domingo, 13 de mayo de 2012

Érase una vez el cuerpo humano...español.


El domingo, al referirse a la economía española y a la firmeza del Gobierno a la hora de intervenir las cuentas de las CC AA  por la mala praxis de sus dirigentes, Mariano Rajoy ha realizado un símil anatómico-forense, vive Dios. Tras dejar claro que se va a exigir a los políticos que cumplan (mandan huevos tener que recordar a los electos autonómicos que están donde están para gestionar, y no para pulirse lo ajeno), y, en defensa de las sangrantes medidas que el Gobierno impone, ha asegurado que España necesita "una economía competitiva, flexible, ajustada a la realidad", comparando el desastre español con el cuerpo humano: "Podemos tener bien los riñones, el hígado, el corazón, pero si el sistema circulatorio no va bien...". Bien, ajustémonos a la realidad. De los que hay cobrando, me sobran todos o casi todos, esa es la realidad. Dado que no van por ahí los tiros, estimados niños, recuperemos una educativa serie de dibujos animados para animar el cotarro.
Érase una vez…el cuerpo humano. Capítulo uno; los riñones. Los españoles tenemos riñones. Cierto. La casta nos maja a palos día tras día, desde hace mucho tiempo, y aguantamos la paliza estoicamente, cual viejos rucios. Ergo, riñones hay, pero muy castigados, dializados, a punto del colapso. Y en estas épocas de miserias, los viernes latigazos, aunque cumplas, borrico.
Capítulo dos. Hígado. De eso tenemos, metabolizando toda la porquería que de unos años al presente nos han estado inyectando los gestores públicos. Más que hígado, higadillos con hemangiomas de tamaño familiar. Hepatíticos todos, ya nos falla también, gracias a las constantes agresiones de la casta.
Capítulo tres. Corazón. De melón. Vamos, que nos queremos. Que nos queremos ver muertos. Yo no te trago, tú a mí tampoco, no te me arrimes que apestas, mientras no me toque a mí qué más me da, para qué voy a pelear si no va a servir para nada, haga lo que haga, siempre están las mismas caras en los mismos sitios, salva tu culo, que del mío me encargo yo. Corazón. Hemos perdido la identidad, hemos perdido el corazón. La casta nos tiene donde le conviene. Duele la verdad.
Capítulo cuatro. Sistema circulatorio. El dinero va de mano conocida a mano conocida, la riqueza circula pero en circuito cerrado. La casta se ha montado un Montmeló para manejar los billetes a capricho. Hoy estoy en la pole, mañana en segunda  línea, pero en parrilla, si las cosas van mal, de probador, y en el peor de los casos, un palco vip, pero no me sacan de aquí ni con disolvente. Si no fuese porque la culpa es nuestra, que incluso a algunos les votamos, osaría decir que me faltan Capone, Luciano, Vito Genovese y Provenzano para tener completa la colección.
Y, para terminar, capítulo cinco. Lo que nos falta. De esto no hay, Y si hay, bien escondidos están. Atributos, femeninos y masculinos. Si los luciéramos, la casta huiría despavorida, no les quedaría otra. Seguro. Pero no es el caso. Y, claro, si el gobernado no los pone encima de la mesa, el gobernante tampoco. Acabaremos hablando alemán…

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