domingo, 11 de noviembre de 2012

Carta a César Augusto Asencio

No me siento aludido por sus palabras, estimado vicepresidente. A mí que usted encienda el ventilador para quitarse la peste de encima no me afecta. Soy miembro de la Junta de Personal por el CSI-F de la Diputación de Alicante porque así lo decidieron los trabajadores de la misma. Los trabajadores. No los que digitalmente usted y los suyos colocan a capricho, esos asistentes de la nada que en ocasiones para nada sirven y nada trabajan mientras les sirven a ustedes. Los que me eligieron a mí están donde están tras pasar una oposición. Los otros, los que ustedes colocan a dedo, salen, en el mejor de los casos, de una chistera de desdeñados de algún ayuntamiento, sobrantes de los partidos que se han quedado sin teta pública de la que mamar (mamandurrias dixit Esperanza Aguirre).
Continúo, que pierdo el hilo. Como le decía, soy representante electo por el CSI-F, que es lo que me imagino que usted entiende por delegado sindical. Empecemos en este punto a diferenciar. Lo soy porque así lo decidieron en votación mis compañeros. A usted, por ejemplo, en la Diputación Provincial le han puesto los miembros de su partido, no es una elección directa. Que no digo yo que no esté bien parido el sistema, que bien debe estar cuando el premio alcanza los setenta y pico mil euros. Pero emana de una reunión de pastores en la que se decide quiénes van a ocupar el nido. Y luego, ustedes, ya con la vara de mando en la mano, seleccionan a los que les apetece oportunamente para que liben de los presupuestos sueldos que van desde los 17000 euros por media jornada hasta los sesenta y tantos mil que alguno gana por ahí (eso de que no todos los funcionarios quieren esos trabajos será coña, ¿no?).

Sigo, que he vuelto a perder el hilo otra vez. Le he oído decir que los delegados sindicales hablan mal de los asesores porque, por un lado lo que quieren es cobrar más y, por el otro, porque, al igual que los enchufados a dedo, tampoco aparecen por su sitio de trabajo ni se sabe lo que hacen. Vaya por Dios, señor vicepresidente. Si usted lo dice, será porque lo puede demostrar, ¿no? Y si es así, no estaría de más que dijera nombre y apellidos de los sindicalistas que han ido a pedirle dinero a cambio de lo que sea, o de los que entretienen las horas sindicales en otros menesteres distintos a los de obligado compromiso. Me gustaría que así lo hiciese, de verdad, tendría toda mi colaboración. El carnaval debe acabar y hay que quitarse las caretas. Todos. Transparencia y pulcritud.

Pero me da a mí que se ha columpiado usted. Con cuatro verdades le han acorralado y ha salido por la tangente más ridícula por la que podía haber salido. Y esto se lo voy a argumentar, que me pilla usted con ganas, hombre. Le cuento. Como creo que ya le he dicho antes, soy representante de los trabajadores por el CSI-F. No estoy liberado, el control horario y mis compañeros así lo atestiguan. Mi puesto está en la tercera planta de Tucumán 8, lugar donde siempre me podrá encontrar cualquiera que me busque. Incluso usted si es su deseo, o alguno de sus 38 edecanes, si es que aparecen por el sitio. Le digo esto último, no se me ofenda, porque a mí me pasa lo mismito que le ha dicho bien claro el compañero de los bomberos. Yo, hay algunos que no sé tan siquiera si existen de verdad o son un mito, como el yeti, el hombre del saco o la chica de la curva. Lo único que tengo claro es que cobrar, cobran. O eso aparece en los presupuestos de la Diputación, que hasta millón y medio de euros hay disponible para personal eventual.

Pues eso. Que ante la evidencia ha optado usted por disparar para todos los sitios, en lugar de decir la verdad. Discrimine, que para eso está la razón, para distinguir y ubicar a cada quién y a cada cosa en su sitio. Y eso que, a mí, como ya le he dicho, no me afecta lo declarado por usted. De ocho de la mañana a pasadas las tres y media me tiene usted a su disposición. A partir de esa hora, no me busque para tonterías como ésta, que no me encontrará. Hasta ese momento si quiere le asesoro gratis sobre lo humano y lo divino, a coste cero.

Una postrera pregunta, para terminar con esta sandez. Responda, si se le antoja, la siguiente cuestión. ¿Quién asesora al asesor que asesora al diputado?...Un funcionario, ¿no?...Entonces, si ya existe en la administración el sujeto que es el que al final hace todo el trabajo, dígame usted qué carajo pintan los asistentes. Porque verá, debo ser muy lerdo pero no lo entiendo…

Para terminar, que ya me aburro, dejarle clara una cosa, pues vislumbro que no sabe exactamente de qué se trata aquí. La Diputación de Alicante no es usted ni ninguno de los demás que, como usted, cada cuatro años la ocupan. La Diputación de Alicante la constituimos todos los trabajadores de la misma y estamos en ella para servir al ciudadano, que es el que nos paga, con profesionalidad, eficiencia y calidad. No para servir al político de turno. Y usted, con sus desafortunadas declaraciones, se ha permitido el lujo de echarnos encima a todos nosotros un camión de estiércol de cosecha propia. Coja inmediatamente una pala y póngase a limpiar toda esa basura con la que tan gratuitamente ha decidido obsequiarnos. Pero hágalo ya. Creo, y creo bien, que es su obligación.

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