lunes, 15 de marzo de 2010

Optimista, pero no idiota

Quiero ser optimista. Quiero participar del nuevo aire de ilusión que parece que por obra y gracia de esto lo arreglamos entre todos se está instalando en mi ánimo. Quiero seguir los consejos de Gasol y arriesgarme. Quiero convencerme de que mis iniciativas pueden llegar a buen puerto, formar parte del grupo de valientes que le plantan cara a la crisis con decisión y osadía. Quiero que el fruto de mis ideas me permita sobrevivir sin penurias. Quiero confiar en la disposición del aparato administrativo y financiero, orientada a ayudarme en mis proyectos, y darle una patada a la ruina para que los míos dejen de vivir siempre en un precario equilibrio. Quiero que el producto de mi trabajo revierta en beneficio propio y de todos y necesito creer que se evitará el naufragio si remamos todos juntos. Que nadie me diga que no voy a colaborar en salir de esto.
Voy a dirigir mis esfuerzos al positivismo más radical. Todo es bueno y es posible. Buscaré mi vertiente masoquista e hipotecaré mi futuro en un sueño, otrora inalcanzable, pero hoy tan ¿ asequible? a mis posibilidades, obviando que por cada nuevo empréstito, tres antiguos se van al garete por impagos y deudas. Sin financiación ni ahorro, recurriré al ICO, sin olvidar que este dinero también hay que devolverlo, y no es segura, ni mucho menos, la concesión del crédito. Voy a trabajar aún más y con más ganas y sacrificio, pese a saber que parte importante de mis impuestos va a los bolsillos de aquellos que me han conducido al umbral de la pobreza.
Pero no soy idiota. No me voy a olvidar de los impresentables que me están poniendo muy complicada la supervivencia. Ellos también tienen que coger un remo. Después ya hablaremos. Tendrán que dar explicaciones y pagar por sus errores. No sería justo que se fueran de rositas.

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