Muchas son las voces que se alzan victoriosas ante lo que consideran la solución para recortar gastos: nada tan fácil como sacar la varita mágica y suprimir las diputaciones provinciales. Si ya están las autonomías, ¿para qué queremos estos organismos que sólo generan expolios en las arcas públicas? Total, no sirven para nada, ¿verdad? Mejor entregamos el control absoluto a los organismos autonómicos y así nos ahorramos una buena cantidad de millones que a buen seguro manejarían con más racionalidad otros gestores, y de paso nos cepillamos a una banda de funcionarios ociosos y vagos que no dan un palo al agua. La desaparición de estas instituciones supondría un acicate impresionante para nuestra recuperación económica.
Nada más lejos de la realidad. Aquellos que desean la destrucción de estos organismos provinciales desconocen el trabajo y la labor que se desarrolla dentro y gracias a ellas. Cuando se está hablando de fusionar pequeños municipios para dotarles de mayor consistencia y operatividad, para defenderles ante períodos de crisis, para que consigan sobrevivir con dignidad, para que sus gastos se reduzcan, estamos hablando de unas figuras unificadoras que ya existen, y que no son otras que las diputaciones. En ellas estas pequeñas poblaciones encuentran el foro donde expresar sus necesidades y deseos, en ellas las comarcas tienen el instrumento imprescindible para revitalizar extensas zonas que mantienen intereses comunes, en ellas las voces de municipios olvidados se escuchan y se atienden. Gracias a las diputaciones se levantan centros deportivos y sociales, se crean, acondicionan y mejoran vías de comunicación, se solucionan problemas imperativos de abastecimiento de agua potable o de canalización de residuales, se fomenta el deporte local y provincial, defendiendo y promocionando los autóctonos que, sin este apoyo, habrían desaparecido olvidados en la memoria de los mayores, se fomenta la cultura, protegiendo a sangre y fuego la propia, se realiza una impresionante labor en el cuidado de ancianos y niños, etc. Todo esto y mucho más se tramita, se resuelve y se ejecuta a través de las diputaciones con la mayor inmediatez que permite el sistema: cualquier sugerencia, queja o protesta es atendida por profesionales cualificados sin el maldito vuelva usted mañana. Si alguien conoce alguna otra administración que ofrezca algo parecido a lo que entregan las diputaciones, que lo diga y yo callaré.
Otra cosa es pensar que estas funciones tendrían que desarrollarlas las distintas autonomías y sus respectivas dependencias. Ojalá fuera así. Pero, como se dice vulgarmente, va a ser que no. En las uniprovinciales quizás adquiriera sentido que éstas asumieran el control. Pero en las demás, dado nuestro mal parido sistema, otorgar el poder absoluto a las distintas capitales autonómicas, centralizando decisiones y actuaciones, supondría la desolación y muerte de pueblos y zonas enteras que sólo se sentirían atendidas en vísperas de elecciones. Dos primeras piedras, y hasta dentro de cuatro años. Está feo eso de comparar, pero si se duda de lo que digo basta con hacer un poco de turismo de interior y echar un vistazo, por poner un ejemplo, a las distintas carreteras que jalonan el territorio nacional: aquellas vías cuya titularidad pertenece a las diputaciones presentan un aspecto y un cuidado extremo frente a algunas de titularidad autonómica, que más bien parecen pistas del Dakar. Dios nos libre de caer en manos de gente que no nos aprecia.
Para no extenderme más. A las diputaciones no sólo no habría que eliminarlas, sino que se deberían potenciar, otorgándoles las competencias mal asumidas y peor aplicadas por las autonomías. Son instituciones más cercanas, más eficientes y útiles. Puestos a recortar, en vez de mirarse los pies sería conveniente cortarse un poco el pelo. Entre Política Territorial, Igualdad, Cultura, Ciencia e Innovación y Vivienda suman 5.000 millones de gastos para un total de tres Proyectos de Ley en la última legislatura. Digo yo, por decir algo, que para este viaje no hacen falta un centenar de vehículos y la amplísima colección de altos cargos y asesores que mileuristas, lo que se dice mileuristas, no es que sean precisamente. Aquí sí que hay un auténtico agujero negro, que todo lo absorbe y nada devuelve.
Un sitio donde reflejar lo que piensas. Te invito a que compartas conmigo tu libertad.
lunes, 28 de junio de 2010
Así está el patio
Llega el verano y con él los contratos temporales en hostelería y servicios. Algunos afortunados conseguirán aliviar mínimamente sus cuentas familiares y, quién sabe, ahorrar algo para los libros y demás gastos obligados que surgen en el otoño. Una pequeña inyección de tranquilidad que no es más que pan para hoy y hambre para mañana. Cuando pasen los calores estivales, todo tornará por desgracia a su lugar, y el panorama volverá a ser desolador. Colas ante las oficinas del INEM y desesperación a quintales.
Son tres meses que los distintos gobiernos autonómicos y locales aprovecharán, si quieren y pueden, para estabilizar, que no equilibrar pues es ya imposible, unos números que tiemblan por su debilidad. Las arcas están vacías y ni para el gasto corriente hay ya. Muchas entidades locales de cierta enjundia dependen a día de hoy para pagar sus nóminas de empresas privadas que con la crisis hacen un negocio brutal: yo te dejo la pasta, pero tú me compras a mí hasta el papel higiénico. La bola es cada vez más gorda, y poblaciones enteras acabarán dependiendo durante generaciones de El Corte Inglés. Para que luego se diga que la crisis afecta a todos por igual, grandes y chicos. Esto es la selva y hay que ser serpiente y arrastrarse para sobrevivir. En cuanto al gobierno central, poco hay que decir: están ahí porque les toca y porque en otro lado no los querrían ni para sacar punta a los lápices. De la mano de una oposición inoperante, sólo piensan en repartirse ese futuro tan negro que nos están cocinando. No son buena gente, no son de fiar.
Para volver a creer en los políticos, éstos deberían actuar de verdad. Mientras no eliminen ministerios y administraciones absurdas (entre Chaves, Aído, González-Sinde, Garmendia y Corredor sólo tres proyectos de ley y 5.000 millones), no fulminen a todos los asesores que nos han impuesto para sangrarnos, no supriman gastos excesivos, fastos y fiestas innecesarias, no se reduzcan en cantidad y número sus sueldos varios (Pajín y compañía, ya os vale) y no racionalicen su gestión, no serán más que un cáncer agresivo y letal que corrompe todo lo que toca. No creo que nos merezcamos los dirigentes que tenemos. No creo que seamos ni tan estúpidos ni tan tontos.
Son tres meses que los distintos gobiernos autonómicos y locales aprovecharán, si quieren y pueden, para estabilizar, que no equilibrar pues es ya imposible, unos números que tiemblan por su debilidad. Las arcas están vacías y ni para el gasto corriente hay ya. Muchas entidades locales de cierta enjundia dependen a día de hoy para pagar sus nóminas de empresas privadas que con la crisis hacen un negocio brutal: yo te dejo la pasta, pero tú me compras a mí hasta el papel higiénico. La bola es cada vez más gorda, y poblaciones enteras acabarán dependiendo durante generaciones de El Corte Inglés. Para que luego se diga que la crisis afecta a todos por igual, grandes y chicos. Esto es la selva y hay que ser serpiente y arrastrarse para sobrevivir. En cuanto al gobierno central, poco hay que decir: están ahí porque les toca y porque en otro lado no los querrían ni para sacar punta a los lápices. De la mano de una oposición inoperante, sólo piensan en repartirse ese futuro tan negro que nos están cocinando. No son buena gente, no son de fiar.
