miércoles, 22 de mayo de 2013

Recorte en el sueldo de los funcionarios


Qué viene, qué viene. El Ministerio de Hacienda ha emitido un comunicado en el que quiere dejar claro que  el anteproyecto de Ley de Reforma de Racionalización y la Sostenibilidad de la Administración Local no incluye ningún recorte del sueldo de los funcionarios de las corporaciones locales. Como diría aquél, la cagamos, Barrimore.

En esta vorágine lingüística de bautizar los atropellos y la extirpación traumática de derechos con palabras y términos de complicada interpretación (práctica habitual de un Gobierno que miente cada vez que habla), Cristóbal Montoro nos ofrece una nueva versión escrita del cómo decir que te voy a crujir, pardal, sin que lo parezca ni de lejos. Qué no te enteras, funcionario de mierda, que no te vamos a tocar el salario, no. Tan sólo fijaremos unos “topes salariales” para cada grupo de pertenencia, de forma y manera que, aunque tu sueldo base y el del 70 % por ciento de los empleados públicos del país está por debajo del salario mínimo interprofesional, el resto que cobras hasta los mil euros que levantas todos los meses, pues como que no, que es una indecencia, que hay que ahorrarse esos cuartos. Mi tesoro. Para echarse a temblar.

Pero ahí no acaba la cosa. El ministro esgrime que, para que España vuelva a ser Jauja y no el suburbio alemán que realmente es, hay que introducir la cultura de la evaluación de los servicios a través de la inclusión del concepto de “coste estándar”. Si el servicio público que se ofrece cuesta más de lo estimado como admisible, va a ser que te lo retiro para que lo haga otro. Y si encima resulta que ya existe ese otro que lo está haciendo, como no quiero duplicidades, me lo cepillo de igual manera. Bien, creo que en este punto estamos todos de acuerdo, es una medida como poco lógica. Pero aquí es donde a mí me asalta una pequeña duda. A saber.

Por ejemplo, si en un departamento de una Diputación hay funcionarios que ocupan un puesto de trabajo tras aprobar una oposición realizada en condiciones de igualdad, mérito y capacidad, y que lo desempeñan con profesionalidad e imparcialidad, qué carajo pintan un diputado y un asesor al frente de dicho departamento. Entonces, en estricta aplicación de las tesis de Montoro y visto lo que diputado y asesor ganan al mes, aquí el coste del servicio se sale de madre y padre y la duplicidad es más que evidente. En consecuencia, con la nueva política de costes estándar más un ápice de sentido común, los primeros que sobran en el sistema son ellos, ¿no? Pues ahora, esto que escribo de una Diputación, lo colocamos en cualquier administración local, autonómica o del Estado y, vaya por Dios, nos encontramos con el verdadero agujero negro (y todo esto sin nombrar al Senado). Duérmete niño, duérmete ya, o el coco Montoro te comerá.

Y ésta es mi duda de antes y aprovecho la tribuna para darle el oportuno traslado. Amigo Cristóbal. Dime, hombre de dios, ¿prescindirás de éstos que te nombro o, como es de suponer, le bajarás el sueldo a los empleados públicos para que a los de la cuerda política no les falte teta de la que agarrarse y chupar? Porque me da a mí que, por no variar la costumbre, pagarán vuestros platos rotos los que no tienen parte ni culpa en el destrozo mientras vosotros, únicos causantes de la ruina, seguiréis perpetuando el abuso. Ya os vale.

lunes, 13 de mayo de 2013

El rey ya hace footing


Es que hay que ver cómo somos, estamos a la que salta. Me pregunta Juan, mi vecino, que tiene una bandera republicana colgando en el balcón, que si era verdad que el rey Juan Carlos había salido pitando de España como hiciera su abuelo, con destino a Marsella vía Cartagena. “He oído que el rey ha salido corriendo del país. ¿Tú crees que será verdad?...” Y estaba contento, el hombre. Diría que hasta le asomaban las lágrimas.
Y me ha tocado bajarle del burro. “Pues va a ser que no, amigo mío. La noticia no es así. Lo que publican los medios es que el rey, campechano entre los campechanos, les ha gastado una chanza a los periodistas y les ha dicho que algún día lo veríamos corriendo por ahí, que no es lo mismo aunque se parezca. Y ahora, si quieres, me cuentas que no te extraña, que así cualquiera, que el monarca, aunque lleva más chapas y remaches que la Mir, se jala las millas más rápido que Ben Johnson celebrando la Nochevieja en Cali. Y, si así te relajas, me gastas la coña de que si le ponen un tirachinas en las manos y le sueltan un elefante, se sube el Angliru en triciclo. O que si le cruzan por delante a la  Zu Sayn-Wittgenstein en tanga, abanicos de colores parecen sus patas. Juan, lo que te apetezca, menos echarte a llorar, hombre, que no pasa nada, que todo se andará…”
Y es lo que ocurre. Que alguno hay por este mundo cruel que lee o escucha lo que quiere y no lo que es, luego se hace ilusiones y después, otra vez en la cruda realidad, se da cuenta de que nada cambia ni cambiará jamás al sur de los Pirineos.

