Elena, quédate en tu casa

“Elena Martín entra en tu casa”. Ahora es cuando empieza mi duda de siempre, dónde termina mi libertad y dónde comienza la de los partidos políticos. Porque paralelas no se mueven. Si fueran juntas, no tendría que llenar la papelera con mentiras subvencionadas. A saber. ¿Qué tengo que hacer para que no llegue publicidad del PSOE a mi buzón? De igual forma que ellos tienen derecho para informar libremente, yo lo tengo para exigir que ningún panfleto proveniente de Martín, Alarte y compañía penetre en mi casa. Lo digo de corazón, con el más noble de los sentimientos, pretendo que no se gasten mi dinero inútilmente. Deseo que este correo basura se lo ahorre el PSPV, que no se funda parte de mis impuestos en hacerse querer (son 34 millones los euros que reciben los socialistas como subvención). Ya que les he pagado los cartelitos de las naranjas, no me apetece continuar soportándoles. Que me ofrezcan programa y que se dejen de tonterías. Y si de esto no tienen, que se olviden de mí, que no quiero saber más de ellos. Ya sufro bastante la política económica nacional del PSOE como para encima tener que aguantar las estupideces locales.
En resumen, no me importa que me llamen facha, pepero o lo que les dé la gana, pero solicito que me dejen en paz, que se olviden de mí y de los míos para siempre, que bastante daño nos han hecho y nos están haciendo. No les quiero ensuciando mi buzón, no les quiero invadiendo mi intimidad, no les quiero ver ni en pintura. De igual manera que cambio de canal o de emisora cuando salta a escena algún titiritero de éstos, del mismo modo que elimino el correo electrónico que no deseo recibir, necesito que alguien me diga el mecanismo para evitar que estos vendedores de humo me tomen el pelo usando, para colmo, mi propio dinero. Y si este mecanismo no existe, habrá que inventarlo. No me queda ya paciencia para ellos.

Naranjito, naranjón, Alarte campeón

Luego dirán que la historia no es cíclica. Tantos años como 29 hemos retrocedido en el tiempo, retornando a un pasado de gloria y pajaritos, por allí y por allá. Me siento joven y dichoso, Naranjito ha vuelto a mi vida avasallador y poderoso. Aquella mascota infumable del Mundial de fútbol de España de 1.982 ha irrumpido por arte y magia de la campaña electoral encarnado en el gran, en el sabio, en el increíble iluminado Jorge Alarte. Presto y dispuesto a luchar contra la maldad corrupta de Zruspa ( imagínome que el cítrico socialista verá en Camps al malo maloso) y sus esbirros, los Cocos (que no se sientan aludidos los de CCOO, que por ahí no van los tiros), empieza el mandarino, chino, chino, chino filipino, su andadura. Contra viento y marea, peleando contra las adversidades, escondiendo las siglas por vergüenza y vetando a un jefe que sólo resta votos, el agrio político, o político agrio, sueña con alzarse triunfador en la contienda. Y como solo no puede andar, Clementina, ¡oh my darling, oh Martín!, y el estelar Citronio, citroniero, cascabelero se unen inseparables a la hazaña acometida. La santísima trinidad de la huerta valenciana (dos madriles la componen) preparada para la contienda. Juntos, pomelo y madroños, expulsarán de nuestra sagrada tierra a los usurpadores.
Ahora bien, no obliga a nadie, te ofrece su sabroso zumo, el del empleo, la formación, la democracia y la pluralidad. Lo dice y se lo cree. Bueno, pretende que alguien se lo crea, que no es lo mismo. Tres naranjas para vender acidez y fracaso, desde la cobardía de ocultar el partido del que viene y ante la certeza de que Zapatero es la mosca de la fruta. Tres piezas para animar el cotarro. Sin programa, ni proyectos, ni soluciones; no importa. Aquí se trata de divertir y para eso, el dinero para invertir en chorradas parece sobrar en las filas del…del…del…¿PSOE o PSPV?
Me da a mí que Alarte, para no variar, se la va a meter de frente y sin frenos. Me da a mí que bastantes de los suyos están esperando el leñazo del Naranjito para desgajarlo, exprimirlo y no dejarle ni la pulpa en los calzones. Y me da a mí que le tocará ponerse a currar después del 22 de mayo, que es naranjo borde y no hay garganta propia o rival que le soporte ya.