Para volver a creer en los políticos, éstos deberían actuar de verdad. Mientras no eliminen ministerios y administraciones absurdas (entre Chaves, Aído, González-Sinde, Garmendia y Corredor sólo tres proyectos de ley y 5.000 millones), no fulminen a todos los asesores que nos han impuesto para sangrarnos, no supriman gastos excesivos, fastos y fiestas innecesarias, no se reduzcan en cantidad y número sus sueldos varios (Pajín y compañía, ya os vale) y no racionalicen su gestión, no serán más que un cáncer agresivo y letal que corrompe todo lo que toca. No creo que nos merezcamos los dirigentes que tenemos. No creo que seamos ni tan estúpidos ni tan tontos.
Casta política
Nos quieren obligar a vivir en un estado de permanente hartura, de continuo asco, cabreo y hastío. La mentira y el engaño están instalados en los quehaceres diarios de nuestros políticos. Si condimentamos esta salsa con la manipulación grosera de nuestra voluntad y le añadimos una pizca de falsa perspectiva de mejora económica, ya tenemos listo el banquete. A los recortes sociales y reformas laborales de un gobierno de paja a las órdenes de la Unión, hay que sumarle la ineptitud y el ejercicio corsario de muchos representantes autonómicos: todos actúan en un solo sentido, el propio, olvidando quién les otorgó el poder. Traicionan, pues, todos los principios democráticos que deberían regir el correcto funcionamiento de lo que queda de nuestra estructura social.
Parménides decía que la política era el arte del engaño y la mentira. Nuestros gobernantes haciendo gala de su formación clásica se toman al pie de la letra esta consideración, porque verdades, ni una. Lo que ocurre es que les coges el renuncio enseguida y al verse sorprendidos, niegan la mayor y camuflan la verdad adornándola para los necios. Intentan convencerte de su servidumbre hacia ti, cuando los que se sirven son ellos. Te adormecen con fábulas fantásticas y visten de libertad lo que no es más que orden controlado por sus apetitos.
No confío en aquellos que se hacen llamar políticos. No confío, y sin embargo debo fiar mi suerte y el destino de los míos a malos profesionales que perdieron sus convicciones sin caer en la cuenta que nunca las podrían recuperar. Von Bismark definió la política no como ciencia, sino como arte. Marx (Groucho, que no Karl) completó su significado al especificar que es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados. Hombre sabio.
Parménides decía que la política era el arte del engaño y la mentira. Nuestros gobernantes haciendo gala de su formación clásica se toman al pie de la letra esta consideración, porque verdades, ni una. Lo que ocurre es que les coges el renuncio enseguida y al verse sorprendidos, niegan la mayor y camuflan la verdad adornándola para los necios. Intentan convencerte de su servidumbre hacia ti, cuando los que se sirven son ellos. Te adormecen con fábulas fantásticas y visten de libertad lo que no es más que orden controlado por sus apetitos.
No confío en aquellos que se hacen llamar políticos. No confío, y sin embargo debo fiar mi suerte y el destino de los míos a malos profesionales que perdieron sus convicciones sin caer en la cuenta que nunca las podrían recuperar. Von Bismark definió la política no como ciencia, sino como arte. Marx (Groucho, que no Karl) completó su significado al especificar que es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados. Hombre sabio.
lunes, 21 de junio de 2010
Más guapa callada
ESCRITO COMO MARÍA JOSÉ MAYANS
Ahí estamos, María Teresa. Con humor, con esa simpatía que irradias constantemente, que da gusto ver lo que te ríes, con esa gracia y ese salero que te desborda. Mirando a los ojos, directa al grano, que no se diga: marcando estilo, en definitiva. Has estado sembrada, has dado en el clavo, pasará a la posteridad como frase célebre, seguro que sí. Los lagrimones de risa me han dejado la cara llena de surcos, he llorado como una loca, todavía me duele la barriga de tanta carcajada. Sólo a ti con tu pícara sabiduría se le podría haber ocurrido lo de decirle al PP que si había abrazado el marxismo. Es para grabarlo y venderlo en las gasolineras.
Mira, María Teresa, con cariño, entre nosotras, permíteme que te diga algo. De mujer a mujer. De parada de larga duración, con dos hijos pequeños, a la que no contrata ni Dios (por esta circunstancia y por los años que una va teniendo), a vicepresidente de un desgobierno absoluto. De socialista desde que tengo recuerdo de respirar, a dirigente de un partido que ha perdido sus siglas violando los ideales de muchos españoles. De española harta, aburrida y asqueada, a portavoz y estandarte de una casta política tóxica. Habla de lo que desees, pues eres libre para expresarte. Pero deja de ofender. No insultes al marxismo poniéndolo en tus labios traidores. Tú y los tuyos lo habéis destruido, sirviéndoos de él para acceder al poder para después aniquilarlo sin piedad. Habla de fútbol, de recortes sociales, de reforma laboral o de lo que te venga en gana. Déjanos las ideas a los que aún las conservamos. Tú, a lo tuyo, a obedecer las premisas de tu jefe supremo. Lo de pensar con libertad, lo de sentir, es para aquellas y aquellos que peleamos por sobrevivir en este erial en el que habéis convertido al país.
Ahí estamos, María Teresa. Con humor, con esa simpatía que irradias constantemente, que da gusto ver lo que te ríes, con esa gracia y ese salero que te desborda. Mirando a los ojos, directa al grano, que no se diga: marcando estilo, en definitiva. Has estado sembrada, has dado en el clavo, pasará a la posteridad como frase célebre, seguro que sí. Los lagrimones de risa me han dejado la cara llena de surcos, he llorado como una loca, todavía me duele la barriga de tanta carcajada. Sólo a ti con tu pícara sabiduría se le podría haber ocurrido lo de decirle al PP que si había abrazado el marxismo. Es para grabarlo y venderlo en las gasolineras.
Mira, María Teresa, con cariño, entre nosotras, permíteme que te diga algo. De mujer a mujer. De parada de larga duración, con dos hijos pequeños, a la que no contrata ni Dios (por esta circunstancia y por los años que una va teniendo), a vicepresidente de un desgobierno absoluto. De socialista desde que tengo recuerdo de respirar, a dirigente de un partido que ha perdido sus siglas violando los ideales de muchos españoles. De española harta, aburrida y asqueada, a portavoz y estandarte de una casta política tóxica. Habla de lo que desees, pues eres libre para expresarte. Pero deja de ofender. No insultes al marxismo poniéndolo en tus labios traidores. Tú y los tuyos lo habéis destruido, sirviéndoos de él para acceder al poder para después aniquilarlo sin piedad. Habla de fútbol, de recortes sociales, de reforma laboral o de lo que te venga en gana. Déjanos las ideas a los que aún las conservamos. Tú, a lo tuyo, a obedecer las premisas de tu jefe supremo. Lo de pensar con libertad, lo de sentir, es para aquellas y aquellos que peleamos por sobrevivir en este erial en el que habéis convertido al país.
La muerte del marxismo
Pobre CEOE. No le dan lo que quieren. Su socio en el gobierno sólo proyecta propuestas nimias, sin contenido, que perjudican gravísimamente los intereses empresariales. Están descontentos con la reforma laboral, y así lo manifiestan.
