Es grotesco,
kafkiano y, sobre todo, deleznable. Cataluña cobrará tres euros a los niños que
se lleven la comida de casa al colegio, y la Comunidad Valenciana, modelo de
gestión a imitar, está pensando que también, que por qué no sablear un euro y
pico por alumno con tupper o bocata. Dice la consellera de Educación, Formación y Empleo de la muy noble tierra en
la que, no ha ce mucho, los billetes brotaban de naranjos y limoneros (que se
lo digan, por ejemplo, a Calatrava) que se trataría de una cifra simbólica,
justa y necesaria para sufragar la vigilancia de los menores a la hora del
papeo, no vaya a ser que esas bestias en edad escolar se devoren los unos a los
otros. Imaginadlo. Cacheos a la entrada de los centros por la mañana, para
localizar quién lleva una fiambrera escondida o un bocadillo que supera lo
establecido como almuerzo, y para evitar que ningún pequeño delincuente
introduzca mortadela con aceitunas de contrabando o alguna galleta de más, bajo
pena de azotes y requise del condumio. Pandillas descontroladas de zagalas y
zagales comiendo a hurtadillas bajo las escaleras, en los laboratorios o en las
azoteas, por turnos y con vigilantes apostados que garanticen la impunidad en
el delito. El trapicheo de filipinos acarrearía expulsión inmediata y los que
fueran capturados en posesión de dos piezas de fruta sufrirían el cepo en el
patio central. Y mucho ojo con llevar batidos de chocolate, prisión
incondicional sin fianza en el cuarto de limpieza. Traficantes de magdalenas en
la puerta de los aseos y bandas organizadas, especializadas en el hurto y saqueo
de macarrones con tomate o ensalada de pasta. Las rodajas de chorizo camufladas
entre las páginas de los libros de Educación para la Ciudadanía, que ahí no
mira nadie, y las barritas energéticas en la ropa interior, marcando paquete. Resumiendo,
estudiar y comer, lujos sólo al alcance de los ricos y de esos hijos de la gran
política y la banca.
No es
tolerable bajo ningún aspecto. Los usurpadores de la casta se han pulido el
dinero de la Educación (y el de la Sanidad, y el de la Dependencia, y el de la
madre que los parió) en otras fiestas y en sueldos ultrajantes, y ahora van a establecer
dos velocidades para los infantes, a imagen y semejanza de la muy querida Unión
Europa. Por un lado, los potentados, aquellos que se pueden pagar el menú y
encima desprenderse de las sobras, y por el otro los plebeyos, parias que, a
pesar de traerse los nutrientes de casa, aún tendrán que aflojar dinero por alimentarse.
Las cosas
claras desde el principio. Ahí, desde pequeños, que los desgraciados aprendan
rápido que hay dos mundos, uno para los privilegiados y el otro, pues eso, para
los que son carne de cañón. Muy democrático el tema. Todos iguales, qué no se diga.
A la rica enseñanza gratuita y obligatoria. Viva España, la Constitución y el
Mar Mediterráneo. La misma semana en la que se conoce que Fabra contrata a
tantos mil al mes un nuevo asesor para la Educación y la Formación Profesional,
un nuevo empleado público digital que nos continúe robando, se descuelga la
delegada de clase María José Catalá con este ataque, otro más, a los inocentes
del sistema. Tributos para pagar a los monitores. Mentira.
Hay que
terminar con esto de una vez. Y no por esta medida feudal, no, que de por sí no
es más importante que las barrabasadas anteriores. Es el cúmulo de circunstancias
lo que establece el límite de la paciencia. Pero, hay que reconocer que, sin
estar en lo más alto de los atracos institucionales, que cobren a los niños por
aprender y alimentarse, sí que es una pauta de procedimiento definitoria de lo
que tenemos y de lo que nos espera. Primero, porque marca las distancias desde
la cuna, dos caminos distintos para progresar en la vida y desarrollar las
aptitudes dependiendo del cuánto tienes, tanto vales. Segundo porque prostituye
el principio de igualdad, destruyendo la capacidad y priorizando la billetera. Tercero,
porque no sólo humilla, sino que también obliga a pagar por la humillación.
Cuarto porque quien lo propone disfruta de salarios y privilegios
aristocráticos sin mérito ni dignidad. Quinto, el ajuste se ceba en esta ocasión
en la base de las bases, y eso lo hace más doloroso. Y sexto porque clarifica
cuáles son lema y motivación de la deriva política del Gobierno Central y
Autonómico. Elevar el qué se jodan a las últimas consecuencias. Qué se jodan
los parados. Qué se jodan los dependientes. Qué se jodan los funcionarios. Qué
se jodan los pensionistas. Qué se jodan las fuerzas de seguridad del Estado y
los militares. Qué se jodan los autónomos. Qué se jodan los universitarios. Qué
se jodan las familias. Qué se joda todo cristo que no esté retozando en las
cimas del poder. Y qué se jodan los más pequeños, los niños.
A ver
cuándo nos toca a nosotros decidir si aceptamos la jodienda o contraatacamos, a
por ellos, con nombres y apellidos, joderles a base de bien. No estaría nada,
pero que nada mal. ¿Os apuntáis?...
Me encanta leer lo que escribe. Es un placer
ResponderEliminarUna pregunta me permite copiar alguno de sus comentarios.Es que lo quiero publicar en Face
ResponderEliminarTodos suyos, amigo/a. Y el placer, no lo dude, es mío. Aunque uno escribe siempre para sí mismo, el que alguien comparta lo que siente es, como poco, gratificante. Muchas gracias.
EliminarTodos suyos, amigo/a. Y el placer, no lo dude, es mío. Aunque uno escribe siempre para sí mismo, el que alguien comparta lo que siente es, como poco, gratificante. Muchas gracias.
ResponderEliminarMuy bien dicho, Tomás!! muy bien expuesto todo, te faltó agregar que esos señores que tanto recortan, no renuncian a sus coches oficiales, ni a sus tarjetas, ni a sus billetes vip para hacer viajes a Bruselas en concepto de mendigos disfrazados de políticos, ni a otras menudencias que largo es de explicar. Te apoyo, amigo!
ResponderEliminarGracias, Marisa.
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