¿Es el fin?

Es un buen día. Y puede convertirse es un gran día siempre y cuando el comunicado de ETA anunciando el cese definitivo de su actividad armada sea un primer paso que preceda al sometimiento de los asesinos a la acción de la justicia y a la entrega real y efectiva de sus instrumentos de masacrar. Porque si no es así, si los criminales continúan poseyendo los medios para sembrar la muerte, lo dicho por los encapuchados será sólo una trampa más de la banda. Despejar el balón y ponerlo en el campo contrario, aprovechar la internacionalización de su barbarie, celebrando su bautizo como confrontación y conflicto, y volver a mentir de nuevo, reorganizarse y fortalecerse. Porque aunque ahora aparente debilidad y en efecto haya perdido gran parte de su poder, ETA sigue manteniendo la capacidad de matar.
Por eso, receloso del matón que promete no hacer daño pero que conserva en el bolsillo su navaja, de momento sólo me ilusiono, y no empezaré a sonreír hasta que las palabras se transformen en hechos, las armas las tengan los buenos y los ejecutores acepten su castigo. En definitiva, hasta que se pueda hablar sin el temor de que una de las partes saque su pistola y dispare.
Y , por si no fuera razón suficiente, tampoco puedo confiar en aquéllos que muestran reconocimiento y homenajean a los suyos, y se olvidan de todos los que mataron cobardemente.
En definitiva, al igual que el resto de los españoles, deseo con toda el alma que éste sea el comienzo del fin, pero, lo siento, no me fío de ellos, no es la primera vez que el lobo enseña su garra tiznada de blanco por debajo de la puerta. Y no lo haré mientras puedan atentar contra nosotros.