Pero, ¿qué carajo quieren?, si se me permite la expresión. Van a poder despedir con total libertad, sin necesidad de arbitraje: con justificar, y aún no se sabe cómo, que las cosas no van bien, todos de patitas en la calle, con la limosna en el bolsillo. Control total sobre el trabajador, explotación legalizada y normalizada: el poder absoluto, con la consiguiente destrucción de derechos. Ahí es nada.
Un empresario busca el mayor beneficio con costes y riesgos mínimos. Pero alguno de estos últimos debe tener: el que juega, algo arriesga. Ahora, con la reforma laboral, se abre la veda: montar un negocio, aguantarlo un rato para ver si produce, y si es que no, deshacerse de él de un plumazo serán deportes de elite para las clases privilegiadas. Eso es lo que se dice fomentar el empleo: el empleo de mano de obra barata, de quita y pon, sin garantías, y sometida a pasar por agujeros muy estrechos si se quiere trabajar. La muerte definitiva de las luchas de clases. La implantación de las dos Españas; la pobre y dominada y la rica y manipuladora.
A los demandantes no hay que protegerlos, no. “Pandilla de vagos”, “Trabaja el que de verdad quiere”, “Mientras cobren el subsidio, no se mueven los muy perros”. Frases de barra de restaurante caro, chascarrillos de buen vino y tapita de jabugo: argumentos de explotadores.
Pero humor no falta. De la Vega acusa al PP de abrazar el marxismo. De chiste. No se puede abrazar lo que ya ha sido eliminado por el Gobierno; el marxismo ha fallecido, ejecutado por aquellos que debían defenderlo. Descanse en paz, si puede.
Pero, ¿qué carajo quieren?, si se me permite la expresión. Van a poder despedir con total libertad, sin necesidad de arbitraje: con justificar, y aún no se sabe cómo, que las cosas no van bien, todos de patitas en la calle, con la limosna en el bolsillo. Control total sobre el trabajador, explotación legalizada y normalizada: el poder absoluto, con la consiguiente destrucción de derechos. Ahí es nada.
Un empresario busca el mayor beneficio con costes y riesgos mínimos. Pero alguno de estos últimos debe tener: el que juega, algo arriesga. Ahora, con la reforma laboral, se abre la veda: montar un negocio, aguantarlo un rato para ver si produce, y si es que no, deshacerse de él de un plumazo serán deportes de elite para las clases privilegiadas. Eso es lo que se dice fomentar el empleo: el empleo de mano de obra barata, de quita y pon, sin garantías, y sometida a pasar por agujeros muy estrechos si se quiere trabajar. La muerte definitiva de las luchas de clases. La implantación de las dos Españas; la pobre y dominada y la rica y manipuladora.
A los demandantes no hay que protegerlos, no. “Pandilla de vagos”, “Trabaja el que de verdad quiere”, “Mientras cobren el subsidio, no se mueven los muy perros”. Frases de barra de restaurante caro, chascarrillos de buen vino y tapita de jabugo: argumentos de explotadores.
Pero humor no falta. De la Vega acusa al PP de abrazar el marxismo. De chiste. No se puede abrazar lo que ya ha sido eliminado por el Gobierno; el marxismo ha fallecido, ejecutado por aquellos que debían defenderlo. Descanse en paz, si puede.
Confiar en la gente
La vida me ha hecho desconfiado. Uno, que era de aquellos que confiaba en las personas, en las voluntades y deseos de los demás, me he visto obligado por las circunstancias y por los que las provocan a no fiarme ni de los propios pensamientos. Siempre había depositado mi fe en la gente y en sus actos e intenciones: en el mundo sólo había buenos y malos, el truco radicaba en saber distinguir unos de otros. Con este principio crecí y me eduqué, y éste es el concepto que intento inculcar a mis hijos, para formarlos dentro de la honradez y la dignidad, para que luzcan orgullosos su carácter y personalidad, para que peleen erguidos por la razón y la justicia.
Estos tiempos en los que la Europa conocida y la España deseada se difuminan con celeridad, en los que las estructuras sociales deben retroceder empujadas por la necesidad de sobrevivir y en los que el sistema económico y político ha enseñado todas y cada una de sus debilidades y mentiras, me han forzado a desdeñar por absurda mi ética, y a agarrarme con fuerza al poste del recelo, el escepticismo y la incredulidad.
Me he cansado de buscar la decencia y la honestidad en los que dirigen el devenir de mi vida y sólo he encontrado vileza y avaricia. Ahora, tengo ya asumido que en el mundo hay tres grupos de seres humanos: los buenos, los malos, y los políticos. Este último clan, elitista y restrictivo, está integrado por aquellos que han optado por la prostitución ideológica para obtener el máximo beneficio personal, alineados junto al lastre de los asesores y a la maldad de los especuladores. Diferenciarlos del resto se hace misión sencilla: para expulsarlos de la sociedad, ésta debe actuar unida y sin miedo, con decisión. Sin embargo, hoy en día estamos demasiado asustados como para reaccionar como ellos se merecen.
Estos tiempos en los que la Europa conocida y la España deseada se difuminan con celeridad, en los que las estructuras sociales deben retroceder empujadas por la necesidad de sobrevivir y en los que el sistema económico y político ha enseñado todas y cada una de sus debilidades y mentiras, me han forzado a desdeñar por absurda mi ética, y a agarrarme con fuerza al poste del recelo, el escepticismo y la incredulidad.
Me he cansado de buscar la decencia y la honestidad en los que dirigen el devenir de mi vida y sólo he encontrado vileza y avaricia. Ahora, tengo ya asumido que en el mundo hay tres grupos de seres humanos: los buenos, los malos, y los políticos. Este último clan, elitista y restrictivo, está integrado por aquellos que han optado por la prostitución ideológica para obtener el máximo beneficio personal, alineados junto al lastre de los asesores y a la maldad de los especuladores. Diferenciarlos del resto se hace misión sencilla: para expulsarlos de la sociedad, ésta debe actuar unida y sin miedo, con decisión. Sin embargo, hoy en día estamos demasiado asustados como para reaccionar como ellos se merecen.
Querido diario
¿Sabes? Ángela y Nicolás me han dado su bendición: Me han dicho que lo estoy empezando a hacer bien. Pero que no me salga de la línea que me han marcado. No quieren que improvise sin pedirles permiso, con la cantidad de cosas que se me ocurren todos los días. Pero nada, están en que ellos mandan y yo a callar, me guste o no. Argumentan que esta es la única forma de que si el país se va al guano, ellos acudan al rescate. Así que, me han dejado claro que debo ser bueno y obediente si me quiero quedar un rato más en el grupo de los que cortan el bacalao.
Aún así, me fastidia tener que aguantarme. Tan mal no lo he hecho: mis dos grandes bancos son la creme de la creme de las finanzas europeas. Eso quiere decir que mi política económica les ha beneficiado, que me he portado bien con ellos. Cierto que luego están las Cajas. Pero a éstas que les den. Son entidades controladas por políticos, ¿cómo quieres que funcionen? Que se fusionen y destruyan empleos, que se hagan fuertes a costa de despidos y prejubilaciones. Parado más, parado menos, qué más da.
Ahora me vienen Cándido y ese chico bajito que le acompaña casi siempre… ¿cómo se llama? Fernández Toxo, creo. Bueno, a lo que iba: que resulta que llegan los dos y me amenazan con no se qué de una huelga general y movilizaciones. A buenas horas mangas verdes. Mira que son desagradecidos. Porque mientras los he tenido comiendo la sopa boba, no han protestado. Pero ahora que les mueven los sillones, se hacen cruces. La verdad es que le echan cara al asunto.
