jueves, 22 de septiembre de 2011

Grecia abre el camino.

El Gobierno griego ha anunciado las nuevas medidas de ajuste que le reclama la troika (Comisión Europea, FMI y BCE) para asegurarse la reducción de su déficit. Un nuevo paquete de recortes que se cierra en torno al cuello de los funcionarios públicos y los pensionistas. El Ejecutivo de Papandreu ha aprobado una especie de ERE a 30.000 empleados públicos consistente en reducir un 40% el salario actual y concederles 12 meses para encontrar un nuevo trabajo en el sector público si quieren conservar sus empleos. Y con las pensiones aplicará una reducción del 20 %a las que sean superiores a 1.200 euros. Aparte de esto, prorrogará el impuesto sobre bienes inmuebles hasta el 2014, quedando libres de pagar sólo los que cobren menos de 5.000 euros al año. Con estas medidas Atenas pretende, además de hundir su país, comunicar a los mercados y a los otros miembros de la Unión que Grecia cumplirá con sus obligaciones y que permanecerá en el euro.
Los griegos ya se esperaban estos recortes adicionales, movimientos ya pactados con la UE o el FMI pero cuya entrada en vigor se va a acelerar, y se temen que sea el principio de lo que viene detrás, una reducción de 200.000 empleos públicos de aquí a 2015. La troika manda y hay que obedecer si quieren recibir el sexto tramo de la ayuda del primer plan de rescate, 8.000 millones del ala con los que pagar a sus funcionarios y pensionistas. O esto, o la quiebra. En resumen. Papandreu, presidente de Grecia a la par que de la Internacional Socialista, ha destruido a su pueblo y va a desmantelar el sector público con tal de que no le ahorquen, condenando a su país a una larga agonía de desconocido desenlace.
Ahora pongámonos trágicos. Traslademos la situación a España e imaginemos que nuestros políticos nos están conduciendo por el mismo camino por el que se arrastran los griegos, un sendero en el que ya hemos entrado y en el que retroceder es casi imposible. Los españoles hemos empezado a recorrerlo guiados por la ineptitud de un gobierno que nos ha ido desnudando a cada paso, debilitándonos con su torpe gestión y exponiéndonos a la voracidad de unos mercados rendidos a la especulación. A medida que avanzamos tras el rastro de migas que deja Grecia el retorno se hace notoriamente más difícil, hasta el punto que incluso en el campanario de Ferraz los frailes socialistas tañen sus campanas avisando que el muerto ya está amortajado y listo para enterrar.
El 20 N nos toca votar. Tenemos que elegir quiénes son los más apropiados para detener nuestra destrucción como Estado. Decidir si confiamos en uno de los que nos ha empujado hacia el abismo, o le damos una oportunidad a otro, al que sea, que peor no lo hará. Yo, como el rollo maso no me va y no me apetece más de lo mismo, no tengo duda. El señor Pérez llegó a las Cortes antes que los leones de la puerta y ya me he cansado de él. Ha estado en el sitio adecuado y no ha sabido gestionar. Entonces, y ante su evidente incompetencia, opino, desde la seguridad que me otorga mi experiencia en sobrevivir, que hay que quitárselo de encima, urnas mediante. Porque si continúa cortando el bacalao saldremos de la miseria ad calendas graecas. O lo que es lo mismo, cuando algunos y las ranas críen pelo.

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