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sábado, 18 de septiembre de 2010

Renovar los sindicatos

He renegado toda mi vida de los políticos y la vida me ha dado la razón. Mi inteligencia y los hechos me arrastran a la conclusión inevitable de que hoy en día son el problema, el auténtico cáncer de nuestra sociedad. Siento utilizar este doloroso símil, pero es lo más parecido a la brutal realidad que nos domina. Son gente corriente, vulgares ejemplos de seres humanos que están dispuestos a prostituir vida y principios, el que los haya tenido, por garantizarse el pan y el futuro, pasando como un huracán por encima de todo. Y los que más duele, lo verdaderamente lacerante, es el comportamiento de los sindicalistas, hijos pequeños de la Política con mayúsculas, que han traicionado luchas, años y sangre derramada por hombres y mujeres que pelearon, en ocasiones hasta la muerte, por la igualdad, la justicia, la solidaridad y, quizás lo más grande, la dignidad.
Demagogia barata, ¿verdad? Frases que no conducen a nada y que buscan provocar reacciones en aquél que acceda a ellas. Palabrería de un desgraciado que no sabe qué más le falta por decir. Sentimientos que no sé si verán la luz, si alguien los leerá, si alguna persona llegará a intentar comprenderlos. Pero, permitirme el descaro, esto me importa muy poco. Con expresarme me basta y sobra. Y voy a usar lo único que nadie me puede arrebatar, mi libertad, para decir con responsabilidad y conocimiento, que estoy harto, cansado y asqueado de aquellos que dicen representarme y defender mis derechos. Soy un trabajador del montón, sé muy bien lo que significa empresa y asalariado, conozco hasta los intestinos las relaciones entre sistema y productores y nadie me puede engañar en lo referente a mis derechos y obligaciones. Y los de arriba, los que hay hoy en la cúpula, no valen ni el aire que respiran.
Se aproxima una huelga general, se huele la movida. Los que antes complacían y se encamaban con descaro con el poder, se muestran ahora como salvadores de la patria. Basura. Hay que terminar con ellos, pues son responsables, socios y compinches del inútil que nos ha arrastrado a la ruina. Hay que reemplazarles, ya que han demostrado que no sirven. La pelea continúa y continuará, y urge sustituirles por compañeros y compañeras válidos que eliminen al sindicalista liberado y aprovechado, vago por vocación y devoción, que se limita a vegetar y barrer para su beneficio.
Los representantes nacionales de UGT y CCOO, y la gran mayoría de los regionales y locales, han demostrado con sus actos su ineptitud y su traición. Es hora de alternativas, de cambios, de aferrarse a la realidad y de encontrar alguien que pelee por y con nosotros. ¿Dónde? CSIF, USO, STA, etc. son siglas aún sin adulterar, cualquiera puede valer siempre y cuando la integridad sea su bandera. Es hora de que actuemos. O nos renovamos, o morimos. No lo dudéis.