Bueno, dejo de escribir, que tengo mucho sueño. Han sido seis meses de liderazgo europeo en el que se ha visto la grandeza de mi carisma, mi auténtica valía como dirigente y gestor. Creo que he estado sembrado, que voy a pasar a la Historia de España como uno de los grandes. ¡Joder, qué bueno soy!
Aún así, me fastidia tener que aguantarme. Tan mal no lo he hecho: mis dos grandes bancos son la creme de la creme de las finanzas europeas. Eso quiere decir que mi política económica les ha beneficiado, que me he portado bien con ellos. Cierto que luego están las Cajas. Pero a éstas que les den. Son entidades controladas por políticos, ¿cómo quieres que funcionen? Que se fusionen y destruyan empleos, que se hagan fuertes a costa de despidos y prejubilaciones. Parado más, parado menos, qué más da.
Ahora me vienen Cándido y ese chico bajito que le acompaña casi siempre… ¿cómo se llama? Fernández Toxo, creo. Bueno, a lo que iba: que resulta que llegan los dos y me amenazan con no se qué de una huelga general y movilizaciones. A buenas horas mangas verdes. Mira que son desagradecidos. Porque mientras los he tenido comiendo la sopa boba, no han protestado. Pero ahora que les mueven los sillones, se hacen cruces. La verdad es que le echan cara al asunto.
Bueno, dejo de escribir, que tengo mucho sueño. Han sido seis meses de liderazgo europeo en el que se ha visto la grandeza de mi carisma, mi auténtica valía como dirigente y gestor. Creo que he estado sembrado, que voy a pasar a la Historia de España como uno de los grandes. ¡Joder, qué bueno soy!
miércoles, 16 de junio de 2010
Cornudo y apaleado
Empiezo a asustarme de verdad al imaginar España atrapada por un corralito como el de Argentina en 2001. Dicen los economistas que si los bancos no pueden con su deuda, máximo en cuatro meses el sistema pegará un pepinazo de órdago y el Estado no tendrá más remedio que declarar la suspensión de pagos. Aquellos que aún conserven dinero en sus cuentas se apresurarán a sacarlo y se encontrarán con la puerta en las narices.
Por si las moscas, desde Europa han previsto un plan de rescate. Suena como si estuviésemos en el fondo de un pozo, sin poder agarrarnos a sus lisas paredes, y agotados ya de tanto luchar por no hundirnos. Cuando exhalemos los últimos suspiros, aparecerá el fondo de cohesión para poner comida sobre la mesa. Tan mal se han administrado los fondos, con tanta ineptitud, que nos han dicho basta. Si queremos su ayuda, o hacemos lo que nos digan, y lo hacemos bien, o adiós muy buenas.
No sé cómo expresarme guardando las formas y la educación. Elegir las palabras adecuadas y adornarlas para que no ofendan a la razón y al buen gusto sin perder un ápice de su significado, es harto complicado. No me apetece calentarme la cabeza para ser franco y correcto a la vez. ¿Por qué he de guardar un respeto que a mí se me niega por decreto? ¿Por qué tengo que mantenerme en mi sitio mientras contemplo cómo acaban con todo?
Sin personalizar: cualquier nombre vale, pues son todos la misma inmundicia. Políticos basura, desperdicios de la humanidad, parásitos millonarios vagos y ladrones. Todos hermanos de sangre, el mismo olor y la misma genética. Hampones de chaqueta, corbata, coche oficial y dietas. Vosotros que sois los responsables del estropicio seguís cobrando, y muy bien, de lo que me robáis todos los días. No me gusta ser además de cornudo, apaleado. Me estoy quedando sin paciencia
Por si las moscas, desde Europa han previsto un plan de rescate. Suena como si estuviésemos en el fondo de un pozo, sin poder agarrarnos a sus lisas paredes, y agotados ya de tanto luchar por no hundirnos. Cuando exhalemos los últimos suspiros, aparecerá el fondo de cohesión para poner comida sobre la mesa. Tan mal se han administrado los fondos, con tanta ineptitud, que nos han dicho basta. Si queremos su ayuda, o hacemos lo que nos digan, y lo hacemos bien, o adiós muy buenas.
No sé cómo expresarme guardando las formas y la educación. Elegir las palabras adecuadas y adornarlas para que no ofendan a la razón y al buen gusto sin perder un ápice de su significado, es harto complicado. No me apetece calentarme la cabeza para ser franco y correcto a la vez. ¿Por qué he de guardar un respeto que a mí se me niega por decreto? ¿Por qué tengo que mantenerme en mi sitio mientras contemplo cómo acaban con todo?
Sin personalizar: cualquier nombre vale, pues son todos la misma inmundicia. Políticos basura, desperdicios de la humanidad, parásitos millonarios vagos y ladrones. Todos hermanos de sangre, el mismo olor y la misma genética. Hampones de chaqueta, corbata, coche oficial y dietas. Vosotros que sois los responsables del estropicio seguís cobrando, y muy bien, de lo que me robáis todos los días. No me gusta ser además de cornudo, apaleado. Me estoy quedando sin paciencia
martes, 15 de junio de 2010
¿De verdad somos tan cobardes?
Todo está más tranquilo. O al menos lo parece. La sensación que se palpa en el ambiente indica resignación y aburrimiento. La huelga de funcionarios ha mostrado el escaso poder de convocatoria de unos sindicatos destruidos por sus dirigentes, a la vez que ha dibujado una nueva separación en la clase trabajadora, al satanizar a los empleados públicos. La clase política, maldita y culpable, sigue a lo suyo, a buscar su protección y propio beneficio, justificando posturas y escenificando posiciones. Ya no tienen el control del país: Europa manda y España obedece o desaparece. Los bancos y entidades financieras se cubren los riñones agotando todas las vías que le ofrece en bandeja el sistema. Los especuladores siguen campando a sus anchas por los mercados: manejan la información a conveniencia y provocan continuos movimientos.
Y abajo, los de siempre. Los que debemos soportar y apuntalar las estructuras, los que generamos todo el río económico en nuestro afán por sobrevivir. Con la boca abierta tragamos con lo que nos den, pues no hay otro remedio. Quieres rebelarte, pero te das la vuelta y ves lo que arrastras, y te acobardas. Priorizamos el comer al sentir, el tener un techo al pensar, la supervivencia al enfrentamiento radical contra el abuso.
El sistema nos ha absorbido, adueñándose de toda nuestra vida. Las necesidades han sustituido a las ideas, desterrándolas al olvido. La supervivencia es el objetivo y la razón de nuestra existencia. El miedo ha vencido y nos ha convertido en mansos títeres fiscalizados hasta las entrañas. Estamos tristes, abatidos y avergonzados pues sabemos de nuestra cobardía. Ya no hay espíritu de lucha. El enemigo, el político inepto y taimado, es el vencedor.
Pero yo no me resigno. Creo que aún podemos levantar cabeza, oponernos a la explotación. Lo que no sé es cómo.
Y abajo, los de siempre. Los que debemos soportar y apuntalar las estructuras, los que generamos todo el río económico en nuestro afán por sobrevivir. Con la boca abierta tragamos con lo que nos den, pues no hay otro remedio. Quieres rebelarte, pero te das la vuelta y ves lo que arrastras, y te acobardas. Priorizamos el comer al sentir, el tener un techo al pensar, la supervivencia al enfrentamiento radical contra el abuso.
