A ver si consigo explicar lo que siento sin que ningún exaltado se ofenda y me lance sus garras al cuello. Resulta que para algunos el aborrecer este gobierno de opereta, es ser un facha; el rebelarse contra la traición de los que se autoproclaman socialistas mientras destruyen los avances sociales, es formar parte de los que bombardearon Gernika; el no comulgar con la política absurda que ofrecen desde el poder gente sin preparación ni formación, es ser miembro de la derecha reaccionaria; el sufrir día sí y día también la maldita incompetencia de los que dirigen el destino del país, es traicionar al estado; el asistir impotente a la aniquilación de cualquier posibilidad justa de futuro para mis hijos, es atentar contra la libertad de enseñanza; el tener que apechugar con las consecuencias de los desastrosos comportamientos por parte de los que me mienten por costumbre, es querer destruir la democracia; el no aceptar que el rico sea más rico mientras la clase trabajadora se empobrece por culpa de unas nefastas directrices económicas de un ejecutivo vendido a los grandes intereses financieros y a la banca, es pertenecer a la ultraderecha; el maldecir a unos sindicatos cuyos acomodados dirigentes son cómplices y responsables de la situación actual, es formar parte de la oligarquía; el ser consciente de que con éstos al frente el país se desintegra, es desear el derrumbe total de la sociedad y la economía española; el no reír las gracias de titiriteros de mitin dominguero, es no ser español…
Me quedan muchas razones para exponer, y todas me colocan enfrente del Gobierno socialista diciéndole a la cara que se marchen, que dejen paso a gente más preparada, que desparezcan de los órganos de control porque están conduciendo al país a la debacle absoluta, y que lo hagan ya, que convoquen elecciones generales, que me dejen decidir si quiero que sigan asesinándome o, simplemente, prefiero dar la opción de gobierno a otros. Por creer esto, por necesitar un cambio urgente, los defensores del socialismo patrio me sitúan directamente con las tropas de Franco entrando en la península el 18 de julio del 36.
Pensar distinto, sentir distinto y opinar distinto, significa para estos personajes que dicen representar la libertad ser, como mínimo, un golpista. Hablo de gente que se ha apropiado de forma bastarda de la democracia, que considera que la razón es suya, que la verdad es suya, que la libertad es suya, que la justicia es suya, que todo es suyo y que el que no esté en su fila es un perro, un criminal nazi, un exterminador fascista. Hablo de descontrolados sin argumentos que, por ejemplo, sacan ahora la guerra civil para intentar encender sentimientos que ellos han apagado con sus acciones y con sus palabras. Hablo de individuos que a falta de razones buscan el enfrentamiento, la eterna división del país en dos, hurgar en las heridas, olvidando que sangre hubo en todos los lados.
No me apetece entrar en el juego que plantean, pero no sería justo conmigo mismo si me callase, si no reaccionase ante el aluvión de estupideces sin sentido y chorradas malintencionadas que ya han empezado a arrojar desde el bando de los iluminados. Antes muerto que en silencio. En consecuencia, que me llamen lo que les dé la real gana, que me encasillen donde sus limitadas mentes les ordenen, que junten letras para intentar la ofensa y el insulto, para provocar la confrontación. Me van a encontrar delante de ellos para decirles, con todo el respeto que me merecen, que a mí no me engañan ni una vez más, que ya me he hartado de manipuladores, embusteros, inútiles y torpes, y que si lo que quieren es guerra, hallarán en mí siempre una respuesta educada, una sonrisa cordial de un opositor al régimen que está dispuesto a plantarles cara, y un cariñosísimo váyanse a hacer puñetas. Lo dicho, besitos para todos.
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