jueves, 18 de marzo de 2010

Dictaduras asesinas

Lo único que no se puede permitir que exista en el mundo, lo único contra lo que hay que negarse tajantemente, es a una dictadura. Del signo que sea, de la orientación ideológica que diga defender. El sistema dictatorial es un sistema de gobierno asesino. No sólo elimina físicamente a aquellos que se oponen a ella con la palabra, los actos o, simplemente, con la intención. Destruye la concepción del ser humano obstruyendo, domeñando, impidiendo y aniquilando lo más sagrado que poseemos; la libertad. Para pensar, sentir, elegir, expresarse, luchar, negar, amar y odiar.

No hay poder en la naturaleza ni en los hombres que tenga la facultad y el derecho de limitar las voluntades y los deseos, nada existe con la capacidad de prohibir la conciencia y anular la razón. No hay justificación que legitime la represión ni que autorice la castración de los principios.

La hermosa Cuba, Corea, Vietnam, Myanmar,…así hasta más de treinta. Cualquier pueblo de la tierra es soberano y libre para marcar su destino. La acción violenta y armada, el uso autoritario de la fuerza, sea ésta militar, policial o ideológica, jamás debe ni evitar ni detener las lícitas y justas convicciones inherentes a la condición humana. La independencia personal, la genuina determinación, los fundamentos propios no son censurables y, mucho menos, constituir motivo de condena, restricción, veto, exclusión o privación.

Aquellos que, bien con su silencio o bien con su consentimiento, apoyan la legalidad del totalitarismo y la tiranía opresora, aquellos que se alinean con el poder homicida de la dictadura, no merecen ser llamados seres humanos, puesto que al despreciar la libertad desprecian la vida en sí. No tienen sitio en un mundo solidario que necesita la unidad y la comprensión para su supervivencia. Sobran junto al hombre, pues hombres no son. Son animales.

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