martes, 7 de mayo de 2013

Infanta, imputada y suspendida


Venga. A ver si continúo haciendo amigos. Llevo un buen rato dándole vueltas al tema y no encuentro las palabras precisas para definir cómo me siento sin meter la pata hasta el fondo. Por mucho que intento evitarlo no se me ocurre forma políticamente correcta para expresar cuál es mi estado de ánimo. Así que, muy a pesar mío, no me puedo resistir y ahí voy, que me perdone el espíritu de Felipe V y ya de paso todos los borbones habidos y por haber hasta el apocalipsis final. La justicia en este país es una soberana mierda…¡Uy!...Creo que me he pasado….
Infanta, imputada, borbona, desimputada, duquesa, suspendida, inocente, ausente, culpable, espabilada, tonta, muy lista…Quién sabe qué será, será. Lo único asquerosamente tangible es que la hija del rey es más que es resto de los españoles porque así lo dice su apellido y que nada existe en España por encima de la estirpe en el poder desde noviembre del 1700. Y esto no me lo puede negar ni el que asó la manteca. En consecuencia, y ante esta evidencia y otras más, no me cabe otra conclusión que la anteriormente expuesta. Esta justicia es una enorme mentira, una tuerta que ve lo que quiere y que se pasa por el forro la igualdad.
Dicho esto y ante lo que pueda pasarme por mentar a los intocables, decir que escribo estas líneas bajo los efectos de cuarto y mitad de ansiolíticos y siete cubatas…¿Ah?...¿Qué eso ya no es atenuante?...Pues entonces, una banda de kosovares me ha obligado amenazándome con un cutter de los chinos…Ya, no cuela…Ahí va otra…El fantasma de mi abuelo, carlista de pro, me ha poseído y ha sido él, ha sido él…Tampoco…A ver ésta…Se me ha muerto el galápago y la depresión me ha vencido, que una mala tarde la tiene cualquiera…
Bueeeeeno, qué remedio, tendré que asumir mis palabras y afirmarme en que, tal y como ya he escrito, en España eso que algunos cachondos llaman justicia es una colosal montaña de guano en la que estamos enterrados casi todos. E insisto en lo de casi todos, que los de siempre no sólo están al margen sino que, desde su mundo, nos miran y se descojonan. Es lo que hay. 

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