La verdad es que voy a echar de menos al presidente cuando por fin se pegue el dos y se retire en León. Llegó al poder y se hizo querer, con su simpatía, su talante y su aguda inteligencia. Era divertido verle actuar como el oso Yogui, zampándose todo sin importarle un pimiento, arrasando con la caja, repartiendo a diestro y siniestro lo que hubiera, sin medir las consecuencias. Siempre con la sonrisa encima, aunque se pillara las vergüenzas con la tapa de un piano. Mientras la talega de los dineros sonara, eso significaba que algo había dentro para pulírselo. ¡Qué tiempos! Todo alegría, derroche y frenesí, ¡fiesta!, que aún queda birra en la nevera. Qué no falte de ná, qué no, qué no.
Ahora la cosa ha cambiado. Se le ve triste, cansado. Son tantas las mentiras que ha dicho y tantas las tonterías que ha hecho que ya nadie se cree nada de lo que dice ni confía en nada de lo que hace. Los suyos no le quieren ver ni en pintura, y los que no somos suyos, pues menos. Hasta JR era más popular, hasta Calimero tenía más amigos. Así que ha decidido que lo mejor es marcharse al retiro, abandonar esta vida tan ingrata a la que tanto ha dado y de la que tan poco ha recibido. Este gran pastor de hombres, este caudillo, adalid de las causas sociales, se despide de la vida pública. Lágrimas de cocodrilo derramadas por toda la geografía española, los chinos agotan los pañuelos de papel.
Pero magnánimo y generoso como es, para seguir dando, qué digo dando, regalando su grandeza y sabiduría, Zapatero entretiene al respetable de mitin en mitin, luciendo orgulloso su saber y exhibiendo soberano su presencia. ¡Qué gusto da oírle! ¡Qué placer para los sentidos deleitarse con sus aventuras! ¡Qué colosales son sus chascarrillos! Desde que fallecieron Eugenio y Gila ninguno había alcanzado tan altas cotas en el complicado arte de la comedia y el descojone.
Va a animar la campaña, sin duda. Donde le dejen hablar (que en Cataluña y Valencia, por decir algo, va a ser que no, que resta votos) extenderá el manto del humor más lejos de lo que la simple mente del hombre pueda entender. Este fin de semana, por ejemplo. Después de traicionar el acuerdo contra el terrorismo que tenía con el PP, después de la manipulación ladina del Tribunal Constitucional para conseguir su propósito y aparecer limpio, se descuelga con lo de que el partido popular usa el terrorismo como argumento en el combate político, que no respeta las instituciones, y lo ubica lejos, muy lejos, más a la derecha de la derecha europea, allá por Mongolia, digo yo. Continúa, cachondo y ameno, culpando a Rajoy del paro, de la situación económica, de los recortes sociales, de todas las burbujas que existan y hasta de la muerte del Torete.
Pero eso no es todo, qué va. Ha estado increíble cuando ha narrado su afición a correr de madrugada allá por donde va de visita. Parques maravillosos, con gente practicando tai-chi. Clavadito a esta España segura que ha creado en los últimos años, que como salgas a hacer deporte de noche, correr correrás, pero para salvar el culo. Y lo más grande ha sido su defensa del Estado del Bienestar, advirtiendo que si gobernase el PP lo desmantelaría, haciéndolo pasto de la inversión privada. Sembrado, el patrón del país al manifestar que las políticas sociales irían para atrás. Como si eso fuera posible todavía. Además, ¿De qué estado de Bienestar habla? ¿Del suyo y del de su banda? Porque el otro, el de todos, mejor que ni lo mentase ya que pasó hace tiempo a mejor vida asesinado por él.
Lo que yo diga. Se le va a echar en falta. Porque, seamos sinceros, no tenemos más remedio que partirnos de risa con él. O eso, o nos lo cargamos. Y esto último no estaría bien visto.
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