sábado, 27 de marzo de 2010

País de mancos

Reza un viejo refrán en su inapelable sabiduría que “el que no estrena en Ramos, no tiene manos”. Pues bien, yo tengo dos bien hermosas con las que me mato a trabajar, y lo de estrenar lo llevo más bien crudo. No está el horno para vestir nuevas galas con las que homenajear el cuerpo. Más bien, nos dedicamos a estirar la vida útil de aquello que tenemos hasta más allá de su jubilación.

La pena son los niños. Deseamos que luzcan guapos, que muestren incólumes ropas y zapatos, para loor de nuestra propia vanidad y en cumplimiento de la tradición. Pero este año ya veremos. Los fondos familiares supuestamente destinados a estos fines se han declarado en quiebra. Será cuestión de pedirle a Jaume Matas algo de calderilla en un sobre de esos que reparte por ahí. O podríamos reclamar solícitos al bueno del tito Luis Roldán que se dejara caer dónde guarda el pastizal que se agenció, y con eso salir del paso. Porque si tiene que brotar la inversión de los ahorros, repetiremos vestimenta, pues de eso de guardar dinero, nada de nada. ¿Cómo voy yo a guardar algo que no tengo?

Y no soy la única persona de este país que está así. Con una de cada tres familias en los umbrales, sino dentro, de la pobreza y una tasa de desempleo de registro mundial, España se ha convertido, por obra y gracia de la corrupción e inutilidad política y de la especulación, en un país de mancos. Por mucho que mostremos nuestros brazos dispuestos, la guillotina de la crisis nos los corta con demasiada facilidad.

Así pues, el domingo de ramos estrenaremos lo que yo te diga; los bolsillos vacíos y el ruido en la barriga.

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