viernes, 9 de noviembre de 2012

Banqueros de mierda


De entrada y por ser cortés, desearía pedir disculpas por el exabrupto. Si se puede considerar como tal, porque a servidor se le antojan más groseros términos como prima de riesgo y Banco Europeo, más obscenas la austeridad y la Unión Europea, más insolentes la casta política y la dedocracia patrias, y mucho, pero que muchísimo más vomitivas la usura financiera y la especulación bancaria. Dicho esto y una vez cumplida la máxima plebeya de “si no tienes otro remedio, sé más educado que el hijo de mil padres que te está tangando en la cara”, procedo, una vez disculpado y dado que así me parece y me apetece, a detallar por qué digo, asevero, afirmo, aseguro, garantizo, manifiesto y ratifico ante el juicio final que los banqueros son, salvo honrosas excepciones por descubrir, deyecciones, deposiciones, detritos y excreciones de la humanidad.
Tarea fácil es, pues sobra con ver cómo estamos, percibir cómo estaremos mañana y conocer cuál es el final de nuestra historia; convertirnos, si no lo somos ya, en esclavos de los que, ofreciéndonos unas vistas del carajo, nos han sabido conducir al precipicio. De los banqueros. De los banqueros de mierda que, añadiendo a diario víctimas a la culata de su revólver, son culpables de la muerte física y moral que asola el estado español.
Eso sí, en esta andadura solos no están, las babosas se arrastran por delante de ellos. Dime con quién andas y te diré quién eres, de qué pie cojeas y en que huerto la metes. Los políticos allanan el camino a los amos del dinero, librándolo de obstáculos hasta dejarlo como una pista de patinaje. El ladrón y el protector de turno haciendo negocio. Hoy por ti y mañana por mí.
Es ahora y en la hora en la que la sangre desesperada de los desesperados les salpica el bajo de los pantalones cuando los desvergonzados salvapatrias y sus compinches de enfrente dicen que hay que correr para detener los desahucios. Se reunirán a tal efecto y cobrarán dietas por ello, manutención y alojamiento suficientes para que cualquiera de los muertos que llevan en la chepa estuviera aún en su casa luchando por sobrevivir. Han colaborado a que los asesinos ejecutaran su crimen una vez más, y otra y otra.
Mejor lo dejo. Quizás tenga la tarde demagógica. O quizás no, y por lo que digo me juegue los pulgares y un riñón.

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