domingo, 16 de diciembre de 2012

De nuevo, lo pequeño es grande



Otra vez, vuelve a ocurrir. Lo pequeño se convierte en algo grande, enorme, colosal. Son de nuevo las niñas y los niños del Grupo de Teatro Mornés los que han obsequiado a los que el domingo 16 acudieron a verles actuar con el mejor presente que hoy en día se puede recibir. Ilusión, alegría, una sonrisa y una lágrima, la pasión que ponen en todo lo que hacen, esos ojos tan hermosos que transmiten energía y vida, ganas de seguir hacia adelante contra lo que sea. Trabajo y esfuerzo a cambio de un kilo de comida para la asociación EDUCATEA, escenificar una obra de teatro para colaborar con aquellos que lo necesitan.
Tal y como ha publicado el diario Información (infinitas gracias por el apoyo), en el teatro del colegio María Auxiliadora de Alicante, estos destellos de luz pusieron en escena una adaptación libre, muy libre del cuento de Andersen “La cerillera”. Y no hay un pero que ponerles, estuvieron como saben estar, espléndidas y espléndidos. Son treinta y cinco deseos de Navidad, treinta y cinco motivos por los que luchar.
Quiero agradecerles que me hayan invitado a trabajar con ellas y ellos en esta aventura. Cada segundo que he pasado a su lado ha sido un pedazo de vida que me han regalado. Y eso no tiene precio ni nadie que se lo ponga. Por ello, porque es justo, porque son heroínas y héroes en este mundo tan complicado, desde estas líneas necesito pedir algo a Blanca Bernabéu, Marta Andréu, y Mireia González, a María Sobrino, Lucía Abad y Alejandro Esteso, a Beatriz Cano, Alba Lillo, Ana Fernández, Hornuez Abad, Rocío Gil, María Salinas y Arantxa Ortín, a Mafer Gutiérrez, Lucía Sánchez, Irene Navarro, Majo Vázquez, Thais Mora, Blanca Abellán, Clara Verdeguer, Amanda Giménez, Eugenio Herrero, Gorka Pastor y Xenia Mora, a Daniel Sánchez, Andrés Ortiz, Fernando Gilabert y Daniel Herrero, a María Marco, Dora Moreno, Natalia Mañoguil, Elena López, María Gómez, Raquel Peinado y María Moya.  Y no es otra cosa que no cambien nunca, que continúen siendo como son. Una gente maravillosa.

jueves, 13 de diciembre de 2012

¡Es Navidad!


Ya queda menos. La Navidad está ahí, esperándonos impaciente para rociar nuestras vidas con magia e ilusión. Las familias se reúnen, los amigos comparten su felicidad y los niños, los verdaderos destinatarios del embrujo navideño, ríen y juegan, cantan villancicos y se convierten, amparados en sus deseos, en los protagonistas de la función. Son sentimientos en cascada que cubren con un manto dorado la realidad y los sueños…
Mi vecino ha colgado un Papá Noel del balcón. Lo ha colgado literalmente. Del cuello. Y previo al ahorcamiento le ha puesto una peluca negra y gafas, para que se parezca al presidente del gobierno. Dice que ya que entre él, el grinch Montoro, su mastín Beteta y el resto de duendes cabrones (lo dice él, no yo) le han arruinado su vida y la de los suyos, qué menos que mostrar el agradecimiento debido. Y, antes de que yo dijese mú, ha continuado con su letanía cargando contra el iluminado que antes ocupaba la Moncloa y su banda de forajidos, a los que responsabiliza también, por qué no, de su desgraciado estado vegetativo en el paro y de que sus hijos, inocentes paganinis del desaguisado político, se tengan que enterar con seis y ocho años de que Santa Klaus y los Reyes Magos son los padres. Y, dado que los padres no tiene un clavo, va a ser que estas fiestas las dos criaturas verán los juguetes en los catálogos del Corte Inglés, que lo primero es comer y ya casi ni se puede.
Después del soliloquio me ha entrado una depre del carajo. Yo ya puse el árbol y casi que estoy por prenderle fuego. Y en cuanto al belén, a San José le falta la cabeza, el niño no lo encuentro por ningún lado, que igual lo han secuestrado, a la virgen le caen unos lagrimones como sandías, Baltasar ha sido deportado, Gaspar se ha fumado todo el incienso y Melchor comparte celda con el ex de la CEOE. Con este panorama, me da a mí que ni buey, ni mula, ni pastores, ni nacimiento ni nada de nada…
Aún así, ¿sabéis lo que os digo? Que éstos, los de la casta, no me amargan a mí estas fechas. Que si no hay para tres, pues para dos. O para uno. Que me paso los atracones por el forro, que con estar con los míos, con los que quiero y con los que me quieren, tengo más que suficiente. Pero, eso sí, ésta me la guardo.
En consecuencia, a todos vosotros, a los que como yo estáis aguantando carros y carretas, a todos sin excepción, os conozca o no, os deseo felicidad, que os la merecéis. A los otros, a los que ya sabéis, ni el agua. Sólo decirles que les espero en la plaza, a cara descubierta y cielo abierto, porque me he marcado como objetivo para el año que viene luchar contra ellos hasta que no me quede aliento. Y es que soy un sentimental.

