jueves, 13 de enero de 2011

El empujoncito político

Según el PSOE, el compromiso asumido por Xoán Cornide, gerente del partido, con Pablo Prada, presidente de la constructora Extraco SA, no es más que un regate que hizo el político con el objetivo de quitarse de encima al constructor. La historia, publicada por El Mundo es como sigue. En un correo electrónico, el señor Prada solicitó al señor Cornide un empujón para la concesión de un contrato en Asturias a la vez que presión política por otra obra en Cáceres. Una hora después, la respuesta de este último fue, literalmente, ésta: “Estaré atento a ambas cosas. La de Asturias la empujaré con ayuda asturiana que suena mejor al parecer”.

El PSOE califica como una mera imprudencia estas palabras, jamás como una ilegalidad; son para el partido “expresiones coloquiales entre dos personas que se conocen” que sólo demuestran que el gerente intentó “despejar” la petición de ayuda de forma “cortés y educada”. Y se apoya para esto en que Extraco no consiguió ninguno de los dos contratos. Quiere decirse que si la constructora hubiera accedido a alguna de las obras, ya tendríamos el pollo montado, porque nadie hubiera dudado de la manipulación.

Esto es una coña marinera más, una broma de mal gusto que define a la perfección el funcionamiento de la clase política gobernante. El tráfico salvaje de influencias y favores, el amiguismo entre el que tiene el acceso al poder y el que desea obtener beneficios de forma irregular es una de las causas más importantes del desastre económico. Y el problema no radica en que el político influya o no en contrataciones. La cuestión es que la oportunidad por parte de éste de hacerlo es más que real. Si existe el que, valiéndose de su amistad o de un simple conocimiento, puede solicitar estas “ayudas” del que, por su posición, tiene capacidad de decidir es porque también tenemos al sinvergüenza de turno capaz y dispuesto a ser solícito a cambio de quién sabe qué. Porque no hay que engañarse, este tipo de corrupción en la política se presenta siempre con dos caras; no está sólo el diablo tentando a Eva, también ésta se deja querer, se lo pone fácil.

Con esto no pretendo juzgar al gerente del PSOE. No soy nadie para hacerlo y, además, el hombre lo único que a lo mejor ha cometido son dos torpezas que provienen de la soberbia y la estupidez. Una, el haber dado pie a que se produjese la solicitud y la otra el haber respondido a la misma con cortesía, en vez de con un váyase usted a hacer puñetas, que no está la cosa para estos temas. Ahora bien, tal y como está montado el sistema, intervenir y presionar para que los colegas se forren parece que va inherente al cargo. No es de extrañar que los españoles consideremos a los políticos como uno de los tres mayores problemas con los que tiene que lidiar nuestra sociedad.

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