jueves, 13 de octubre de 2011

Una golfería. Y usted que lo diga

La verdad es que la prensa es manipuladora y malvada. Cuando la toma con alguien, va a por él a muerte. Qué se lo digan a José Blanco, un “político bueno”, en palabras de Caamaño. No hay día en que no le restrieguen alguna boñiga por la cara. Y es que en este sistema político controlado por tahúres no se puede ser honrado. A la mínima que un ministro se niegue a pasar por el aro, se la lían parda.

Lo digo por la Operación Campeón. A la chapuza de la gasolinera se han añadido nuevas acusaciones por parte del “delincuente” Dorribo. Según éste, un socio suyo y amigo personal del ministro de Fomento, José Antonio Orozco (vicepresidente de Azkar) pagó una parte de la modesta casa que Blanco ocupa en Las Rozas, un chalecito de 300 metros cuadrados escriturado en unos 600.000 euros. Según el imputadísimo empresario lucense, Orozco presumía por ahí de sus relaciones con el titular de Fomento. Cuenta, incluso, que, durante una cena, Blanco descolgó su teléfono móvil y le solucionó un problemilla que tenía con un almacén en el aeropuerto del Prat. Para eso están las amistades. Ya se sabe que quien no tiene un amigo, no pilla cacho del tesoro (¿o no era así el refrán?).

Pero ahí no para la persecución, no. Hay más. La canalla periodista que está sacando los trapos sucios de Pepiño se ha entretenido valorando los contratos adjudicados por Fomento. Y se ha encontrado con una empresa constructora, propiedad de un paisano de José Blanco, que ha multiplicado por 40 su negocio, creciendo a lo bestia. Será casualidad, pero Antalsis, en el peor momento que se recuerda para las empresas que se dedican a la obra pública, ha pegado un pepinazo del carajo. Y también será casualidad que este desarrollo tan espectacular coincida con la entrada de Blanco al ministerio de Fomento. Lucubraciones de mal pensados que se la han jurado al honorable ministro.

Dice Blanco que todo es una golfería orquestada en su contra. Y puede que tenga razón, que entre golfos está el juego. Pero oler, lo que se dice oler, no huele. Apesta de lejos. Demasiadas sombras que oscurecen la gestión del número dos del PSOE, cubriéndola de sospecha. La justicia nos dirá, si le dejan y puede, quién o quiénes ejercen de granuja en el tema. Mientras tanto, el ministro continúa siendo ministro. Así es España y así nos va.

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