"Cualquier actuación censurable tiene que ser juzgada, porque la justicia es igual para todos", aseguró Don Juan Carlos. En eso estamos. El discurso de Nochebuena de S.M. nos ofreció esta guinda como la única merecedora de atención. El resto, pues lo mismo del año pasado pero con dos vueltas de sartén más. Nuestro monarca habló de la crisis, ese cáncer que él conoce de primera mano ya que la sufre en sus carnes, que no le alcanza a terminar el mes al pobre, que en su mesa se ha cambiado el Vega Sicilia por el Tetra Brick de Don Simón. Sillares del XVIII van a quemar en Zarzuela para calentarse como el invierno apriete, que para calefacción el palacio es muy grande y en Iberdrola no hacen descuentos a la realeza, que se sepa.
Chupando la cabeza de un langostino más salado que el demonio degusté sus sabias palabras y brindé por ellas. Ojalá fuera así, ojalá la ciega fuera ciega y no una tuerta puñetera que mira lo que quiere y cuando quiere. A los españoles no nos faltan ni fe ni ganas y medios son los que hay, qué le vamos a hacer, pero voluntad, ¡ay, voluntad! Existen tostadas que nadie se atreve a untar. Y eso que el Rey dejó al yerno vendidito, que si lo tiene al lado, no digo yo que con una zambomba no le hubiera arrimado al atlético y guapo desviador de fondos en sus aristocráticas partes. Un lazo en la cabeza y directo al talego, con grilletes de oro.
El caso es que me da a mí, no sé cómo lo veréis vosotros, que el duque de Palma, con todo el revuelo montado en torno a sus andanzas, de ésta no se escapa. Un palo se lleva, fijo. Lo que habrá que ver es si con dos azotes se zanja el asunto, y el altruista talonmanista se marcha de rositas con la cuenta sin tocar, o le trincan bien trincado y le embargan hasta la etiqueta de sus calzoncillos de seda. Después de muchas semanas de investigaciones sobre las prácticas irregulares de Iñaki Urdangarín, por fin éste tendrá que responder ante la justicia por presunta corrupción. Según publica este lunes el diario ‘El País’, será citado a declarar en los próximos días como imputado por el juez Castro. Una citación que se formalizará al alzarse el secreto judicial y apreciarse indicios de delito de malversación de caudales públicos, falsedad documental, fraude a la Administración y prevaricación. Ahí es nada. Que no se nos escabulla.
Y es que la pieza más que gorda, que lo es, grosera y repugnante asoma su cara. Buscando bacaladillas los investigadores han pescado un merluzo de cien kilos. Y como no se trata de un pezqueñín, gracias, a éste no hay que dejarle crecer más. Ni a éste ni a ninguno, que ya nos vale. Otro cantar es analizar por qué si en 2006 la Casa real conocía los tejemanejes del villano, no los denunció convenientemente, cubrió con una tupida capa al pícaro y le buscó curro en los USA con la noble intención de salvarle el culo. Sal de aquí que aún no te han pillado. Quizás algún juglar se atreva con el tema. Quizás.
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