Una pregunta, sólo una pregunta. ¿Por qué el Gobierno andaluz y el PSOE no quieren transparencia absoluta en el tema de los ERE? Huele mal, muy mal, y la actitud de la Junta no ayuda a airear el ambiente, más bien todo lo contrario. Si no hay nada que ocultar, si de verdad son los que son y ya está, lo cual es gravísimo ya por sí solo, qué problema hay en que se conozcan actas y lo que no son actas.
Un aroma fétido rodea el asunto, el PSOE andaluz parece ocultar la magnitud de lo que supone y es uno de los casos más lamentables y escandalosos de los últimos tiempos, una enorme y vergonzosa capa de basura, un atraco que excede los términos de la corrupción y la podredumbre. Y digo parece porque así se nos presenta, porque si no, cómo comprender que no se aporten luz y taquígrafos desde las filas socialistas. Todo indica que el PSOE y el Gobierno andaluz esconden la verdad pues ésta les devoraría de hacerse pública. Esto es lo que comunican con su comportamiento y esto es lo que dan a entender.
Dentro de la clase política está la figura del político parásito y corrupto que utiliza la mentira como arma y escudo; forma parte del juego de su casta manipular la verdad y camuflar deslices y tropelías. Es un sujeto tóxico, una ponzoña que destruye el sistema, que todo lo realiza en beneficio propio. Este tipo de individuo es el que controla la corrupción y es el culpable de que el modelo de sociedad democrática que conocemos tenga las horas contadas. Andalucía sufre una epidemia de ellos.
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