El sistema nos ha absorbido, adueñándose de toda nuestra vida. Las necesidades han sustituido a las ideas, desterrándolas al olvido. La supervivencia es el objetivo y la razón de nuestra existencia. El miedo ha vencido y nos ha convertido en mansos títeres fiscalizados hasta las entrañas. Estamos tristes, abatidos y avergonzados pues sabemos de nuestra cobardía. Ya no hay espíritu de lucha. El enemigo, el político inepto y taimado, es el vencedor.
Pero yo no me resigno. Creo que aún podemos levantar cabeza, oponernos a la explotación. Lo que no sé es cómo.
viernes, 11 de junio de 2010
Operación bikini
En mayo tenía que haber subido la luz. Pero no un cuatro por ciento. Por lo menos un diez. Así encararíamos el verano con más alegría, con más predisposición para ir a la playita a lucir cuerpo. Porque cuerpo, lo que se dice cuerpo, vamos a tener lo nunca imaginado y siempre deseado: el país más estilizado del mundo, con las carnes más prietas y duras. Delgados a tope, de una esbeltez extrema. Y todo, todo, todo, merced a la política económica de nuestro gran benefactor, el amigo del Papa y de Obama, el rey de reyes dentro de los gestores públicos, el único, el fabuloso, el increíble mago de las finanzas, José Luis Rodríguez Zapatero.
Después de la dosis de tijeretazos y recortes sociales, ahora vendrá el IVA para recordarnos que la fiesta continúa. Y, como un palo nunca golpea él solo, nuestros colegas de las compañías eléctricas nos van a deleitar con un recibo más caro (le han cogido vicio a esto, ¿no?).
Ahora bien, no nos engañemos que lo hacen por nuestra salud. Me explico. A base de lavar la ropa en la pila o en una lavadora a pedales; de correr por la casa apagando luces; de pasear y pasear por centros comerciales para trincar algo de fresquito; de sudar como marranos por no gastar ventiladores ni aires; de cocinar poco para no usar la Vitro o por no tener comanda a la que hincarle el diente; de no ver la tele por las noches, dedicando ese tiempo a menesteres más físicos (algo bueno, mira por donde). A base de esto y del hambre que vamos a pasar, nos quedaremos como sílfides, sin grasa corporal, con olor a tigre, pero exentos de colesteroles y triglicéridos. Sanos y flacos, vamos.
Hablando en serio. Como sigan exprimiendo el limón lo van a dejar seco del todo. Y cuando ya no quede jugo, a ver de dónde sacan para cubrir lo que tan mal saben administrar esta banda de inútiles.
Después de la dosis de tijeretazos y recortes sociales, ahora vendrá el IVA para recordarnos que la fiesta continúa. Y, como un palo nunca golpea él solo, nuestros colegas de las compañías eléctricas nos van a deleitar con un recibo más caro (le han cogido vicio a esto, ¿no?).
Ahora bien, no nos engañemos que lo hacen por nuestra salud. Me explico. A base de lavar la ropa en la pila o en una lavadora a pedales; de correr por la casa apagando luces; de pasear y pasear por centros comerciales para trincar algo de fresquito; de sudar como marranos por no gastar ventiladores ni aires; de cocinar poco para no usar la Vitro o por no tener comanda a la que hincarle el diente; de no ver la tele por las noches, dedicando ese tiempo a menesteres más físicos (algo bueno, mira por donde). A base de esto y del hambre que vamos a pasar, nos quedaremos como sílfides, sin grasa corporal, con olor a tigre, pero exentos de colesteroles y triglicéridos. Sanos y flacos, vamos.
Hablando en serio. Como sigan exprimiendo el limón lo van a dejar seco del todo. Y cuando ya no quede jugo, a ver de dónde sacan para cubrir lo que tan mal saben administrar esta banda de inútiles.
miércoles, 9 de junio de 2010
Justificación sindical
El 11,8% o el 75%. Da lo mismo. La huelga del 8 de junio no ha sido más que un pataleo, un ejercicio democrático del derecho al cabreo. Y esa es la única lectura posible que se puede hacer. Los funcionarios trabajaron su jornada como un día normal para no seguir viendo esquilmadas sus retribuciones: el Gobierno pesca un pellizquito por cada parón que se haga, así que cuantos más, mejor para las arcas del estado. Por eso, porque el funcionario tiene que seguir acoquinando su hipoteca este mes, se optó mayoritariamente por mantenerse en el laboro. Con los nervios excitados, pero sin salir del tajo.
Habría que analizar también la convocatoria en sí. Muchos de los empleados públicos se sienten total y absolutamente traicionados por los representantes de los trabajadores. El 8 de junio, en la cabecera de la manifestación, ver a Cándido Méndez y a Fernández Toxo capitaneando la protesta, y escucharles después golpeándose el pecho y apostatando del gobierno, provocó a muchos indignación y rubor, vergüenza ajena que llaman. Llevan muchos meses colaborando con su pasividad y silencio con un gobierno inepto e incapaz, convirtiéndose de este modo en cómplices de la situación: no podían atacar a un gobierno socialista. Por ello permitieron que se alcanzase el grado de indefensión que martiriza al trabajador. Para mí son, en consecuencia, indignos conspiradores, alevosos felones que con su silencio y comodidad han perpetrado el delito junto a sus amigos.
No me siento representado por ellos: son parte importante de la lacra que asola el país. Que conmigo no cuenten para justificarse. No tienen dignidad, ni la conocen: se ríen del trabajador igual que el resto de la casta política. Cuando bajen de verdad a la arena, me encontrarán junto a ellos. A día de hoy, son miembros del enemigo.
Habría que analizar también la convocatoria en sí. Muchos de los empleados públicos se sienten total y absolutamente traicionados por los representantes de los trabajadores. El 8 de junio, en la cabecera de la manifestación, ver a Cándido Méndez y a Fernández Toxo capitaneando la protesta, y escucharles después golpeándose el pecho y apostatando del gobierno, provocó a muchos indignación y rubor, vergüenza ajena que llaman. Llevan muchos meses colaborando con su pasividad y silencio con un gobierno inepto e incapaz, convirtiéndose de este modo en cómplices de la situación: no podían atacar a un gobierno socialista. Por ello permitieron que se alcanzase el grado de indefensión que martiriza al trabajador. Para mí son, en consecuencia, indignos conspiradores, alevosos felones que con su silencio y comodidad han perpetrado el delito junto a sus amigos.
No me siento representado por ellos: son parte importante de la lacra que asola el país. Que conmigo no cuenten para justificarse. No tienen dignidad, ni la conocen: se ríen del trabajador igual que el resto de la casta política. Cuando bajen de verdad a la arena, me encontrarán junto a ellos. A día de hoy, son miembros del enemigo.
lunes, 7 de junio de 2010
Pollito inglés
ESCRITO COMO MARÍA JOSÉ MAYANS GIMÉNEZ
¿Se acuerdan del juego? Un, dos, tres, pollito inglés a la pared. Alguien hace de madre y de espaldas a los demás, suelta la retahíla y se gira con rapidez a ver si pilla a los otros moviéndose. Gana el que consigue alcanzar el muro sin que la madre perciba ningún movimiento. Yo juego con mis hijos, y ellos se parten de risa. De inocente y sencillo, el entretenimiento se convierte en magistral.
