Soy de buen yantar. O por lo
menos, lo era, que todo me sentaba bien. Carnívoro por devoción y afición, aún
pienso que podría presentarme al programa ése de “Los increíbles” para
papearme, sólo o en compañía de mi cuñado, un cordero chuleteado de un tirón. Y
dos huevos duros. O unos cochinillos bien pesados, a lo segoviano. Y dos huevos
duros. O un capazo de longanizas y morcillas. Y dos huevos duros. O media
ternera, que con ella podría si me la sirven vuelta y vuelta. Y dos huevos
duros. Dos huevos bien duros.
Pero va a ser que no. Ahora,
con más años y menos pelo, el cuerpo se me rebela, la sangre la tengo espesa,
para hacerla con cebolla, y ya no digiero las cosas como antes. Ni tan siquiera
los huevos duros. Qué le voy a hacer, la edad no perdona, y los abusos se
pagan. Y de qué manera. Vivo en un continuo empacho, el hartazgo me domina,
regurgito hasta la sopa de letras, que tengo la R atravesada en la garganta, la
P clavada en la campanilla y la C naufragada en un empaste desde el caldito del
sábado…Burp…Ahí están otra vez, ya asoman… Nada, ni con pan…
Al habla con el médico del
seguro, éste me dice que, descartada una hernia de hiato, todo me viene por la
crisis. Y dos huevos duros. Y algo tendrá que ver, que bien cierto es que estoy
más pelado que el culo de un mandril, que el cordero lo veo en fotos y el único
chuletón que conozco es el engendro ése del Bárcenas. Pero, entre nosotros, ¿qué tendrá
que ver la crisis con esta indigestión perenne que me priva de los placeres de
la carne? Es más. ¿Por qué se me atragantan la R, la P y la C especialmente?
Me derivan a psiquiatría. Reclínate
en el diván…Espérate, que cambio el papel…Ahora, túmbate, Tomás…Mira fijamente
el reloj, cómo oscila, los párpados te pesan, tu cuerpo se relaja, tienes
sueño, se te cierran los ojos…Cuando cuente tres volverás al pasado, y
encontraré el origen de tu mal. Confía en mí…Y dos huevos duros. Ni por esas…
Ahora caigo. He hecho un
gasto inútil a la Inseguridad Social. Ya sé lo que me pasa, ya conozco la
génesis de mi mal. La R de Rubalcaba y de Rajoy, la P de PSOE y PP, la C de
Corrupción. Me pegan seis patadas en el hígado y me duele menos. Estoy hasta
los huevos duros de tener que soportar al uno y al otro, a los cerriles de uno
y del otro y, sobre todo, de tragarme por decreto a los que se han encargado de
corromper el sistema, corruptos del carajo que gustoso pasaría por la quilla. Me
sobran todos, me han robado incluso el apetito.
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