Dos cosas, dos razones. Una
de escalones y la otra de los limones peludos que cuelgan del sector masculino
(y de algún integrante del sector femenino también, por qué no) de la población
activa y pasiva de la sacrosanta España. La primera, los peldaños, los que nos
hacen daño cuando resbalamos de seguido. Los coleguillas de Moody´s. Entidad
con nombre de cervecería irlandesa plagada de mamones. Nadie les cuestiona,
nadie duda de su palabra, el rebaño de especuladores mea colonia cada vez que
el susodicho lupanar ofrece carne de saldo para encamar y tirar. Los ladrones
globalizados suman dividendos con los partos sietemesinos de esta banda. Su
palabra es dogma y sus calificaciones negocio para los que controlan el dinero
electrónico y el de papel cuché. Ahora te bajo cuatro escalones para que te
despeñes y así los buitres nos quedamos con tu vida a precio de saldo. Mientras
tanto, no te cambies ni de bragas ni calzones que los que tienes te han de
durar hasta que nos cebemos con otros pardillos.
La segunda, los colgajos
testorenónicos (palabro al canto). No tiene nada que ver, o quizás sí. Un niño
francés y otro español juegan en un parque. El pequeño gabachín le pregunta al
paria del sur: “¿A qué quieres que juguemos?” (en francés en el original). El
españolito, con más tierra encima que piel, un costrón en cada rodilla y los
gayumbos dibujados de lamparones (la miseria, ya sabéis) le contesta: “Fransuá,
llama a tu primo Otto, que venga y que me lo pregunte él”. “¡Otto, bien ici. L'Espagnol
de merde veut que tu viennes” (más o menos, que mi conocimiento del francés
tira más a lo carnal). En eso que aparece un devorador de chucrut, merkeliano
del planeta Klingon, que estaba corriendo a leches a un griego, a un irlandés y
a un portugués mientras les guindaba la merienda. “Was ist das, sklave?” (que
viene a significar que a ver lo que quieres que te deslomo recogiendo algodón).
“Mira, dice Fransuá que a qué jugamos”. “Was wollen Sie spielen?”, dice Otto, el
pequeño invasor nazi (¿a qué quieres jugar?, del traductor de google). “Cogeos
de la mano, abrir bien los pampos y responderme, potentados del norte… ¿A qué
queréis que os gane?”
Toca mezclar escalones con
gónadas. Si los chorizos de las Agencias nos chulean, hora es de plantarles
cara y romper la baraja. Caer, caeremos igual, pero será más divertido si nos
llevamos por delante todo lo que respire. Alemanes y franceses, al mismo pozo
ciego que nosotros. Al enemigo, ni agua. Ya que estamos en guerra, luchemos
contra el eje del mal en nuestro campo. Hitler lo intentó con los tanques, y la
Merkel, en santa alianza con los mercados y los que los manipulan, lo está
haciendo con los euros. El cuarto Reich es una losa que nos aplastará hasta que
no le demos a la Angelita una patada en los limones y la tiremos escalones para
abajo. Demagogia barata, ¿a qué sí?