Y, bueno, parece que nos la metemos ya, que no queda remedio, que nos vamos de cabeza a segunda división. Aunque yo soy de los que piensan que aún estamos vivos, que el Hércules es muy capaz de ganar los cuatro últimos partidos y salvarse, hay que reconocer que la situación actual invita a pensar en el desastre.
En este punto es donde se tercia el turno de agradecimientos y felicitaciones. A saber, el primero al que hay que premiar es al gran, gran, gran Esteban Vigo, espléndido entrenador y glorioso vividor que ha hundido al equipo en la miseria (no sé dónde esconde la vergüenza este hombre). A continuación, cómo no, unos maravillosos jugadores, ejemplo de honestidad y profesionalidad, que se han esforzado por hacer el ridículo. Y, para finalizar con las cercanías, una directiva y una secretaría técnica que no han podido, no han querido o no han sabido estar a la altura.
En fin, en esta competición adulterada a capricho por los grandes (que se lo digan a Zaragoza y Real Sociedad), el Hércules ha naufragado y se aproxima al abismo arrastrado por comportamientos, actitudes y aptitudes. Digno remate sería poner en la puñetera calle a Drenthe (hay que ser golfo)y a Trezeguet ( poca dignidad le queda al veterano), y llevar al Boquerón transformado en chanquete a los tribunales, a ver cuándo selló y con quién el compromiso que tiene para entrenar el año que viene. A los aficionados sólo nos queda rezar para que los mismos que nos han conducido a donde estamos nos saquen del atolladero ganando lo que resta. Quizás sea mucho pedir, ¿no?
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