jueves, 9 de mayo de 2013

Carlos Fabra y un amargo pepino


Afirma Carlos Fabra que el New York Times se la trae al pairo. Y lo dice de corazón, no miente el jefe del Scalextric de Castellón. A este señor se la trae floja el Times, la Biblia, el código civil, la Constitución y el libro gordo de Petete. Le importa un carajo todo y todos, que se jodan, como vocearía su amada hija.  Con que no se le caguen los estorninos en la estatua de la entrada va sobrado. Nos hallamos ante un gran hombre.
Un gran señor que aporta la imagen que tenemos los españoles allende nuestras fronteras. Enseñas una fotografía de esta reencarnación de Capone, cuentas un par de nimiedades, como lo de la ex alcaldesa de la Muela, los eres andaluces, la gürtel, la vida y milagros de Bárcenas, las aventuras de mango lo que sea Undargarín y otras más, y llegan los americanos, las ven en los papeles y alucinan. Ellos, que son capaces de arrasar un estado en tres minutos, flipan con la consentida corrupción que ha asolado y destruido España, con que en este país los chorizos de dos patas se paseen a miles por la calle, con total impunidad y colosal falta de vergüenza, sin que la humana justicia haga caer sobre ellos el peso equilibrado de las leyes.
Y los yanquis tienen razón. Porque no se puede confiar en el que no actúa con corrección, porque ya te hartas de contemplar cómo la aplicación de la legalidad no es la misma para todos, porque el que legisla es un tramposo y porque el que tiene que velar por ti se pliega ante el color de la sangre y el peso político y económico.
Y no sigo, que no me sienta bien coger estos globos, ya me he hecho muy mayor y, además, tengo un problema. Soy español, estoy muy orgulloso de serlo y moriré en esta condición. Pero me han robado mi España, esta España no es la mía, esta España es un fraude mayúsculo, un gran timo, una falsificación con la que no me identifico. Mi España es una España valiente, una que no tolera los abusos, que lucha unida contra el estafador, que aparta al mentiroso y castiga al corrupto. Una España que a buen seguro  aún debe de existir, oculta y encogida en muchos corazones. Una España que no entiende de clases, solidaria y firme, una España que respondería rápida ante todas estas agresiones, una España que sabría ser justa. Ésa es mi España…
La busco pero no la encuentro. No sé, igual toca reinventarla. Hasta entonces, mientras me seco las lágrimas, afilo los cuchillos y digo una cosita con todo el cariño del mundo al señor Fabra y a los muchos que son como él. Que os den bien dado por donde amargan los pepinos amargos. Al fin y a la postre, vosotros sois los traidores que habéis secuestrado a mi España. Y quiero que me la devolváis, mangantes, que puede que todavía esté viva…

