sábado, 21 de septiembre de 2013

Ángela Merkel y el Cuarto Reich

Angelita sacó su fusil. Vía elecciones, Mein Fuhrer Merkel quiere más dosis de poltrona, gobernar Alemania para hacerla más fuerte, que en Europa se le respete y se le tema. Para esta reencarnación del genocida del bigotillo, sólo los que tengan en su sangre  Jägermeister de primera o puedan demostrar su aria condición son dignos, Platón empezó con el tema, de conducir correctamente  Europa y a los europeos, incluso a los latinos y demás gente de mal vivir. Los miserables del sur, esos bastardos españoles, italianos y griegos, esos morenos con la sangre adulterada por la mezcla antinatura de razas, esa combinación de tinto, sol y mediterráneo vivir, moradores de los lupanares donde los hijos de la gran Alemania vomitan y desahogan sus esfínteres no merecen ni las sobras de las sobras del chucrut que los gorrinos de las granjas bávaras desprecian por incomible.
La jefa quiere más, con la grasa fabricar jabón y con la placenta medicamentos eficaces contra el vello labial. Saca pecho, no sé si el izquierdo o el derecho, los dos acojonan, con el dato de empleo récord que disfrutan en su tierra. Todos curran y los empresarios del teutón dominio se forran con esa nueva mano de obra tan barata y preparada, vente a Alemania, Pepito, con el título bajo el brazo, que ya te exploto yo aquí, español y joven con ganas de aventura, Mato dixit. El resto, los que nos quedamos en la agonizante patria, ajo y agua.
Somos rematadamente imbéciles. Nos hemos dejado engañar, seguimos permitiendo la estafa y pagamos la fiesta que se están corriendo los que controlan el sistema. La Unión Europea es un timo, los políticos han prostituido España hasta convertirla en una meretriz de real y medio y no tenemos a nadie capaz ni con ganas de arrancarse un arrebato y mandar a los cobardes que nos gobiernan, a los inútiles que opositan de coña en nuestro país, a esta señora alemana y su corte de fascistas exterminadores y a los parásitos de la Comisión Europea a la letrina dónde deberían descansar y perecer.
Así que, preparados, listos, ya. No está lejano el día en el que a los españoles se  nos obligue a desfilar a paso de ganso ante la bandera del Cuarto Reich. Día glorioso en el que no todos podrán cumplir el imperativo mandato, que algunos hay que, salvo que en este viaje le pongan un muelle en la cadera, no podrán levantar el pie más alto que un reclinatorio real. Cuando el advenimiento se produzca y el fascismo alemán devore lo que quede de nosotros, el que escribe y suscribe este autárquico alegato que tú estás leyendo, se tirará al monte con lo que arrastra y, aunque sea a pedradas, defenderá hasta la muerte su castillo. Te invito a que te vengas conmigo.
Y, para que no haya duda, el que me tache de germanófobo, acierta del todo. Si el alemán me odia, ¿por qué tengo yo que respetarle? No me gusta el yugo, no me hace juego con los calzones ni con lo que éstos cubren.