lunes, 10 de octubre de 2011

Grande, Alfredo, grande

Hemos tenido mala suerte, muy mala suerte. Rubalcaba afirma que algunas propuestas que está haciendo ahora para convencer al electorado y ganar las elecciones, no las puede poner en práctica porque él no está en el Gobierno. Cachis la mar. Tiene el jarabe para la tos pero no lo puede abrir porque no toca, así que a toser hasta que nos revienten las sienes, qué le vamos a hacer.

Eso sí, medallas de mercadillo se cuelga y presume que ha influido en Zapatero en las grandes rectificaciones de última hora, ésas que, por su alto grado de preparación, entre quince y veinte minutos a fuego fuerte, para qué más, generan tanta confianza en los econocidas mercados. Si es que si no llega a ser por él, recurriríamos meses ha al canibalismo para sobrevivir.

Postrémonos pues ante el beatífico don Alfredo y entonemos cánticos de alabanza cuando su mayestática presencia digne bajar del empíreo de la sabiduría y regale su gracia a los mortales. No a muy tardar llegará el día en que, guitarra en mano y cual Peret que se precie, guiará nuestras conciencias por el camino de la verdad. Aleluya.Mira que lo intento, pero no puedo con él, se me atraganta. Es el cinismo personificado.

Dice que para lo bueno y para lo malo ha sido miembro del Gobierno, pero que no le duele prenda de asegurar que hubiera hecho algunas cosas de otra manera. Pues leche, haberse espabilado un poco que la que tenemos encima nos ha metido, nos mete y nos va a meter cornadas por todo el cuerpo. A mí no me vale el pío, pío, que yo no he sido.

Pinocho Rodríguez fue malo ya que era un muñeco de madera sin corazón ni cabeza .En contra, Alfredo Grillo fue bueno y, como neurona pensante del presidente, llegó hasta donde la marioneta le permitió. Atadito de pies y manos le tenían al pobre. Sólo hay que oírle y disfrutar de su humor. No tiene fin, como el invitado estrella de una cena de idiotas. Es glorioso escuchar cómo admite que uno, el otro y el resto de la compañía reconocieron la crisis muy tarde, y que la burbuja se la comieron, patatas y todo. Un reconocimiento explícito de incompetencia suma y/o torpeza mayúscula. O muy ciegos o muy tontos.

En definitiva, que por hoy ya he tenido bastante ración. Éste es el nuevo Rubalcaba, el mismo de antes pero con voz de seminarista, un iluminado que proclama que de su mano volveremos a existir. La careta entera, con su oreja y su morro. Con su mucho morro.

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