lunes, 28 de noviembre de 2011

La mejor dieta del mundo

Quiero ponerme a dieta. Es más, lo necesito. He probado muchas, casi todas las habidas y por haber. Desde la de la alcachofa hasta la del pan y el pollo (ésta menos de lo que uno hubiera deseado pues es asaz entretenida). Últimamente estoy sacando un doctorado en la de la cremallera en la boca, y no por el acoso implacable del colesterol y los triglicéridos, no. La puñetera crisis, que me trae de cabeza, qué os voy a contar que no sepáis ya. El caso es que ninguna de estas dietas acaba de convencerme, porque en todas, menos la del ave de corral, sufro el hambre hasta que se me nublan los sentidos. Lucecitas de colores he llegado a ver.

Pero, bendita providencia, he encontrado una que es maravillosa. Te hinchas a comer y a beber de lo bueno lo mejor y de lo mejor lo superior. Sin límite ni en la calidad, ni en la cantidad ni en el precio. La leche en bote. Y no debe ser tan difícil hacerla, que son muchos los que la gozan a tope. Se llama la dieta del político. Sencilla, cómoda y rápida. Y encima no requiere sacrificio propio alguno (ajenos, los que te puedas imaginar). Presentada la bicoca, ahora paso a detallarla, para el que se quiera apuntar.

Consiste en lo siguiente. Te apuntas a un partido, haces méritos y si suena la flauta y sales electo, por ejemplo, a concejal, que no es necesario ser presidente del Gobierno, te pones a dieta. Al sueldo que ya cobras por tu trabajo (ojo al dato éste del trabajo) le añades un complemento mensual rico, rico que bien puede alcanzar, sin exagerar ni un pelo, un 50% de lo que ya te pagan los afortunados ciudadanos a los que representas. Unos plenillos de diez minutos por aquí, unas reuniones de quince por allá, que no hay que matarse, y dieta al canto. Todo repartido semanalmente para no agobiarse, y a vivir que son dos días. Eso sí, cómo no, siempre en horario de trabajo (otra vez el dato), que no se trata de reventarse a hacer minutos, que no horas, extras.

Hay que tomarse esta dieta así, a coña, pues si te la tomas en serio y se te cruzan los cables, igual la lías y no es plan de terminar vegetando en la cárcel. Sin ir más lejos, hoy, por ayer, he pasado un rato la mar de divertido leyendo lo que cobran alcaldes y concejales por asistencia a reuniones del Área Metropolitana de Barcelona, un organismo fundado el pasado julio tras la fusión de tres entes sectoriales y en cuyo Gobierno funciona un cuatripartito —CiU, PSC, ERC e ICV—, con participación también de la oposición (PP). Un total de 800.779 euros anuales que sirven para retribuir la asistencia de 90 responsables políticos a las distintas sesiones. Ajuste y austeridad.

Y digo yo. Si estos buenos señores ya cobran por un trabajo (de nuevo el dato), ¿no forman parte de éste todas estas comisiones, sesiones, reuniones, plenos o como quieran bautizar lo que hagan? ¿Por qué hay que abonárselas a parte? ¿Es un atraco o yo me lo imagino?

Lo dicho. Yo también quiero seguir esta dieta. Nutre, engorda y da esplendor. Mandan. Huevos (sigo dudando si se puede decir huevos).

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