Breve. Muy breve. Si la Fiscalía negocia con el duque de
Palma y su socio de tropelías, de forma y manera que el uno y el otro se
marchan de rositas sin visitar la trena, y no tira del carro hasta el final
para que la Ley actúe igual que lo haría en cualquier otra circunstancia y con
cualquier otro imputado, el que suscribe, o sea, yo, se embarca en una patera
rumbo a Marruecos para, una vez allí, solicitar asilo político. Porque, aunque
la Justicia marroquí esté bajo el capricho y control del dictador Mohamed VI,
allí por lo menos sabes a qué atenerte, se ve venir de lejos la felonía. Pero
en este puñetero país, por mucho que te digan que todos somos iguales, te la
cuelan por todos los lados. Y yo estoy hasta los mismos de que me tomen por
tonto.
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