Continúo,
que pierdo el hilo. Como le decía, soy representante electo por el CSI-F, que es
lo que me imagino que usted entiende por delegado sindical. Empecemos en este
punto a diferenciar. Lo soy porque así lo decidieron en votación mis compañeros.
A usted, por ejemplo, en la Diputación Provincial le han puesto los miembros de
su partido, no es una elección directa. Que no digo yo que no esté bien parido
el sistema, que bien debe estar cuando el premio alcanza los setenta y pico mil
euros. Pero emana de una reunión de pastores en la que se decide quiénes van a
ocupar el nido. Y luego, ustedes, ya con la vara de mando en la mano,
seleccionan a los que les apetece oportunamente para que liben de los
presupuestos sueldos que van desde los 17000 euros por media jornada hasta los
sesenta y tantos mil que alguno gana por ahí (eso de que no todos los
funcionarios quieren esos trabajos será coña, ¿no?).
Sigo,
que he vuelto a perder el hilo otra vez. Le he oído decir que los delegados
sindicales hablan mal de los asesores porque, por un lado lo que quieren es
cobrar más y, por el otro, porque, al igual que los enchufados a dedo, tampoco
aparecen por su sitio de trabajo ni se sabe lo que hacen. Vaya por Dios, señor
vicepresidente. Si usted lo dice, será porque lo puede demostrar, ¿no? Y si es
así, no estaría de más que dijera nombre y apellidos de los sindicalistas que
han ido a pedirle dinero a cambio de lo que sea, o de los que entretienen las
horas sindicales en otros menesteres distintos a los de obligado compromiso. Me
gustaría que así lo hiciese, de verdad, tendría toda mi colaboración. El
carnaval debe acabar y hay que quitarse las caretas. Todos. Transparencia y
pulcritud.
Pero
me da a mí que se ha columpiado usted. Con cuatro verdades le han acorralado y
ha salido por la tangente más ridícula por la que podía haber salido. Y esto se
lo voy a argumentar, que me pilla usted con ganas, hombre. Le cuento. Como creo
que ya le he dicho antes, soy representante de los trabajadores por el CSI-F. No
estoy liberado, el control horario y mis compañeros así lo atestiguan. Mi puesto
está en la tercera planta de Tucumán 8, lugar donde siempre me podrá encontrar
cualquiera que me busque. Incluso usted si es su deseo, o alguno de sus 38
edecanes, si es que aparecen por el sitio. Le digo esto último, no se me ofenda,
porque a mí me pasa lo mismito que le ha dicho bien claro el compañero de los
bomberos. Yo, hay algunos que no sé tan siquiera si existen de verdad o son un
mito, como el yeti, el hombre del saco o la chica de la curva. Lo único que
tengo claro es que cobrar, cobran. O eso aparece en los presupuestos de la
Diputación, que hasta millón y medio de euros hay disponible para personal
eventual.
Pues
eso. Que ante la evidencia ha optado usted por disparar para todos los sitios,
en lugar de decir la verdad. Discrimine, que para eso está la razón, para
distinguir y ubicar a cada quién y a cada cosa en su sitio. Y eso que, a mí,
como ya le he dicho, no me afecta lo declarado por usted. De ocho de la mañana a
pasadas las tres y media me tiene usted a su disposición. A partir de esa hora,
no me busque para tonterías como ésta, que no me encontrará. Hasta ese momento
si quiere le asesoro gratis sobre lo humano y lo divino, a coste cero.
Una
postrera pregunta, para terminar con esta sandez. Responda, si se le antoja, la
siguiente cuestión. ¿Quién asesora al asesor que asesora al diputado?...Un
funcionario, ¿no?...Entonces, si ya existe en la administración el sujeto que es
el que al final hace todo el trabajo, dígame usted qué carajo pintan los
asistentes. Porque verá, debo ser muy lerdo pero no lo entiendo…
Para
terminar, que ya me aburro, dejarle clara una cosa, pues vislumbro que no sabe
exactamente de qué se trata aquí. La Diputación de Alicante no es usted ni
ninguno de los demás que, como usted, cada cuatro años la ocupan. La Diputación
de Alicante la constituimos todos los trabajadores de la misma y estamos en ella
para servir al ciudadano, que es el que nos paga, con profesionalidad,
eficiencia y calidad. No para servir al político de turno. Y usted, con sus
desafortunadas declaraciones, se ha permitido el lujo de echarnos encima a todos
nosotros un camión de estiércol de cosecha propia. Coja inmediatamente una pala
y póngase a limpiar toda esa basura con la que tan gratuitamente ha decidido
obsequiarnos. Pero hágalo ya. Creo, y creo bien, que es su obligación.
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