Un poco de memoria no viene mal. El año pasado, el secretario de Estado de Hacienda aseguró que los objetivos del déficit hacía que fuera imposible mantener el acuerdo salarial pactado para los funcionarios. Era el mes de febrero de 2010, arreciaba la tormenta económica, y las palabras de Carlos Ocaña auguraban lo que iba a venir. Pero claro, como políticamente no parecía el momento oportuno, en el Ministerio de Economía y Hacienda tardaron poco en reaccionar y dejar caer uno de sus embustes: “El Ministerio de Economía y Hacienda quiere aclarar que el Gobierno respetará en su integridad el acuerdo alcanzado con los sindicatos sobre el salario de los funcionarios“. Era el 25 de febrero. El 13 de mayo los mismos que se hartaron de negarlo anunciaron el recorte canalla al salario de los empleados públicos.
Ahora el río baja revuelto de nuevo. Parece ser que una trampa en los Presupuestos de este año habilita al Gobierno para realizar un recorte encubierto en el sueldo de los funcionarios a través de una rebaja en la paga extra que cobrarán el próximo mes de junio. Un leñazo que oscilaría entre los 126 euros para un auxiliar administrativo y los 500 para un médico o un profesor, según la estimación realizada por Gestha, el sindicato de técnicos de Hacienda.
Los jefes de todo, no olvidemos que máximos responsables de la situación actual, dicen que esto es mentira: “En relación a la noticia aparecida en varios diarios en los últimos días, en la que se afirma que el Gobierno planea reducir las pagas extra de los trabajadores de las Administraciones Públicas, el Ministerio de economía y Hacienda quiere desmentir rotundamente la información publicada y aclarar que ni ha considerado, ni está considerando, ni hay previsión de hacerlo, medida alguna que pueda suponer un recorte salarial para el personal, tanto funcionario como laboral, al servicio de la Administración” (para echarse a temblar). En el mismo comunicado, el Ministerio dice que “lamenta la falta de sensibilidad y sentido de la responsabilidad que muestran algunos sindicatos y medios de comunicación al dar pábulo a rumores”.
A ver si consigo aclararme. Resulta que el Programa de Estabilidad 2011-2014 señala claramente que el Ejecutivo tendrá que hacer un ajuste adicional para lograr el objetivo de déficit de 4.000 millones de euros que salen, pues no hay otro sitio donde pescar, de restarle a los 15.000 millones de euros del ajuste los 11.000 ya contemplados por la congelación y la menor tasa de reposición. No hay más dónde rascar, tal y como han dejado de limpias las arcas. Algunos sindicatos, los que no comparten mesa y cuartel con el ejecutivo, quieren que se sepa la verdad y por eso lo denuncian, para que Salgado, Chaves o el que sea responda con claridad sobre el tema y explique cómo lo van a hacer pues, insisto, no hay otro sitio para hurtar lo que necesitan para tapar su vergüenza que el bolsillo del funcionario. Así está el patio…
Miren ustedes, los que gobiernan me han afiliado al colectivo mayoritario de los que no creen nada de lo que salga de sus filas. Pertenezco pues a la ingente masa de engañados y estafados por la casta política gobernante, por estos falsos socialistas apoyados por aún más falsos sindicalistas que lo único que ofrecen son representaciones burdas y trágicas de su incompetencia. Confío más, pero que mucho más en lo que los colectivos no traidores de trabajadores aseguran que en lo que Elena Salgado, ministra del desastre, José Antonio Benedicto, director general de Costes de Personal y Pensiones Públicas, Consuelo Rumí, secretaria de Estado para la Función Pública o el mismo heredero de dios, Alfredo Pérez Rubalcaba, puedan manifestar. Los primeros, representantes de los trabajadores, se ven encima el atraco, mientras que los segundos, ¡ay, los segundos!...son políticos que sólo piensan en votos, esperpentos de la sociedad, timadores y trileros públicos que adornan su existencia con mentiras mientras saquean con impunidad y alevosía las vidas de todos. No son de fiar.
Mucho me temo que después del 22 de mayo, antes de salir por patas, éstos van a terminar de arrasar el país, van a dejarlo irrecuperable, van a morir matando indiscriminadamente y sin compasión. Tenemos que expulsarles ya, sin tardanza, mientras aún podamos, o estaremos definitivamente perdidos. Y no es alarmismo. Es miedo.
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