martes, 11 de enero de 2011

¡Temblad malditos, que el final se acerca!

No hay que negarle al hombre el arte que aún le queda para enfrentarse a un micrófono y narrar su particular visión de la realidad. Se planta, hincha su ego y comienza su espectacular oratoria. En su penúltimo oráculo Zapatero establece como seguro el cumplimiento del objetivo de déficit del 9,3% marcado para el 2010, del mismo modo que su reducción hasta el 2011 la califica en un alarde de optimismo como incuestionable. Son palabras del profeta mayor del reino de las nuevas dos Españas (la que fuma y la que no), augurios mágicos que, por nuestro bien, esperemos no pasen a engrosar la colosal lista de predicciones erróneas y mentiras burdas con los que el excelso nigromante acostumbra a inundar nuestras vidas. Y en su línea, luciendo el rostro de las buenas ocasiones, avisa Merlín que el Gobierno que él encabeza con sabiduría corregirá cualquier desviación que se produzca en la consolidación fiscal en cuanto sea mínimamente detectada. Para echarse a temblar. Debe ser que el hecho de que la prima de riesgo española, que se mide con el diferencial del bono a diez años y el alemán del mismo plazo, permanezca estable en 270 puntos básicos es la señal de que vamos por el camino correcto, por el de las baldosas amarillas.

Es nuestro presidente hasta que desde los socios del exterior le tiren a la calle ya que desde dentro no podemos (gracias, PNV), y como tal deberíamos confiar en él. Pero experiencias pasadas aconsejan cubrirse bien dado el nivel de acierto y la fiabilidad mostrada. Uno, pesimista quizás, realista seguro, piensa que ahora sí que se va a desplomar el cielo sobre nuestras cabezas, nos va a tragar la tierra y sólo la cuerda del rescate europeo nos sacará de la fosa. Después del fado (dos semanitas les quedan a los vecinos) vendrán las sevillanas. Entonces, el delfín Rubalcaba asumirá el control todavía más si cabe, será la alternativa al cadáver político. Eso sí, siempre y cuando el ex Felipe González no decidiese su vuelta al ruedo, ya que se piensa mejor valorado que todos los demás y “la memoria caprichosa” de los españoles olvidaría las “barbaridades” cometidas (esto es tal y como lo cuento, así se lo ha dicho y tan ancho se ha quedado).

Cada día, cada hora, cada minuto, cada segundo que pasa confirma que el juego de estos políticos consiste exclusivamente en garantizarse el sueldo, actuando con la patente de corso que otorga el poder a sabiendas que nada les puede ocurrir. Intocables malhechores parecen, a la altura de la mafia y la FIFA (esto tampoco es mío, es de Antonio Asunción, exministro defenestrado del PSOE por no comulgar con las democráticas directrices internas del partido). El asunto es que, tal y como se dice por mi tierra, Zapatero está listo de papeles, mal enterrado, pero lo que viene detrás, entre nosotros, acongoja. Vamos, que es acojonante pero de malo.

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