martes, 4 de diciembre de 2012

Un balconcillo cachondo


Hilando el hilo de lo del listado de mangantes, idiotas, impresentables, imbéciles, estafadores y/o mentirosos que me ha dado por elaborar, me toca elegir al candidato de hoy. Reconozco que difícil ha estado la cosa, pues uno, a primera hora, ya se había hecho la idea. Hay una que se lo merece a pulso. Pero he aquí que, no sé bien en qué emisora de radio, he escuchado una noticia que me ha sentado como una patada en las gónadas y me ha hecho cambiar de decisión. Lo explico y a ver cómo se digiere esto sin vomitar.
Según parece, el martes pasado un grupo de ociosos, miembros ilustres de un colectivo llamado “El balconcillo”, ante la falta de faena y exhibiendo el cachondeo típico del señorito de la casa cuando pasea por el Club de Campo, se despacharon una cena con fiesta. Y dicha fiesta rematábase con la entrega de unos premios simbólicos, luciendo para tal acto idénticos sentido del humor y fina ironía que la tuna cantando la de los clavelitos en un entierro. Hasta aquí, nada que objetar, que cada uno se divierte como le apetece, faltaría más.
El problema, a mi entender, es que los componentes de ese grupo con nombre de cortijo son parlamentarios del PP que se sitúan en los escaños de la parte alta del hemiciclo, diputados que no se sabe bien quiénes son ni lo que pintan ahí. Unos representantes del pueblo que, a falta de algo mejor en qué entretenerse, aportan la comicidad necesaria a la Cámara Baja con unos galardones que reparten entre sus colegas. Y el martes estos ocupadísimos próceres otorgaron el “Emilio Castelar" (éste sí que era un político y no la banda ésta) a la brillante y ejemplar parlamentaria Andrea Fabra por el agradecido y acertado "¡que se jodan!" que dirigió a la ralea infame de parados que está hundiendo el país. Qué risa, qué alboroto, otro perrito piloto.
Así que, volviendo a lo de la lista y atendiendo a los conceptos de imbécil como aquél que comete actos improcedentes y sin sentido, y de impresentable como aquél que no es digno de ser presentado, elijo para hoy martes en la categoría de presuntos imbéciles impresentables a esos ilustres señores que se ríen sin pudor de los que les pagamos el sueldo. Por cierto, dinero tirado a la basura porque, con la cantidad de trabajo que hay que hacer y éstos ocupados en gilipolleces. Es lo que hay.
Basta ya por hoy. Mañana continuaré haciendo el idiota. Eso sí, saludos a los del balconcillo. No sé qué sería de los españoles sin vosotros. Gracias, muchas gracias… 

lunes, 3 de diciembre de 2012

Díaz Ferrán, presunto imbécil.


Desde estas líneas, aprovechando que aún puedo leer y que me acuerdo de escribir, y siempre con vuestro consentimiento, inicio desde ya un listado, nómina, relación o índice de los personajes públicos que, como champiñones de cueva, florecen de continuo lastrando nuestro presente con una carga tal que imposibilita nuestro futuro. Con la sana e inocente intención de no acabar en la cárcel y la pretensión de que no me reviente el ordenador con el aluvión de nombres, voy a establecer un perfil para los candidatos, un mecanismo que posibilite el reducir este infinito espectro de vividores y parásitos del sistema que tapa el sol patrio.
Busco sujetos que, presuntamente, cumplan una o varias de las condiciones siguientes: mangantes, impresentables, idiotas, imbéciles, estafadores y/o mentirosos. Mangantes, como sablistas, entendiendo como tal a los que sablean y, entendiendo a su vez, sablear como sacar dinero a alguien dándole sablazos, esto es, con petición hábil o insistente y sin intención de devolverlo. Impresentables como los que no son dignos de presentarse o de ser presentados. Idiotas como los que son engreídos sin fundamento para ello. Imbéciles como aquéllos que, o bien lucen alelamiento, escasez de razón y perturbación del sentido, o bien realizan acciones que se consideran improcedentes, sin sentido, y que molestan. Estafadores como los que sacan dinero o cosas de valor con artificios y engaños, o cometen alguno de los delitos que se caracterizan por el lucro como fin y el engaño o abuso de confianza como medio. Y mentirosos como los que ya sabéis, los que nos la meten doblada por costumbre. Insisto en la aplicación estricta de los conceptos ya que así, ajustándome a ello, esquivaré alguna demanda que me pueda caer por llamar a las cosas y las personas por su nombre. Lo del honor y la intimidad…
Como se me hace tarde y no me aguanto la risa, comienzo la retahíla con el primer presunto de la lista. Tiene el honor de inaugurar esta letanía Gerardo Díaz Ferrán, expresidente de la CEOE y azote de la justicia empresarial. Cumple el perfil requerido casi al dedillo. Vamos, que ahorro tiempo y energía diciendo qué característica de las anterior reseñadas no  le adjudico; la de imbécil, que alelado no parece este prohombre… Espera un momento, que resulta que también son imbéciles los que realizan acciones improcedentes. Pues entonces, ya está. Me viene de perlas el bueno de don Gerardo. Mangante, impresentable, idiota, estafador, mentiroso e imbécil. Todo presunto, muy presunto. Una auténtica joya.
Bueno, que por hoy ya he hecho el imbécil lo suficiente, que parezco idiota. Una vez abierto el melón, mañana le saco otra tajada. Se admiten sugerencias.