José Luís Rodríguez Zapatero ha manifestado en el Comité Federal del PSOE que no se presenta como candidato a las elecciones generales. Bueno, ¿y qué? ¿Qué aporta a España el saber que el peor presidente de la historia no piensa participar en las próximas elecciones? Nada de nada. El daño que ha infringido con su impericia a la economía española es de tal magnitud que tardaremos años en recuperar parte del equilibrio destruido. Y, que yo sepa, aún va a estar unos meses más haciéndonos la puñeta con la inestimable colaboración de los que se van a apuñalar por sucederle.
No nos dejemos engañar, que esto no es más que humo, entretener al personal mientras el país continúa desintegrándose. Siguen al frente los mismos que han colaborado con el presidente en la debacle, no hay ningún cambio, los torpes que han consentido y arropado a su jefe, aquellos que son igual de culpables que él, van a perseverar en el empeño de conducirnos al total desempleo. Que Zapatero se presente o no a la reelección es un tema secundario, de tipo interno, que sólo afecta al PSOE. Una media tinta para apaciguar ánimos y ganar algo de tiempo para recomponer la formación socialista.
La renuncia de Zapatero a mí me trae sin cuidado porque no es la que se necesita para recuperar resuello. Reconozco que alivia saber que este gran mentiroso sale escopetado de nuestra vida. Pero, aun siendo balsámica, no es la medida definitiva. Lo imperativo es que se convoquen ya elecciones generales y que este Gobierno inepto que ha deambulado de error en error nos otorgue una oportunidad para buscar la supervivencia por el camino que consideremos más conveniente. Lo demás, son chorradas.
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