Me da en la nariz que ni el uno ni el otro. Ni Zapatero ni Rajoy. Y los dos por incapaces directores, ineptos en el manejo y control de sus tropas, nefastos caudillos y pésimos gobernantes. El presidente actual ha dejado ya muy claro que esto no es lo suyo, que si se lo ponen muy difícil, pues que no, que no sabe qué hacer. Quizás en otros tiempos de mayor bonanza económica hubiese resultado un excelente dirigente, sobre todo en materia social. Pero cuando comenzó la ensalada de tiros, se escondió negando la mayor. Luego, con la crisis campando a sus anchas una buena temporada no tuvo más remedio que enfrentarla con pasos, tardíos y erróneos, que han terminado por dejarnos sin dientes con los que morder. De todas formas, ¿para qué queremos dentadura sino hay molla que arrimar a la boca ni plato donde picar?
El otro en liza, el bueno de Mariano, parece el amigo ése que siempre te coge el teléfono para escuchar tus penas, que intenta aconsejarte con toda su buena intención, pero que no da una. Ni chicha ni “limoná”. Para colmo, los capitanes de su ejército se han pasado al enemigo, dotando a éste de argumentos suficientes como para hundir una formación política para la eternidad. Y, Mariano, sin verlo venir, o no ha podido o no ha sabido pararles los pies a los chapuceros chorizos que le rodean por diestra y siniestra.
Será cuestión de estudiar con atención los movimientos en ambos frentes, a ver quién va tomando posiciones y adquiriendo voluntades amigas para erigirse como salvador de la patria. Yo pienso que de todos los que hay por ahí moviendo el cotarro, ninguno vale un duro de los de antes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario