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Domingo
18 de abril de 2010
Una cosa no quita la otra
No te crezcas tanto, Pepiño, que una cosa no quita la otra. Tanto es el asombro y estupefacción que producen en nuestras conciencias las corruptelas y sinvergüencerías «populares» que parece que no hay otra cosa sobre la faz política del país. La pestilencia de los distintos asuntos cubre de tal forma la realidad, que el resto de problemas esconden su existencia bajo su hediondo manto. Y si consigues escapar de los gürteles, Matas o Bárcenas, enseguida salta sobre tus ojos el juez Garzón y su Cruzada, o los intolerables casos de pederastia y pedofilia que ensucian la Iglesia católica.
Pero, todos estos clavos no sacan el otro; los mangoneos de algunos repugnantes chorizos, la memoria histórica de Baltasar, o las cruces que tiene que levantar Benedicto XVI, no tapan los problemas que a mí me amargan todos los días. Problemas de supervivencia originados por la manifiesta incapacidad, la evidente ineptitud y la nula preparación de los responsables de un gobierno inútil, inoperante, absurdo y falto de iniciativas positivas.
Así que, estimado José Blanco y compañía, no saquen pecho y se pavoneen por ahí, que no nos hemos olvidado de lo torpes, torpísimos que son ustedes. Que haya muchos malos campando por España y el mundo no quiere decir que ustedes no sigan siendo los capitanes generales, responsables directos del desastre diario de muchos de nosotros. La justicia se encargará de poner cada cosa en su sitio, de igual forma que las urnas colocarán a más de uno en el cubo de basura en el que deberían estar. Porque yo en mi casa, cuando algo no vale lo tiro al contenedor. Eso sí, en bolsa cerrada, no vaya a escaparse.
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