Bueno. A ver que me aclare que me estoy haciendo un lío. Hoy, por el jueves, El Mundo ha publicado que la policía, al registrar el domicilio de un tal Robert Cockx, ha encontrado en la basura un ordenador que contiene, supuestamente, documentación relacionada con los pagos efectuados en Suiza por Aguas de Valencia a Iñaki Undargarín. Tres operaciones de 125.000 euros cada una para el duque de Palma por un trabajo de “conseguidor” de unos negocios internacionales que nunca se llegaron a realizar. Según desvela el diario, el belga Cockx, administrador de la sociedad Alternativa General Servicies, pese a negar que conociera a Undargarín, tenía escondido en una bolsa de basura de su domicilio en El Escorial un ordenador que contiene las comunicaciones de la secretaria personal del duque con Eugenio Calabuig, el mandamás de Aguas de Valencia. ¿Abducción de un disco duro? ¿Deposición malintencionada? ¿La venganza del espíritu de Manuel Azaña?... Alguien voló sobre el nido del cuco.
Me da a mí que de ésta no se escapa el yerno de S.M., aunque nunca se debe menospreciar el peso del juancarlismo en esta España repleta de híbridos monárquico-republicanos. Canta mucho, en demasía, y, lo que en otras épocas de vacas gordas se hubiera tapado, hoy en día, en que de esas mismas vacas sólo quedan piel y huesos, va a ser que no, que del aire del talego no le libra ni el tato. Pero, mira por donde, voy a romper una lanza a su favor, pues es innegable que tiene su mérito todo lo que, presuntamente, ha hecho el talonmanista. Para empezar, el despliegue de morro y desfachatez con el que nos está obsequiando bate registros mundiales, desbancando incluso del primer lugar en eso del uso fraudulento de los apellidos el “usted no sabe quién soy yo”, sustituyéndolo por un más efectivo crematísticamente hablando “usted ya sabe quién soy yo”. Lo que se conoce como forrarse con el Libro de Familia.
Por otro lado ha revelado para la tropa de futuros licenciados una profesión lucrativa y cómoda, pues tampoco se puede negar que el curro de “conseguidor”, además de bien retribuido, no parece muy cansado, lustra, brilla y da esplendor. Legiones de bachilleres ya preguntan en qué universidad hay que matricularse para doctorarse, o si existen programados estudios de grado y máster del universo para no perderse el mantecado. Si bien es sabido que Iñaki Undargarín sacó el título al desposar a una infanta, no son ni muchos ni muchas los príncipes y princesas disponibles que quedan por el planeta y, en busca del “todos somos iguales”, habría que habilitar vías para que fulanito, menganito y zutanita pudieran zamparse parte del pastel previo pago de tasas.
Y, por último, está en el haber del duque de Palma este movimiento convulso de sentimientos populares que provoca cada dato que sale a la luz pública sobre su penoso comportamiento y deleznable proceder (todo supuesto, faltaría más). Hay gente que ya se había rendido que está despertando del letargo y reclama sangre azul. Vamos, que nunca un olímpico había hecho tanto daño a una dinastía real. El espectáculo es lamentable.
El título de esta macabra novela será:
ResponderEliminarLA HISTORIA INTERMINABLE
IMPRESENTABLE el comportamiento de éste señor y el de su esposa consentidora de ello. ¿ O es que la infanta no sabía que gastaba muchísimo más de lo que se ingresaba?. En fin.. Que lamentable espectáculo están ofreciendo nuestros más altos "representantes reales". Por su conducta, altanería y comportamiento yo los destinaba al cuerno de Africa, con presupuesto cero, para que supiera lo que es trabajar de verdad para sacar a una familia adelante honradamente. Jamás me manifesté en contra de la monarquía, pero con estos ejemplos, y con el silencio de la casa Real durante 4 años, creo que lo mejor es que dejara de existir. No los necesitamos para éstos menesteres.
ResponderEliminarNo hace falta irse al cuerno de Africa para pasarlas canutas. En España ya estamos así, amigo anónimo. Y pagando instituciones de dudosa utilidad y elevado coste. Y, por supuesto, la esposa sabía los tejemanejes. Y el suegro, pues casi que también, ¿no?
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