El otro día estaba liada en ello. Un, dos, tres, pollito inglés a la pared. Vuélvete al principio, que te he visto. Y mis hijos se reían, y a empezar otra vez. Es entonces cuando, fíjate tú, tuve la revelación. Lo que nos está pasando no es real, es una quimera, es una diversión infantil. No es más que un pollito, pero a lo bestia, a gran escala. Todas y todos, sin excepción, hacemos de madre. Tenemos que cumplir con el rito, realizar nuestro trabajo, y girarnos con mucha rapidez para intentar que los que se aproximan por detrás no logren su objetivo, lleguen hasta nosotros y nos la claven sin compasión. Si les vemos, vuelven al inicio y arrancan de nuevo. Pero si somos lentos, ellos no fallarán: son muy astutos y, piano ,piano, cada vez los tendremos más cerca, notaremos su fétido aliento en el cogote y no podremos hacer nada para evitarlo. Banqueros, políticos, especuladores y más gente de postín han sustituido las risas de los niños por el sonido de la calderilla de sus bolsillos. La frescura, la inocencia se ha esfumado dando paso al instinto por sobrevivir. El juego es ahora un reto. Si te tocan, ya has perdido, pero para siempre: no levantarás cabeza jamás.
Así que ya saben. Estemos atentas y atentos, porque los jugadores no descansan ni piensan darnos un respiro. Diez padres nuestros, veinte ave marías, y al tajo: Un, dos, tres, pollito inglés a la pared.
¿Se acuerdan del juego? Un, dos, tres, pollito inglés a la pared. Alguien hace de madre y de espaldas a los demás, suelta la retahíla y se gira con rapidez a ver si pilla a los otros moviéndose. Gana el que consigue alcanzar el muro sin que la madre perciba ningún movimiento. Yo juego con mis hijos, y ellos se parten de risa. De inocente y sencillo, el entretenimiento se convierte en magistral.
El otro día estaba liada en ello. Un, dos, tres, pollito inglés a la pared. Vuélvete al principio, que te he visto. Y mis hijos se reían, y a empezar otra vez. Es entonces cuando, fíjate tú, tuve la revelación. Lo que nos está pasando no es real, es una quimera, es una diversión infantil. No es más que un pollito, pero a lo bestia, a gran escala. Todas y todos, sin excepción, hacemos de madre. Tenemos que cumplir con el rito, realizar nuestro trabajo, y girarnos con mucha rapidez para intentar que los que se aproximan por detrás no logren su objetivo, lleguen hasta nosotros y nos la claven sin compasión. Si les vemos, vuelven al inicio y arrancan de nuevo. Pero si somos lentos, ellos no fallarán: son muy astutos y, piano ,piano, cada vez los tendremos más cerca, notaremos su fétido aliento en el cogote y no podremos hacer nada para evitarlo. Banqueros, políticos, especuladores y más gente de postín han sustituido las risas de los niños por el sonido de la calderilla de sus bolsillos. La frescura, la inocencia se ha esfumado dando paso al instinto por sobrevivir. El juego es ahora un reto. Si te tocan, ya has perdido, pero para siempre: no levantarás cabeza jamás.
Así que ya saben. Estemos atentas y atentos, porque los jugadores no descansan ni piensan darnos un respiro. Diez padres nuestros, veinte ave marías, y al tajo: Un, dos, tres, pollito inglés a la pared.
El vaso de la paciencia
ESCRITO COMO MARÍA JOSÉ MAYANS GIMÉNEZ
No nos vamos a librar, no. Han abierto el melón con los empleados públicos y luego vendrán a por el resto. Los irresponsables políticos que han causado todo están al acecho esperando el resultado de la huelga del 8 de junio. Ahí se darán cuenta de que hemos dejado solos a funcionarios y jubilados, que pasamos de ellos, y sacarán su calculadora, verán que el desgaste en votos es casi asumible, y nos darán un hachazo en mitad de la frente. Entonces buscaremos a aquellos a los que ahora hemos menospreciado y quién sabe si los encontraremos o nos mandarán al mismo paseo al que les hemos mandado nosotros.
Este es el principio de un ovillo del que van a tirar y tirar hasta donde puedan, hasta dejarnos en cuero vivo. Y nosotros a tragar: da la sensación de que no tenemos sangre, de que estamos tan sometidos a la necesidad y al hábito del consumo que no levantamos la voz por miedo, por cobardía, por no perder lo poco que nos queda. Deseas gritar, salir a la calle y pelear con palos y piedras si es menester, pero giras la cabeza y miras lo que arrastras contigo, a tus hijos, y te reprimes: no quieres que les falte nada. Callas y otorgas. Y los miserables inútiles que han provocado esto, los ineptos que te están haciendo perder la hacienda y el orgullo, se alzan victoriosos y se ríen de ti.
Te sientes mal, como si te faltasen arrestos para decir basta y expulsar de una vez por todas de tu vida al cáncer político que está destruyendo la sociedad. Pero hay que vivir y comer. Y el enemigo lo sabe y abusa de ello.
Quizás debamos decirle que el vaso de la paciencia ya está muy lleno, que no le entra ya más y que se va a derramar. Y que como esto ocurra, que ocurrirá, será mejor que corra, que hay mucho dolor y mucha rabia contenida, y que le vamos a dar de leches hasta en el DNI.
No nos vamos a librar, no. Han abierto el melón con los empleados públicos y luego vendrán a por el resto. Los irresponsables políticos que han causado todo están al acecho esperando el resultado de la huelga del 8 de junio. Ahí se darán cuenta de que hemos dejado solos a funcionarios y jubilados, que pasamos de ellos, y sacarán su calculadora, verán que el desgaste en votos es casi asumible, y nos darán un hachazo en mitad de la frente. Entonces buscaremos a aquellos a los que ahora hemos menospreciado y quién sabe si los encontraremos o nos mandarán al mismo paseo al que les hemos mandado nosotros.
Este es el principio de un ovillo del que van a tirar y tirar hasta donde puedan, hasta dejarnos en cuero vivo. Y nosotros a tragar: da la sensación de que no tenemos sangre, de que estamos tan sometidos a la necesidad y al hábito del consumo que no levantamos la voz por miedo, por cobardía, por no perder lo poco que nos queda. Deseas gritar, salir a la calle y pelear con palos y piedras si es menester, pero giras la cabeza y miras lo que arrastras contigo, a tus hijos, y te reprimes: no quieres que les falte nada. Callas y otorgas. Y los miserables inútiles que han provocado esto, los ineptos que te están haciendo perder la hacienda y el orgullo, se alzan victoriosos y se ríen de ti.
Te sientes mal, como si te faltasen arrestos para decir basta y expulsar de una vez por todas de tu vida al cáncer político que está destruyendo la sociedad. Pero hay que vivir y comer. Y el enemigo lo sabe y abusa de ello.
Quizás debamos decirle que el vaso de la paciencia ya está muy lleno, que no le entra ya más y que se va a derramar. Y que como esto ocurra, que ocurrirá, será mejor que corra, que hay mucho dolor y mucha rabia contenida, y que le vamos a dar de leches hasta en el DNI.
El ocaso de dos dioses
Uno a uno o en tropel, pero se caen de maduros. Al final el peso de la sospecha es mayor que la gravidez de la inocencia, máxime cuando no se trata de un solo temor, no. Si son varios los lastres que la justicia cuelga sobre el acusado, a éste le faltan manos para desembarazarse de ellos. Llega un punto en el que no puede, en el que las conjeturas sobre la honorabilidad personal y sobre la limpieza de las cuentas propias podrían integrar un capítulo entero del Corán.
