lunes, 14 de noviembre de 2011

Mi prima alemana me tiene desquiciado

Llevo todo el día escuchando y leyendo sobre la prima que últimamente se nos arrima, la de riesgo, y cada vez me siento más controlado y menos soberano. Quizás tendré que acabar admitiendo que vivo en un protectorado y que mi única misión en este cruel mundo es la de producir y producir para que el amo alemán, la plaga política y una nube de especuladores vivan como el Maharajá de Kapurtala mientras yo, esclavo idiota y con sangre de horchata, me las trago dobladas. Todo apunta a que ese será mi destino. Bueno, el mío, el tuyo, el de tu vecino y el de la gran mayoría de españoles que nos dedicamos a sustentar el sistema.
Y el caso es que, debe ser que me hago viejo y ya me derrapan las neuronas, estoy llegando a ver lo que ocurre como normal. Me he acostumbrado a pasarlas canutas, asisto de continuo a la destrucción despiadada de las vidas de muchos amigos y conocidos, y veo cómo la mía tiene encima una losa sostenida por hilos de seda. Cada día me acerco más a un agujero sin fondo en el que caen tantos de los míos como estrellas hay en el firmamento teutón, mientras otros, miembros todos del mismo club, se hacen indecentemente ricos. Y, repito, se me antoja hasta lógico. Y mira que hay que ser imbécil para permitir que estos corsarios compren barata nuestra desesperación apropiándose del mundo a precio de saldo, y no reaccionar.
Yo, por mi parte y en lo que me concierne, complejo de tonto no tengo. Así que, sin morderme la lengua y con el debido respeto que a mi entender merezca el que me está tomando el pelo por hábito, procedo y procederé a defenderme ante esta casta de impresentables. Por hoy, y para empezar con algunos políticos de mercadillo, un sentido recuerdo para Leire Pajín y el “Gracias ZP” con el que entretiene los mítines. Rastrero estómago agradecido que homenajea al sujeto que hace bien poco asumió para sí mismo y en exclusiva, de un trago y sin respirar, la hazaña de alcanzar 5 millones de parados.
A continuación, seré lerdo, me repatea la inteligencia que Blanco no dimita, lo reconozco. Un personaje que (todo presunto) cierra negocios en gasolineras y se vale del cargo para ayudar a los amiguetes no puede ser ministro de nada. Claro que la vergüenza o la conoces o no hay dios que te la enseñe. Y lo cachondo es que este circo sobre hielo cuenta con el respaldo de Ramón Jáuregui, para el que no hay nada que objetar al comportamiento del colega, y de Rubalcaba, monje benedictino en mangas de camisa que se manifiesta ansioso de disfrutar de la compañía de Pepiño diez años más. Envuelto en celofán y con un lacito rosa en la cabeza se lo enviaba yo a casa.
Sigo un poco. El cándido Cándido y su maniobra electoral de apoyo al candidato del PSOE intentando manipular las Juntas de Personal y los Comités de Empresa le ha propinado una nueva patada en las gónadas al sindicalismo. De Fernández Toxo, nada que decir, como casi siempre, que parece el mono Amedio, siempre a la chepa de su dueño. La pena es que no se largarán los dos a los Andes a buscar lo que sea que busquen.
Uno más y termino, que ya me he desahogado bastante por hoy. Lo de Felipe González, con sus pelos de loca y la lengua desatada es un final muy triste para un ex del poder en España. Alguien que le aprecie debería decirle que se retirase a alguna de sus fincas y practicase encaje de bolillos, que le pega más. Alguien que le aprecie. Por mí como si monta un lupanar donde exhibir carne y pescado. No me afecta lo más mínimo. Incluso, en ocasiones, además de ver muertos, me divierto con su representación.
Antes de finalizar, una pregunta, por curiosidad. ¿Llegaremos al domingo o tendremos que echar el cartel de cierre por quiebra antes? Que la prima viene empujando fuerte… Bueno, lo dicho. Mañana más, santo Tomás. ¡Ah! Qué no se me olvide. Admito sugerencias. Probad, probad, que ya veréis como le cogéis enseguida el gustillo a esto de pensar en voz alta y con libertad. Relaja un huevo (nunca tendré claro si se puede decir huevo).

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