viernes, 17 de febrero de 2012

De nuevo, Martínez, el de la UGT

Es que me pone de los nervios, me cabrea sobremanera que el camarada Martínez, de la UGT, ande paseando palmito y desvergüenza por estos mundos de Dios y encima adopte la actitud de víctima. No sé muy bien si mandarle al carajo, pasarlo por la quilla o, simplemente, ciscarme en sus muelas.
A ver. Este tío es el exponente de lo que hay que expulsar del sistema si queremos que España no se termine de convertir en la basura de Europa, que camino llevamos. Un pájaro que alimentar aparte. El excelentísimo señor Don José Ricardo Martínez, camarada Martínez para los colegas, es el secretario general de la UGT de Madrid… Sí, sí, si os debe de sonar, la UGT. Ese sindicato que se ha tirado siete años lamiendo la mano de su amo, y que, ahora que caen chuzos de punta, le esconde los rolex al rey león para que éste se arranque la camisa, entone una internacional que ha cubierto de mierda, agarre una pancarta y, al lado de su mascota, encabece manifestaciones varias.
Pues resulta que el liberado camarada Martínez, a los 2.300 euros mensuales que cobra de la RENFE desde hace 20 años por no ir a su puesto de trabajo, hay que sumarle 180.000 que levanta en calidad de consejero de Caja Madrid. No está mal para un representante de los trabajadores. Suelen decir algunos que cuando existen golfadas de éstas, la culpa no es del que se lo lleva, sino del que se lo paga. De acuerdo. Pero, lo que me repatea, es que el camarada Martínez se cachondee en mi cara.
A ver. Al individuo le cogen con el carrito del helado. Alguien, sea del posfranquismo o de la casa de su abuela, tiene el detalle de contarnos el negocio que tiene montado el camarada Martínez. Como es lógico, la prensa le interroga. Aquí es dónde, en lugar de reconocer la indignidad de su comportamiento, se sale por la tangente y vende su vida como si fuera Gandhi y estuviera borracho. A la pregunta de sí es verdad la información que le atribuye los treinta kilos, primero dice que no, para después decir que sí, pero que no, que la pasta no es para él, que se la queda el sindicato (será para abonar los desayunos del rey león). O sí o no. Pero eso no es lo que me molesta, la fauna ibérica porta en la sangre estos defectos.
El cobarde camarada Martínez no reconoce el mensaje e intenta disparar contra los mensajeros, para escaparse de rositas. Él, paladín de los trabajadores, denuncia que en un estado democrático no todo debería estar permitido, que este ataque que sufre es un intento de desacreditar a los sindicatos. Y, para rematar la estupidez, va y se descuelga hablando de la reforma laboral y de la manifestación del 19 de febrero. Mezclar aceite y agua. Vamos, que no te cuenta la vida y milagros de Pablo Iglesias porque a buen seguro que no se la sabe…Se puede tener más cara, pero no tan dura como la del camarada Martínez.
Además. Que un sindicalista acepte esa cantidad como consejero de una Caja de Ahorros, que lo mismo da que se quede el dinero o lo invierta en relojes, sólo tiene la consideración de premio por callar y consentir. La mejor manera de controlar al proletariado es comprando a sus líderes. Así nos luce el pelo

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