Diestros de plaza chica han demostrado ser los dos, cada uno en su estilo: uno más valiente que otro, con más desparpajo, con más arrojo. Con más cara, en resumen. El otro, escondido tras el burladero, se ha enfrentado con el toro cuando no ha tenido más remedio. Eso sí, con la sonrisa de oreja a oreja y en un estado de felicidad rayano con el éxtasis por ingestión de barbitúricos. Carlos Fabra y Francisco Camps. Dignos protagonistas para una de Scorsese
La fortuna, tan amable y cariñosas con Carlos Fabra en los últimos años, se ha tomado un respiro en su relación con el presidente de la Diputación de Castellón; agotada de premiar y premiar, se ha recluido en el Olimpo y ha optado por dejar al sempiterno agraciado a la merced de la justicia. Miedo da el hombre: agazapado tras sus gafas oscuras es difícil adivinar lo que piensa. Juega con este misterio y su imagen está más cerca de Capone que de Eliot Ness. No tengo duda de que sabrá defenderse, de que utilizará todas las armas que pueda extraerle a la ley para llevársela a la cama. Habrá que esperar que a ésta no le domine la promiscuidad, más bien la cordura.
De Francisco Camps, poco nuevo se puede decir: es, por definición y méritos, el hombre feliz, el gran chamán de la política valenciana, empeñado en perpetuarse, en ser el nuevo conquistador de la tierra para la causa sagrada. Alguien de su entorno debería decirle que se la va a meter, que de ésta no sale con todos los dientes. Digno y limpio llegó al cargo pero insiste en marcharse cubierto de desperdicios. No es un bonito final.
Al uno y al otro les van a escarbar en el fondo de los cajones en busca y captura de pelusas doradas. Por su bien, por nuestro bien, sería muy recomendable que abandonasen las instituciones que actualmente representan, no fuera que unas manos sucias emponzoñaran todo el organismo. Deberían de tener meridianamente claro que ellos no son Diputación y Generalidad: son contratados laborales. Sólo eso, y nada más.
Diestros de plaza chica han demostrado ser los dos, cada uno en su estilo: uno más valiente que otro, con más desparpajo, con más arrojo. Con más cara, en resumen. El otro, escondido tras el burladero, se ha enfrentado con el toro cuando no ha tenido más remedio. Eso sí, con la sonrisa de oreja a oreja y en un estado de felicidad rayano con el éxtasis por ingestión de barbitúricos. Carlos Fabra y Francisco Camps. Dignos protagonistas para una de Scorsese
La fortuna, tan amable y cariñosas con Carlos Fabra en los últimos años, se ha tomado un respiro en su relación con el presidente de la Diputación de Castellón; agotada de premiar y premiar, se ha recluido en el Olimpo y ha optado por dejar al sempiterno agraciado a la merced de la justicia. Miedo da el hombre: agazapado tras sus gafas oscuras es difícil adivinar lo que piensa. Juega con este misterio y su imagen está más cerca de Capone que de Eliot Ness. No tengo duda de que sabrá defenderse, de que utilizará todas las armas que pueda extraerle a la ley para llevársela a la cama. Habrá que esperar que a ésta no le domine la promiscuidad, más bien la cordura.
De Francisco Camps, poco nuevo se puede decir: es, por definición y méritos, el hombre feliz, el gran chamán de la política valenciana, empeñado en perpetuarse, en ser el nuevo conquistador de la tierra para la causa sagrada. Alguien de su entorno debería decirle que se la va a meter, que de ésta no sale con todos los dientes. Digno y limpio llegó al cargo pero insiste en marcharse cubierto de desperdicios. No es un bonito final.
Al uno y al otro les van a escarbar en el fondo de los cajones en busca y captura de pelusas doradas. Por su bien, por nuestro bien, sería muy recomendable que abandonasen las instituciones que actualmente representan, no fuera que unas manos sucias emponzoñaran todo el organismo. Deberían de tener meridianamente claro que ellos no son Diputación y Generalidad: son contratados laborales. Sólo eso, y nada más.
¡Oh magnánimo Zapatero!
ESCRITO BAJO EL NOMBRE DE MARÍA JOSÉ MAYANS GIMÉNEZ
Ya está. He hecho los cálculos y lo tengo claro. Como buena ama de casa que soy, obligada a ello por un mercado laboral cruel e injusto, a la par que muy cutre, la economía de mi casa se me muestra con una nitidez como nunca había presentado. Esto hay que agradecérselo al encomiable esfuerzo realizado por los responsables políticos del país, obstinados como están en facilitar la supervivencia de las familias. Gracias a Zapatero y todos los maravillosos asesores que le pelotean (perdón, rodean; se me ha escapado), ya no tengo problemas para saber si termino o no el mes. Ya no he de estirar los billetes de cincuenta hasta convertirlos en cincuenta y cinco, buscar marcas blancas de esas que salen más baratas, quitarme de aquí para tapar allá, o disminuir el gasto común para darme algún capricho, como comer y cenar (lo del desayuno lo doy por desaparecido, directamente no existe).
Todos estos problemas, nimios y absurdos, se han volatilizado, no pertenecen a mi vida. El fin de mes ya no es una obsesión para mí. Ya sé, por fin, donde termina: el mismo día que empieza. Es decir, tal y como se cobra en casa, se cobran los bancos y vuelta a empezar. Estupendo. Colosal. Magnífico. Digno de salmos y plegarias.
“¡Oh, glorioso! ¡Oh, majestuoso! ¡Oh, Zapatero! Relaja tu furia descontrolada, ten misericordia de tu pueblo y esconde el látigo de tu ineptitud. Compadécete de aquellos que penamos tu torpeza y otórganos el beneficio de respirar con libertad, sin el martillo opresor golpeándonos inmisericorde. Escúchanos allá, en tu infinita altura. Asómate al precipicio de nuestra desesperación. Resbala en tu soberbia, y cae rompiéndote todos los huesos, que es lo mínimo que te mereces. Así, al menos, pagarás algo por el dolor que provocas”
Ya está. He hecho los cálculos y lo tengo claro. Como buena ama de casa que soy, obligada a ello por un mercado laboral cruel e injusto, a la par que muy cutre, la economía de mi casa se me muestra con una nitidez como nunca había presentado. Esto hay que agradecérselo al encomiable esfuerzo realizado por los responsables políticos del país, obstinados como están en facilitar la supervivencia de las familias. Gracias a Zapatero y todos los maravillosos asesores que le pelotean (perdón, rodean; se me ha escapado), ya no tengo problemas para saber si termino o no el mes. Ya no he de estirar los billetes de cincuenta hasta convertirlos en cincuenta y cinco, buscar marcas blancas de esas que salen más baratas, quitarme de aquí para tapar allá, o disminuir el gasto común para darme algún capricho, como comer y cenar (lo del desayuno lo doy por desaparecido, directamente no existe).
Todos estos problemas, nimios y absurdos, se han volatilizado, no pertenecen a mi vida. El fin de mes ya no es una obsesión para mí. Ya sé, por fin, donde termina: el mismo día que empieza. Es decir, tal y como se cobra en casa, se cobran los bancos y vuelta a empezar. Estupendo. Colosal. Magnífico. Digno de salmos y plegarias.
