jueves, 5 de abril de 2012

Europa no tiene bastante, quiere nuestra sangre

A ver cómo se come esto. Resulta que, a pesar de los recortes con los que el extinto gobierno de los Zapatero, Rubalcaba y compañía tuvo a bien obsequiarnos; a pesar de los ajustes que la inmensa mayoría de los españoles estamos sufriendo para cubrir la nefasta, irresponsable y corrupta gestión que de nuestra vida han perpetrado estos integrantes de la casta política y sus adheridos; a pesar de tener que aceptar la dictadura de un sistema que protege y premia al torpe y al sinvergüenza; a pesar de conformarnos sí o sí con sobrevivir; a pesar de tener que penar con una reforma laboral durísima que cercena, y de qué manera, nuestros derechos; a pesar de ver cómo con los Presupuestos Generales nos toca encima aún subsistir ingresando menos y pagando más por lo básico; a pesar de someternos humillados a las directrices que emanan desde el invasor alemán; a pesar de la lucha constante que hacemos contra la hambruna que se nos avecina; a pesar de los pesares, a pesar de todo lo dicho y de muchas cosas más, vienen de Europa ahora los cuatro impresentables de siempre (iba a escribir gilipollas, pero, como veis, no lo he hecho) y dicen que no hay bastante, que la sangría es insuficiente y que todavía tenemos que ofrecer un sacrificio mayor.
Estos carroñeros (insisto, no he escrito gilipollas, que quede claro) cuya palabra es palabra de Dios para los mercados, estos mal nacidos que alimentan a los especuladores y demás alimañas con sus actos, estos políticos que controlan nuestras vidas, por obra y gracia de nuestra estupidez, éstos, éstos, éstos y sus socios en el latrocinio, no persiguen otra que destruir España y a los españoles. Y, que nos quede claro, clarete, que no se van a detener hasta que lo consigan, nunca verán saciado su apetito mientras seamos tan primos de continuar jugando a su juego y con sus reglas (aquí tampoco afirmo que los gilipollas seamos nosotros, aunque lo parezcamos).
Mirad. He leído la carta del jubilado griego que, desesperado, se ha pegado un tiro en la puerta del Parlamento de su país. El hombre ha preferido matarse antes que hurgar entre la basura en busca del sustento, morir de pie a vivir arrastrándose. Y en su misiva habla del día que los jóvenes cogerán las armas y colgarán boca abajo a los traidores que han asesinado y asesinan Grecia. Ahora, con permiso y salvando las distancias, extrapolemos la situación a España. Muchos son los que ya tienen su supermercado en los contenedores y, de continuar accediendo al dictado de estos gilipollas (se me ha escapado, lo siento), serán, o seremos, legión. Está apretando tanto que les puede, que les va a estallar en las manos.
Yo, por mi parte (no rijo muy bien, ya sabéis), si me veo en la tesitura de volarme la cabeza o comerme la basura que otro desprecia, casi que ni lo uno ni lo otro. No soy partidario de inmolarme ni tengo alma de mártir. Así que, si no hay otra que pegar tiros, sé muy bien en la dirección que irían los mismos. Pero esto yo, un juntaletras al que la medicación nubla el sentido y que sólo escribe chorradas varias. Tú harías otra cosa, ¿no?...

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