarme me basta y sobra. Y voy a usar lo único que nadie me puede arrebatar, mi libertad, para decir con responsabilidad y conocimiento, que estoy harto, cansado y asqueado de aquellos que dicen representarme y defender mis derechos. Soy un trabajador del montón, sé muy bien lo que significa empresa y asalariado, conozco hasta los intestinos las relaciones entre sistema y productores y nadie me puede engañar en lo referente a mis derechos y obligaciones. Y los de arriba, los que hay hoy en la cúpula, no valen ni el aire que respiran.
Se aproxima una huelga general, se huele la movida. Los que antes complacían y se encamaban con descaro con el poder, se muestran ahora como salvadores de la patria. Basura. Hay que terminar con ellos, pues son responsables, socios y compinches del inútil que nos ha arrastrado a la ruina. Hay que reemplazarles, ya que han demostrado que no sirven. La pelea continúa y continuará, y urge sustituirles por compañeros y compañeras válidos que eliminen al sindicalista liberado y aprovechado, vago por vocación y devoción, que se limita a vegetar y barrer para su beneficio.
Los representantes nacionales de UGT y CCOO, y la gran mayoría de los regionales y locales, han demostrado con sus actos su ineptitud y su traición. Es hora de alternativas, de cambios, de aferrarse a la realidad y de encontrar alguien que pelee por y con nosotros. ¿Dónde? CSIF, USO, STA, etc. son siglas aún sin adulterar, cualquiera puede valer siempre y cuando la integridad sea su bandera. Es hora de que actuemos. O nos renovamos, o morimos. No lo dudéis.