Hace un rato María, mi hija de once años, me ha regalado una vez más, y ya van unas cuantas, una lección. Alguien que aún no ha aterrizado en este mundo parece conocerlo mejor que yo, que ya estoy hasta las narices de pelear en él y con él. Hablábamos sobre aprovechar a tope los destellos con los que la vida te obsequia a veces. Yo le decía que aprendiera a valorar momentos y cosas, que tenía que exprimir al máximo lo que llegase a sus manos, que fuera ambiciosa e independiente, que luchara por ser libre, que no se dejase aplastar nunca y que trabajase por alcanzar sus sueños. Los adultos hemos creado, con nuestras acciones y omisiones, un monstruo terrible que acabará devorando a aquéllos que no sepan sobrevivir. Y ella me ha mirado con sus enormes ojos y me ha respondido que lo pequeño es grande, y muchas veces lo grande es, en realidad, muy pequeño. Después, una sonrisa, una de las suyas, un beso de buenas noches y hasta mañana. Y así me ha dejado.
Y es que ella, ahora, es feliz. Veréis, os sitúo. Uno, además de plasmar sus lamentos, también escribe teatro. “Amigo lobo, si te cogen te parten el lomo” es el último hijo que he parido. Y he contado con el Grupo de Teatro Mornés, de Alicante, para su representación. El domingo pasado. María y 43 niños más, de edades comprendidas entre los 7 y los 12 años, se atrevieron a estrenar esta obra de dos horas de duración y ante 500 espectadores. Impresionantes, por dentro y por fuera, valientes y atrevidas personitas que se comieron el escenario y desplegaron su inmensa ilusión para realizar una brutal puesta en escena. 44 fueron, 44 son maravillosos. Tuve la suerte de trabajar con ellas y ellos en la aventura, ése fue el regalo que me hicieron y que constituye ya uno de los mejores recuerdos que tengo y tendré. Es muy complicado que vuelva a ver algo tan deslumbrante como el brillo de sus ojos al salir al escenario, algo tan hermoso como sus rostros, dibujados con una mezcla explosiva de nervios y alegría. Y tuve la fortuna de que me invitasen a participar en su mundo, permitiendo que me sintiera libre, feliz, niño. Nunca podré agradecerles este obsequio, nunca podré devolverles este cacho de vida que, envuelto en sus sonrisas y sus abrazos, llevaré siempre cosido al corazón.
María tiene razón. Con lo que nos ha tocado vivir, tenemos que agarrar con fuerza lo que de verdad importa. Yo soy un afortunado. Muchas pequeñas cosas, 44 pequeñas cosas lucieron, tal y como bien dice ella, muy grandes, enormes, colosales. María Salinas, Arantxa Ortín, María Moya, Mireia González, Lucía Sánchez, Blanca Bernabéu, Thais Mora, Natalia Mañoguil, María Marco, Mireia Sáez, Lucía Collado, Jorge Tarí, Eugenio Herrero, Fernando Llopis, Marta Andreu, Blanca Cortés, Ana Fernández, Verónica Hernández, Xenia Mora, María Santos, Irene Navarro, Mª Ángeles Precioso, Alba Pérez, Carlota Arques, Andrés Ortiz, Dora Moreno, Mafer Gutiérrez, María Carrillo, Hornuez Abad, Rocío Gil, Lucía Abad, Lorena Fuentes, Sofía Pérez, Daniel Sánchez, Gorka Pastor, Fernando Gilabert, Javier Tarí, Carla, Sofía, Marco, Tomás, Robert y Jesús. Un Grupo con mayúsculas de Teatro con mayúsculas.
Necesito darles las gracias a todos por todo. Quiero que sepan que no me cansaré nunca de sentirlo, no me cansaré nunca de decirles que son maravillosos.
se te ha ido la olla,un trabajo estupendo.me encantó
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