martes, 19 de febrero de 2013

Transparencias públicas


¡Ay, las transparencias, cómo me gustan…! Debe ser por la edad que voy teniendo, el haber crecido cuando la insinuación  encendía hasta las pestañas. Nada se mostraba de frente, tocaba adivinar. El entrever lo que había debajo, saber lo que se escondía tras unas finas telas me atizaba las hormonas y me ponía como una moto, con sidecar y todo. Si a eso le unía un apetito infinito, propio de la edad, y el afán por conocer y descubrir lo oculto, me encontraba con que cada vez que los deseos se hacían diáfanos, el deleite, el agrado, la diversión, el recreo de los sentidos era monumental, ciclópeo, grandioso. Adolescente que era uno.
Ahora ya no lo soy, no sé si alegrarme por ello o ahogarme en sollozos. Pero reconozco que la curiosidad me puede, soy un frágil juguete cuando las transparencias, ese vicio para la razón, ese calentón continuo para el cuerpo, asoman excitantes ante mí. Quiero, necesito ver entre las sedas, imaginar los tesoros ocultos sabiendo qué riqueza voy a disfrutar al retirar las finas telas. Vamos, que he pasado de adolescente a degenerado, pero qué voy a hacerle, lo transparente me domina.
Por ello, por depravación pura, por satisfacer mis bajos instintos y a falta de iniciativas en ese sentido, me veo en la obligación de demandar, exigir transparencias a aquéllos que pueden y deben ofrecérmelas. A saber. Señora Presidenta de la Diputación de Alicante, señores diputados provinciales (PP-PSOE), señora alcaldesa, señores concejales, señores diputados autonómicos y demás miembros de la casta. Siguiendo el ejemplo del jefe del Gobierno (para una cosa que no hace del todo mal) no sé qué puñetas esperáis para hacer público vuestras declaraciones de renta y bienes.
¡Venga, que no os arrancáis ni pa´Dios! ¿A qué teméis, criaturas…? No seáis tontos, que no vais a revelar nada que no supongamos todos, que lo único que se va a producir es la confirmación de lo que se sospecha, que salís muy, pero que muy caros. Además, mirad qué  suerte que tenéis que lo negro, igual que cuando yo era chico, tampoco aparece ahora por mucha transparencia que haya. Complaced esa libido que me corroe…
Me da a mí que va a ser que no. Hasta la próxima, paganos.

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