viernes, 7 de enero de 2011

Vamos de rebajas

A mí esto de las rebajas como que no me gusta. No niego que algún chollo se encuentra la gente por ahí, y que ciertamente ropa y complementos están bastante más asequibles para la adquisición por parte del respetable. Lo que pasa es que a mí me pilla siempre sin un euro, pelado como el trasero de un mono, y para comprar hacen falta cuartos. En fiestas me gasto lo que no tengo y algo más, y cuando llegan estas fechas con sobrevivir hasta el día veinte casi que me doy con un canto en los dientes. Además, no entiendo de dónde sale la pasta, con la que está cayendo. Será que aún se ahorra, cosa que yo no puedo hacer ya que para guardar tiene que sobrar, y eso en mí como que va a ser que no.
El caso es que, aun no gustándome, me las tengo que tragar todos los años y en sus dos significados: en el directo, puro y duro, y en el opuesto, más pétreo si cabe. Y el corriente, el 2011 recién estrenado, trae descuentos asombrosos a la vez que crueles subidas. Me voy a explicar. Me han rebajado mi poder adquisitivo, mi capacidad de reacción, mi confianza en el sistema (poca o muy poca), mi fe en los rectores públicos (ésta ya es nula, no existe, kaput), mis posibilidades de progreso, mi cuadro de libertades, mi margen de supervivencia y parte de mis derechos. Mientras, por el otro lado, me han subido, y es sólo el comienzo de lo que va a venir, luz, gas, carburantes y demás cosas sin importancia. Pienso con malicia, y casi seguro que acierto, que no es casualidad que se despiste al personal con las rebajas en un mes tan alcista como enero. Estás sin blanca, pero mira que barato te lo pongo para que te olvides de los clavos que te estoy metiendo. Compra, no seas tonto, que mientras gastas no piensas en lo imposible que te estoy poniendo la vida.
Visto lo visto, y como los reyes no me han traído liquidez, y yo para rebajas no tengo el bolsillo, voy a hacer como el paisano y voy a llamar a Zarzuela para que me pasen con otro rey que no es ni Melchor, ni Gaspar ni Baltasar, a ver si me abre una línea de crédito con la que meterle mano a un LCD de metro y medio de eslora o un sillón de relax, que ni falta que me hacen, pero que quedarían de muerte en mi salón. Y si el hombre no puede, que son muchos en casa y el presupuesto no da para más, pues nada, con el vale de descuento del Carrefour me agencio una docena de calzoncillos, que seguro que me van a venir muy bien en el presente año. Por cierto, ésta sí que es una compra útil y altamente recomendable, porque no duden en ningún momento que cagarnos encima, lo vamos a hacer todos, sin distinción, con lo que nos están cocinando. Que la fiesta sólo ha hecho más que comenzar.

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