Mario Monti, Primer Ministro italiano y responsable de la cartera de Economía del país transalpino, asegura que tener un trabajo fijo es algo monótono y se argumenta para decirlo en la belleza de cambiar de trabajo y aceptar los desafíos. Además, en pleno cólico mental, el insigne economista emplaza a los jóvenes a acostumbrarse a no tener un trabajo fijo para toda la vida y se descuelga, como quien no quiere la cosa, con la amenaza velada de permitir el despido sin causa justificada. Berlusconi, su predecesor en el cargo, refocilábase gustosamente y sin pudor en encuentros orgiásticos y festivales varios. A éste por lo menos se le veía venir de lejos.
Ahora bien, Súper Mario parece el primo hermano de Belcebú. Al profesor Monti los italianos deben de temer como si de la peste se tratase. Les va a dejar mirando al palomo. Hasta este punto, y en el sálvese quien pueda en el que nos movemos, como que a nosotros nos tendría que traer sin cuidado lo que diga este señor. Pero ahí nos va a doler; discípulos tiene e imitadores le van a salir por esta España. Un tiro en la rodilla es menos doloroso que la doctrina económica que se va a aplicar en Italia.
Habla de alternar los trabajos y avisa con el despido a capricho un sujeto forrado hasta las cejas. Este caballero, que ha cobrado hasta de la Coca-cola mientras percibía unos ingresos fijos por su condición de docente e incluso rector universitario, advierte a su juventud de que la llevan clara, de que se tiene que someter al sistema, a la dictadura del mercado, a la ineptitud del político de turno y a la corrupción del okupa electo del sistema. Mario Monti, que se colocó en la alta política, si es que eso existe, en 1994 y que desde entonces no se ha sacado el pezón de la boca, avisa a su país de que va a hacer tabla rasa y cortar por donde le salga de las gónadas.
Tenemos enfrente al nuevo nazi económico, al decapitador, al doberman que no suelta su presa hasta que la ha descuartizado. Vamos, un gestor al que el pulso no le tiembla si de hacer sangre se trata. Es el modelo de político que, con las espaldas cubiertas y el sueldo seguro, decide atacar la crisis que él, junto con otros, ha provocado. Y lo más peligroso, y aquí es donde entramos los españoles, es que diseña el camino que deben seguir el resto de los brahmanes públicos que han secuestrado nuestro futuro mientras se entretienen prostituyendo nuestro presente.
Miedo me da que el resto de doctos dirigentes se adhiera incondicionalmente a los postulados del Primer Ministro de Italia. Y más miedo me da que monten una cumbre, se pongan de acuerdo y constituyan un nuevo grupo trágico-cómico con el que proporcionarnos de todo menos risa. Los Monti Phyton.
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