Cristóbal Montoro, azote del
infiel, sea éste funcionario, parado, autónomo, pensionista o simplemente tenga
la mala suerte de vivir para morir a su servicio, ha puesto los peludos encima
de la mesa. Aquí el que manda es él, y solamente él. Y los demás, a callar, o
se quedan sin postre. O eso cabe deducir de sus declaraciones respecto a la
reforma del sector eléctrico diseñada por el ministerio de Industria, Turismo y
Energía. “Hasta que yo lo decida, no irá adelante la reforma, lo anuncie quien
lo anuncie”. No tiene trono ni reina, ni nadie que le comprenda, pero es el
rey. El de bastos.
Y si no, que se lo digan a
José Manuel Soria, que ha tenido que esquivar la cornada del morlaco y defender
su castillo y sus competencias, recordándole al ministro de Hacienda que en su
maceta para miccionar hay que pedirle permiso a él, que para eso la cartera es
suya. El papel de don Cristóbal sería, “como
es lógico, opinar”. Y no ha tardado mucho en hacerlo, no te pienses tú que se
le iba a quemar la tostada.
El ministerio del Gran
Inquisidor, presto y rápido, ha hecho público un documento, titulado 'Hacienda
matiza su papel en la reforma del sector energético', o “de cómo te espero en
la calle, que te voy a correr a leches, boca rana”. En dicho incunable se
bendicen las palabras de Soria y asegura Lord Vader que no ha bloqueado ni
tiene intención alguna de frenar la
modificación que prepara hace meses el Ministro de Industria. Pero que no se le
suba a la parra, “Soria, yo soy tu padre, el lado oscuro controla el imperio, y
además corto el bacalao”. Vamos, que Montoro, ese hombre, es el principal autor
y valedor de todo lo que tenemos encima y lo que se avecina, que se augura ni
poco ni bueno.
A todo esto, me gustaría saber,
si no es molestia, qué opina de esta descompensada pelea de gallos Mariano Rajoy.
Más que nada porque la sangre es muy escandalosa y, a la que se descuide, el amo
del corral desnuca al pollito que se le ha puesto farruco, y tenemos montado
funeral y crisis de gobierno, la única crisis que nos falta en el gallinero
nacional. Creo, si no es mucho pedir, que algo debería decir, en voz alta y
clara, para que todos le oyésemos y quizás
entendiésemos lo que ocurre. Pero me temo que va a ser que no. Y como Rajoy no
se ponga en su sitio, acabará por darle la razón a los que consideran que el
Presidente del Gobierno es Monchito en España y Rodolfo en el extranjero, según
si la mano directora es la del Padrino Don Cristóbal o bien pertenece a la
Führer Merkel.
Madre, tengo miedo.
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