martes, 7 de mayo de 2013

Infanta, imputada y suspendida


Venga. A ver si continúo haciendo amigos. Llevo un buen rato dándole vueltas al tema y no encuentro las palabras precisas para definir cómo me siento sin meter la pata hasta el fondo. Por mucho que intento evitarlo no se me ocurre forma políticamente correcta para expresar cuál es mi estado de ánimo. Así que, muy a pesar mío, no me puedo resistir y ahí voy, que me perdone el espíritu de Felipe V y ya de paso todos los borbones habidos y por haber hasta el apocalipsis final. La justicia en este país es una soberana mierda…¡Uy!...Creo que me he pasado….
Infanta, imputada, borbona, desimputada, duquesa, suspendida, inocente, ausente, culpable, espabilada, tonta, muy lista…Quién sabe qué será, será. Lo único asquerosamente tangible es que la hija del rey es más que es resto de los españoles porque así lo dice su apellido y que nada existe en España por encima de la estirpe en el poder desde noviembre del 1700. Y esto no me lo puede negar ni el que asó la manteca. En consecuencia, y ante esta evidencia y otras más, no me cabe otra conclusión que la anteriormente expuesta. Esta justicia es una enorme mentira, una tuerta que ve lo que quiere y que se pasa por el forro la igualdad.
Dicho esto y ante lo que pueda pasarme por mentar a los intocables, decir que escribo estas líneas bajo los efectos de cuarto y mitad de ansiolíticos y siete cubatas…¿Ah?...¿Qué eso ya no es atenuante?...Pues entonces, una banda de kosovares me ha obligado amenazándome con un cutter de los chinos…Ya, no cuela…Ahí va otra…El fantasma de mi abuelo, carlista de pro, me ha poseído y ha sido él, ha sido él…Tampoco…A ver ésta…Se me ha muerto el galápago y la depresión me ha vencido, que una mala tarde la tiene cualquiera…
Bueeeeeno, qué remedio, tendré que asumir mis palabras y afirmarme en que, tal y como ya he escrito, en España eso que algunos cachondos llaman justicia es una colosal montaña de guano en la que estamos enterrados casi todos. E insisto en lo de casi todos, que los de siempre no sólo están al margen sino que, desde su mundo, nos miran y se descojonan. Es lo que hay. 

jueves, 2 de mayo de 2013

La canción de la ovejita


Me gusta cuando bala la ovejita, BEEEE. Y cuando le contesta el corderito, BAAAA. Éste es el hit parade al que se agarra la banda del púlpito, esa reata de músicos malos, zambomberos y rascadores de botellas de anís. Vamos, que una Milschafe indica el camino y los borregos bailan el compás. Y no es que me haya dado un ataque ovino ni que me haya tragado cinco capítulos de Heidi. Es que escuchado y leído lo último en la lista de grandes éxitos, es lo que me parece.
Por el lado grande, por lo macro. Mein Führer Ángela, hay que ver qué mal me caes, cacho carne, entona el balido y nuestro pusilánime y cobarde carnero, con sus cuernos enrollados, obedece. Mariano, estruja, que viene la bruja subida a su tren. El pueblo español es ocioso y además tonto, muy tonto. Y ahí va el presidente, encogiendo el escroto y loando a la invasora, sin valor ni espíritu para atacar la crisis de frente y crecer. Digo yo que quién quiere capitanes con frenazos en los calzones. Pero lo ario es lo que se lleva.
Ahora la vertiente doméstica. Esperanza, que oye un cencerro y piensa que es la filarmónica, nos muestra el camino de la salvación.  Le gustan las fiestas del lugar, los cohetes que al subir hacen fiiuu, hacen PUM, y hacen PAM. Y los demás a ella plin, a ella plin los demás. Y para hacerle los coros al futuro del PP, cómo no, González Pons, ejerciendo de cordero con espolones. Hay que auparse al carro de la próxima jefa, un transporte goloso desde el que descargar la impotencia propia en los empleados públicos. Lo fácil. De todo menos gónadas para atreverse con el chollo político. Prohibido decapitar a la bestia, lo suyo es recortar la falda hasta que asome Cuenca. Y cuando no queden flecos, a seccionar el maniquí por los tobillos.
Y en el mientras tanto, a falta de moruecos que la metan bien, los españoles a abrir la boca como un caimán mellado, que el sable es mandoble y tenemos que digerirlo. La ovejita se ha roto una pata, que lata, que lata, que no puede andar. Menos mal que aún quedan pijos y millonarios para gastarse los dineros de los que ya no dispone la extinta clase media, requiescat in pacem. O, mejor que eso. Los niños y niñas se pueden entretener con abdicaciones, entronizaciones y saraos paralelos, para lelos. Existe un mundo de ilusión y fantasía, de reyes y princesas, de nobles y aristócratas al que nunca, nunca jamás seremos invitados los gilipollas que lo estamos sufragando tiempo ha. Viva la edad media. Viva la monarquía.
Pues ante todo esto, que no me pidan paciencia, que se me ha terminado. Vuelva usted mañana. O no vuelva, que lo mismo da.