Hay una fotografía de Méndez y Toxo mirándose acaramelados, asiendo una pancarta que luce en negro dos palabras, “inútil” e “ineficaz”. Una descripción exacta de lo que son estos pseudo sindicalistas. En la manifestación del 11 de marzo, convocando a las barricadas para el día 29, los secretarios generales de CC OO y de UGT se han dejado el rolex en el ático y han exhibido por Madrid su corazón proletario. Según el doberman banquero José Ricardo Martínez, medio millón de compatriotas les han acompañado. Para no variar, la policía dice que 30.000. Ya empezamos con que la abuela fuma. O las fuerzas del orden barren para casa y manipulan las cifras, o el camarada Martínez, acostumbrado a contar los billetes que le paga Caja Madrid todos los meses, ha mezclado los números y ha tirado por lo alto por aquello de no quedar en ridículo. Sea como sea, el 11 de marzo han ejercido su derecho a manifestarse unos cuantos que la semana que viene estarán de puente, pasándose por el forro el recuerdo a las víctimas de la barbarie terrorista. Esto, que a mí me cabrea, a ellos les importa un huevo. Cuestión de ética.
Pero voy a ser bueno, envainar el sable y analizar objetivamente los emotivos discursos de la Puerta de Alcalá, tantos años ahí para que luego se le planten debajo Epi y Blas. El rey león dice que el Ejecutivo tiene que corregir en profundidad la reforma para evitar la huelga general y que los ciudadanos no deben tener miedo para participar en ella. A tal efecto, su colega, el millonario camarada Martínez, ya se ha encargado de amenazar a las empresas, anunciando que dejará caer su ojo vigilante sobre ellas. Ahora es cuando digo yo. ¿Y quién se encargará de controlar a los incontrolados que impedirán que los que libremente deseen ejercer su derecho a trabajar puedan hacerlo?
Veréis por qué lo digo. La memoria es buena consejera y convendría recordar cómo el tal Martínez, en la anterior huelga general, avisó a los que se enfrentaron a sus piquetes de descerebrados con el famoso sé quiénes sois, dónde trabajáis y me preocuparé de que os tiren a la puñetera calle. Cariñoso, el potentado Martínez. Muy cariñoso, ¿verdad? Demasiados caliches, si no, no se entiende…
Mejor me olvido del mastín y vuelvo al tajo. Al lado de Méndez, no sé si en el papel de inútil o de ineficaz, Toxo desmelena el bigote y advierte al Gobierno de que no sean malos, que pueden perder el crédito de la ciudadanía y entregar el país a los tecnócratas… Yo es que con éste me meo todo. Lo siento, no puedo evitarlo, pero en los cuarenta y cuatro años que tengo no me he tropezado nunca con nadie tan prescindible como Fernández Toxo. Personalmente conozco muchos sindicalistas de CC OO que le pegan mil vueltas sin esforzarse mucho. Pero bueno, ahí está, también como la Puerta de Alcalá, viendo pasar el tiempo y llevándose un pastizal a su casa de protección oficial…
Mirad. No cabe duda sobre que la reforma laboral abarata el despido y atenta contra los derechos de los trabajadores. Es muy dura, durísima, una barbaridad, y supone una vuelta más de soga sobre nuestros cuellos. El paro y el hambre caminan de la mano, y el futuro se atisba negro, muy negro. Con la reforma, el empresario tiene pájara abierta para disponer a su antojo de los factores de producción. Por ello, por el más elemental instinto de protección, hay que enfrentarse a ella, pero hay que hacerlo aportando soluciones, no berreando.
UGT y CC OO consintieron que se llegara a esta situación, colaborando con el PSOE en la destrucción del país a cambio de posición y dinero, prostituyendo los principios y traicionando a los españoles. Y ahora, esos mismos, se rasgan las camisas, se golpean el pecho con ardor y abanderan una lucha que abandonaron por unos cuantos millones de euros. A mí, particularmente, no me representan, ni ahora ni nunca. No valen un carajo. Son parte de lo mismo que creo que debemos extirpar. Vosotros veréis.
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