lunes, 14 de mayo de 2012

El corro de la patata


Piensa Paul Krugman que en junio se nos caerá el cielo encima. Grecia fuera del euro y corralito en España e Italia. Y, como así lo piensa, así lo ha escrito en el New York Times. No tendría mayor importancia si no fuera porque este señor es el Premio Nobel de Economía y premio Príncipe de Asturias, lo que viene a significar que algo debe saber del tema. Para echarse a temblar.

A ver cómo lo argumenta. La salida de Grecia del euro traería cuantiosas retiradas de bancos españoles e italianos de depositantes que se llevarían su dinero a Alemania. A continuación, se establecerían sí o sí los mecanismos de control necesarios para prohibir transferir esos depósitos fuera del país y limitar la disponibilidad de efectivo. Vamos, un corralito de la leche.

A continuación, todo quedaría en manos de una Alemania que, o aceptaría inyecciones masivas de capital público en España e Italia, permitiendo una inflación más alta en la zona euro, o por el contrario consentiría el colapso y le daría el RIP a la moneda única. Buf. Y es que los condicionantes para que en España los ahorradores se queden mirando el palomo se dan de lleno. Basta con un vistazo a la sucesión de circunstancias y hechos del corralito argentino y el posterior corralón para constatar que, tarí marí, vamos por el mismo camino y a toda velocidad.

Yo, particularmente, como debo hasta de callar, no tengo nada que hacer; mis ahorros se limitan a una telaraña y media rodaja de salchichón. Pero si tú, tacita a tacita has juntado algo, vete pensando cómo protegerlo, que igual te lo limpian. Compra dólares o francos suizos y escóndelos bajo la baldosa, invierte en lingotes pequeños de oro, ábrete una cuenta en un Banco alemán que opere en España, saca la pasta y caminito a Andorra o compra acciones de Coca Cola o Mac Donalds.  Que el Nobel dice que el sistema financiero va a petar. Tú mismo.

Ahora bien. Antes que nada recuerda que el corralito no es más que pánico, ir a recoger lo tuyo y encontrarte con que no hay billetes para ti. Si lo controlas, una de dos. O te quedas sin un euro, o, siempre y cuando los demás hagan lo mismo que tú y no toquen sus dineros, simplemente no se produce.

De todas maneras y en previsión de futuros acontecimientos, cojámonos de las manos y cantemos unidos el corro de la patata, donde comen los señores, naranjitas y limones, alupé, alupé, sin un euro me quedé. Porque a buen seguro que los señores ya están resguardando lo suyo, que van muy por delante de ti, plebeyo.

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