Uno no sabe bien si es peor la ignorancia que la mentira. O, ya puestos, si lo que de verdad llega a ser nocivo y peligroso es la combinación, premeditada o no, de ambas cosas. Lo que sí que tengo claro es que cuando se manifiestan por separado o juntas en aquellas y aquellos que están al frente del tinglado, se convierten irremediablemente en algo intolerable y destructivo. Tres ejemplos ilustrarán mis palabras.
La directora general de la Agencia Tributaria, Beatriz Viana, realiza una faena de aliño ante los periodistas al hablar del innombrable Bárcenas y su amnistía fiscal. Una vez que ella considera que ha descabellado al astado, a micrófono abierto vomita lo que todos sabemos: que no tiene ni repajolera idea de lo que ha dicho. ¿Ignorante o mentirosa? Juzgad vosotros mismos.
Otra muestra. La Presidenta de la Diputación Provincial de Alicante lleva varias de éstas. Cuando la prensa publica la indecencia de euros públicos que gana, Luisa Pastor contesta que verá usted, pero no sé cuál es mi salario. Repito la pregunta. ¿Ignorante o mentirosa? Mal cualquiera de las dos cosas. Si es cierto que desconoce la cuantía, es porque como lo tiene todo pagado por nosotros, lo mismo le da ocho que ochenta. Y si miente es porque, sabedora del desmadre, lo intenta tapar bajo el escudo del desconocimiento. Algo que una persona en su posición no se puede permitir. Pero el asunto no se queda ahí. Días después, la prensa canalla le vuelve a interrogar sobre el dinero público que varios diputados provinciales se han gastado para asistir a reuniones propias de su partido. Y el no sé, ya lo miraré asoma de nuevo. Insisto. ¿Ignorante o mentirosa? Sea lo que sea, va a terminar cargándose la Institución Provincial, casa de todos los alicantinos. Tiempo al tiempo.
Una más. Ana Mato. No tiene desperdicio. ¿Te han pagado los cumpleaños y las comuniones de los rorros? No sabe, no contesta, no recuerda. ¿Ignorante o mentirosa? Si escuchamos lo que dicen desde Hacienda, va a ser que a las dos sucumbe la mandamás de la sanidad española. Mala, malosa parece la señora. Pero sigue ahí, no suelta el taburete ministerial ni le botan del mismo. Todo muy ético y moral, en la línea de la vergüenza nacional.
Eran tres los ejemplos, pero no se vayan todavía, que aun hay más. Ahora bien, los que siguen me los guardo para otro día, que hoy ya se me ha descompuesto el alma. Será la gripe. Saludos, paganos.
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