“¡Oh, glorioso! ¡Oh, majestuoso! ¡Oh, Zapatero! Relaja tu furia descontrolada, ten misericordia de tu pueblo y esconde el látigo de tu ineptitud. Compadécete de aquellos que penamos tu torpeza y otórganos el beneficio de respirar con libertad, sin el martillo opresor golpeándonos inmisericorde. Escúchanos allá, en tu infinita altura. Asómate al precipicio de nuestra desesperación. Resbala en tu soberbia, y cae rompiéndote todos los huesos, que es lo mínimo que te mereces. Así, al menos, pagarás algo por el dolor que provocas”
Crisis de valores
La crisis no es sólo de índole económico: valores, principios, ideas y comportamientos han entrado también en barrena. Puede ser que esta pérdida de conceptos haya venido provocada por la situación laboral y financiera: la escasa estabilidad, la disminución de ingresos y el aumento del endeudamiento personal y familiar generan el temor y la desconfianza necesarios para destruir los fundamentos más firmes. Si tienes recursos, los guardas por no perderlos, tu dinero no circula y contribuye al estancamiento. Si no tienes, la ecuación es clara: lo buscas en blanco o en negro, pues el instinto te guía hacia la supervivencia. Desaparece la solidaridad, donde antes había unión ahora reina la autonomía. Es la ley de la selva: ganará el más fuerte y el que mejor y más cantidad sepa esconder.
Pero también es factible que nos encontremos comandando esta nave junto a la ruina como consecuencia de nuestra simbiosis total con el sistema. Sumergidos en un consumismo voraz, asociados a un capitalismo extremo, hemos descuidado nuestro entorno ético e ideológico para entregarnos a la competencia material. Con el beneplácito social e incentivados legal y moralmente por directrices económicas y políticas al servicio de los grandes intereses financieros, nos hemos visto arrastrados a un compromiso inquebrantable con el capital, haciendo propio el apetito insaciable del mismo. Las creencias, las convicciones pasan a planos secundarios al priorizar nuestras exigencias. Hemos antepuesto el bienestar que se nos ha vendido a la formación espiritual y filosófica. Valoramos más la cantidad que la calidad en la competencia, enterrando sentimientos e ideales, sustituyéndolos por cámaras digitales, televisiones de plasma y viajes a Eurodisney.
La salida, la huida de esta coyuntura requiere cambios muy profundos. La regeneración en la vida política es indispensable e imperativa: las instituciones democráticas precisan con urgencia de una reestructuración que las fortalezca ante futuros ataques. Los rectores políticos y sociales actuales deben ser apartados democráticamente si el abandono no es voluntario, dando paso a nuevos gestores limpios de vicios y hábitos, a profesionales preparados y valientes con mayores aptitudes para el servicio a la sociedad. El modelo económico debe ser modificado y adaptado a la nueva situación, dotándole de capacidad de reacción. Se debe proteger más la economía familiar, no favorecer siempre a los grandes capitales y a la banca: la vida de un Estado depende de la unidad familiar, de la fe de los ciudadanos.
Y. lo que para mí es lo más importante, la conciencia de todos debe establecer un nuevo y fresco cambio de valores. Tenemos que eliminar el afán consumista, dejar de ser depredadores de lo absurdo e innecesario, y fomentar lo que nos ayude a funcionar unidos manteniendo siempre la libertad y la independencia.
Todo lo expuesto son sensaciones que se acercan a una filosofía de barra de bar, barata y sin base, siempre y cuando no aparezca rotundo y con fuerza el pleno empleo. Entonces, y sólo entonces, quizás lo expresado adquiera sentido.
Pero también es factible que nos encontremos comandando esta nave junto a la ruina como consecuencia de nuestra simbiosis total con el sistema. Sumergidos en un consumismo voraz, asociados a un capitalismo extremo, hemos descuidado nuestro entorno ético e ideológico para entregarnos a la competencia material. Con el beneplácito social e incentivados legal y moralmente por directrices económicas y políticas al servicio de los grandes intereses financieros, nos hemos visto arrastrados a un compromiso inquebrantable con el capital, haciendo propio el apetito insaciable del mismo. Las creencias, las convicciones pasan a planos secundarios al priorizar nuestras exigencias. Hemos antepuesto el bienestar que se nos ha vendido a la formación espiritual y filosófica. Valoramos más la cantidad que la calidad en la competencia, enterrando sentimientos e ideales, sustituyéndolos por cámaras digitales, televisiones de plasma y viajes a Eurodisney.
La salida, la huida de esta coyuntura requiere cambios muy profundos. La regeneración en la vida política es indispensable e imperativa: las instituciones democráticas precisan con urgencia de una reestructuración que las fortalezca ante futuros ataques. Los rectores políticos y sociales actuales deben ser apartados democráticamente si el abandono no es voluntario, dando paso a nuevos gestores limpios de vicios y hábitos, a profesionales preparados y valientes con mayores aptitudes para el servicio a la sociedad. El modelo económico debe ser modificado y adaptado a la nueva situación, dotándole de capacidad de reacción. Se debe proteger más la economía familiar, no favorecer siempre a los grandes capitales y a la banca: la vida de un Estado depende de la unidad familiar, de la fe de los ciudadanos.
Y. lo que para mí es lo más importante, la conciencia de todos debe establecer un nuevo y fresco cambio de valores. Tenemos que eliminar el afán consumista, dejar de ser depredadores de lo absurdo e innecesario, y fomentar lo que nos ayude a funcionar unidos manteniendo siempre la libertad y la independencia.
Todo lo expuesto son sensaciones que se acercan a una filosofía de barra de bar, barata y sin base, siempre y cuando no aparezca rotundo y con fuerza el pleno empleo. Entonces, y sólo entonces, quizás lo expresado adquiera sentido.
Salida de conciencia
La salida, la huida de esta coyuntura requiere cambios muy profundos en el modelo social y económico. La regeneración en la vida política es indispensable e imperativa: las instituciones democráticas precisan con urgencia de una reestructuración global que las fortalezca ante futuros ataques. Los rectores políticos y sociales actuales deben ser apartados democráticamente si el abandono no es voluntario, dando paso a nuevos gestores limpios de vicios y hábitos, a profesionales preparados y valientes con mayores aptitudes para el servicio a la sociedad. El modelo económico debe ser modificado y adaptado a la nueva situación, dotándole de capacidad de reacción. Se debe proteger más la economía familiar, no favorecer siempre a los grandes capitales y a la banca: la vida de un Estado depende de la capacidad de la unidad familiar, de la fe de los ciudadanos en el sistema. Hay que promover el pequeño consumo dotando de estabilidad y equilibrio al mercado laboral. De no ser así, la ruptura de la sociedad será irreparable: por un lado ricos muy ricos, y por el otro una inmensa mayoría de pobres muy pobres. Un caldo en el que cocer una revolución de consecuencias imprevisibles.
Todo esto sería posible si se produce lo que para mí es lo más importante: la conciencia de todos debe establecer un nuevo y fresco cambio de valores. Tenemos que eliminar el afán consumista, dejar de ser depredadores de lo absurdo e innecesario, y buscar lo que nos ayude a funcionar unidos manteniendo siempre la libertad y la independencia. Las generaciones deben aprender el precio de las cosas y conocer los sacrificios que conlleva la consecución de lo material. Ahora, a día de hoy, lo importante es la posesión, a cualquier precio. El sentimiento agoniza moribundo y triste mientras la razón le guarda sitio en su nicho.
Todo esto sería posible si se produce lo que para mí es lo más importante: la conciencia de todos debe establecer un nuevo y fresco cambio de valores. Tenemos que eliminar el afán consumista, dejar de ser depredadores de lo absurdo e innecesario, y buscar lo que nos ayude a funcionar unidos manteniendo siempre la libertad y la independencia. Las generaciones deben aprender el precio de las cosas y conocer los sacrificios que conlleva la consecución de lo material. Ahora, a día de hoy, lo importante es la posesión, a cualquier precio. El sentimiento agoniza moribundo y triste mientras la razón le guarda sitio en su nicho.
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