miércoles, 5 de octubre de 2011

Pepinho, el traje y la cama.

El Mundo ha presentado nuevos datos sobre la presunta implicación de José Blanco en la “operación campeón”. Según informa el diario, la sucesión de hechos es sencilla. Manuel Bran, primo del ministro, llama a Pepinho desde un teléfono móvil intervenido y le pide que se reúna con Jorge Dorribo. El número dos del PSOE accede y, ni corto ni perezoso, acompañado por un automóvil de escolta y una unidad de la Guardia Civil, que sólo faltaban ahí las cámaras de Tele 5, recoge al empresario en una estación de servicio de Guitiriz (Lugo) el pasado 5 de febrero. Hasta aquí es todo es tan surrealista y tan canalla que parece el guión de una nueva entrega de Torrente.

Ahora viene donde la historia se muestra diferente según sea el narrador. Ambos, empresario y ministro, reconocen haber hablado sobre unos favorcillos de nada, despistar unos euros para la causa propia. José Blanco dice que se limitó a escuchar lo que el otro vomitaba y que después no realizó nada de lo solicitado. Sin embargo, Dorribo declara que el ministro portavoz le dijo: “Si te portas bien conmigo, yo me portaré bien contigo”. Un morreo en toda regla. El contenido de la conversación es de lo único de lo que nadie conoce la verdad, salvo los dos interlocutores. Pero no tendría que ser una discusión violenta cuando, tras el entente, ministro y empresario acudieron cerca de Parga a comerse un cocidito.

José Blanco ha reaccionado. Dice que mañana, por el jueves, presentará una querella contra Dorribo. Me parece bien, eso es lo que tiene que hacer, lo que tendría que haber hecho diez minutos después de que el empresario le acusase, sin esperar más. Pero eso no quita que haya metido la pata hasta el escroto. Muy torpe es recoger a un delincuente en una gasolinera siendo ministro. Muy torpe y una tontería de las que hacen época. El cerebro está para usarlo y ese día, como poco, José Blanco se lo dejó olvidado en casa. Nadie le echa mierda encima, se la ha vertido él mismo sobre los pantalones a paladas. ¿A quién se le ocurre semejante estupidez?

No se trata de linchar a la mujer del césar por comportarse como una meretriz. Debía haber guardado las formas, que para reuniones están los despachos y no las gasolineras. Y, por mucho que le pese a alguno que ve en él al Cid Campeador, tiene que asumir su responsabilidad, coger la puerta y salir a defenderse como los inocentes, sin el escudo político. Porque si no lo hace, el supuesto traje que se ha puesto se transformará en una sastrería entera. Ese si te portas bien conmigo, yo lo haré contigo es de asqueroso, insoportable. Son palabras de cama barata y enfermedad venérea, purgaciones para el sistema. Y uno está harto ya de tantas deyecciones de políticos de medio pelo y mucha cara.

tomassalinas.blogspot.com

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