domingo, 14 de marzo de 2010

Mi objeción fiscal

Yo también quiero objetar fiscalmente. No por el tema del IVA, porque si no me lo quitan por ese camino, los magos hechiceros del Gobierno se inventarán otra manera de cobrármelo en cash. Te suben luz, agua, gas, gasolina u otra cosita de estas sin importancia, y dinerito al cajón. O le meten un achuchón al transporte, que de esa forma se disparan carne, pescado, pan y leche (la mala sobre todo). Cualquier truco que sirva para ajustar las cuentas y lavar el déficit, no vaya a ser que nos carguemos el euro y nos den con la puerta en las narices los socios de la Unión.
Mi objeción fiscal va por otros derroteros. A saber. Estoy muy cansado de tener que subvencionar con lo que pago con mis impuestos los distintos partidos y formaciones políticas que se han cargado la estabilidad económica y el equilibrio social de mi país. No tengo el por qué mantener a la colección de vividores que pululan en, y alrededor, de todas estas agrupaciones. Los elementos que hoy integran el aparato político en España no se merecen ni el aire que respiran, y voy a decir algunas de las razones de esta aseveración. No están preparados para los cargos que ocupan, no trabajan ni mucho ni poco, no cumplen con lo que juran al tomar posesión, no respetan las necesidades de un pueblo al que pisotean, y, lo peor, se burlan constantemente con sus actuaciones y comportamientos de todos nosotros. Pero, dado que ellos legislan, ya se encargan de cubrirse los riñones.
No quiero darles ni un céntimo más a estos vagos e inútiles. Pero no puedo evitarlo, porque me embargarían hasta la foto del DNI. Me siento estafado. Muy estafado. Me hablan de iniciativas, y lo primero que se inventan cuando se crea cualquier comisioncilla son diez o veinte sueldos (presidente y su vice, secretario y su vice, delegados y sus sub,…). Dinero calentito y fácil.

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