No tiene fin. Es como el invitado estrella de una cena de idiotas; si alguien vio la película o la obra de teatro, sabe de qué personaje hablo. Debe ser el único en el país que no se percata de la realidad; no creo que actúe con maldad, que esconda los acontecimientos con el fin de perpetuarse en el cargo (tiene menos futuro que la Falange). Considero que está convencido de lo que dice, lo cual le convierte en peligroso y temerario. En su mundo de fantasía, sitúa España como el paraíso perdido, la tierra de la bonanza y las oportunidades, un vergel de ilusiones y posibilidades. Pero los datos cantan.
Uno de cada cinco está en el paro. Para él es positivo. Significa que la cosa va bien; hay que seguir confiando en la gestión. Con su bola de cristal augura, por enésima vez, creación de empleo, trabajo para todos. Y no se le cae la cara de vergüenza cuando lo dice.
El gasto en las administraciones públicas sube un 6,8%. Aquí es donde, pobre inculto de mí, se me escapan los números. Porque si al funcionario de base se le ha incrementado el salario en un teórico 0,3%, que en realidad es una reducción de ingresos, el resto se lo deben estar repartiendo entre cuatro amigos, y los amigos de éstos. Con el chollo de la libre designación, van colocando aquí y allá a sus colegas, pagándoles bárbaros complementos por opacos cometidos. Un ejemplo, en el BOE 290 del 2/12/2009.
Sigue demandando ahorro y sacrificio. Vale, yo ahorro en electricidad; después vienen las compañías y piden una subida en el recibo del 20%. Es de locos. ¿Y el sacrificio? Sólo me queda vender la sangre y las entrañas. Si el resultado fuese el deseado, estaría dispuesto. Pero para que se lo pulan ellos, que se sacrifiquen él y sus compinches. Sonsoles, haznos un favor; convéncele de que se retire, que le viene grande el traje, que está haciendo mucho, muchísimo daño.
Un sitio donde reflejar lo que piensas. Te invito a que compartas conmigo tu libertad.
miércoles, 28 de abril de 2010
lunes, 26 de abril de 2010
¿Quién manda aquï?
Estamos controlados por desalmados que te sacan las entrañas, juegan con tu dinero e ilusiones y hacen y deshacen con total impunidad. Es tal su devastador poder que todo, absolutamente todo lo que acontece en este deprimido mundo tiene su origen en sus decisiones; destruir la economía de una nación, hundir en la miseria a millones de personas constituyen meros pasatiempos. Son tan insustituibles, tan imprescindibles para la supervivencia, que se saben inmunes a los errores. Ya pueden provocar una crisis mundial, ya pueden propagar penurias y hambrunas; siempre saldrán indemnes. Incluso, cuanto mayor es la desgracia que promueven, mayor es el beneficio que obtienen.
No hablo de los políticos. Éstos no son más que monigotes, dibujos de cera de los que únicamente quedan manchas cuando desaparecen de la vida pública. Cierto es que son cómplices activos y que participan con avaricia en el reparto de las riquezas ajenas, pero no pasan de burdos peones en un tablero en el que reyes y reinas son intocables. Recogen las migajas que, voluntariamente, desprecian sus amos y señores, garantizándose futuros personales de opulencia y bienestar. Son ladrones de medio pelo. Su cobardía y comportamiento traidor deberían castigar su existencia hasta su descomposición. Pero por encima hay alguien más.
Me refiero a los altos, altísimos ejecutivos de banca mundial, grandes genios de las finanzas, expertos manipuladores de lo tangible y lo intangible. No tienen miedo a nada ni a nadie; si ellos tosen, la estabilidad del mundo se va al garete. Esto está estructurado así, y contra ello sólo queda el pataleo. Tenemos que ver cómo se ríen de nosotros, cómo se vanaglorian de habernos sumido en la desesperación económica, y tragarnos el odio y la ira sin poder reaccionar. Además de cornudos, apaleados.
No hablo de los políticos. Éstos no son más que monigotes, dibujos de cera de los que únicamente quedan manchas cuando desaparecen de la vida pública. Cierto es que son cómplices activos y que participan con avaricia en el reparto de las riquezas ajenas, pero no pasan de burdos peones en un tablero en el que reyes y reinas son intocables. Recogen las migajas que, voluntariamente, desprecian sus amos y señores, garantizándose futuros personales de opulencia y bienestar. Son ladrones de medio pelo. Su cobardía y comportamiento traidor deberían castigar su existencia hasta su descomposición. Pero por encima hay alguien más.
Me refiero a los altos, altísimos ejecutivos de banca mundial, grandes genios de las finanzas, expertos manipuladores de lo tangible y lo intangible. No tienen miedo a nada ni a nadie; si ellos tosen, la estabilidad del mundo se va al garete. Esto está estructurado así, y contra ello sólo queda el pataleo. Tenemos que ver cómo se ríen de nosotros, cómo se vanaglorian de habernos sumido en la desesperación económica, y tragarnos el odio y la ira sin poder reaccionar. Además de cornudos, apaleados.
domingo, 25 de abril de 2010
El nuevo líder de la izquierda española
Independientemente del resultado de las actuaciones judiciales dirigidas contra él, sea sometido a juicio o no, Baltasar Garzón ha dado un paso de gigante en su trayectoria personal. Su figura se muestra como nexo de unión de una izquierda española desengañada y hastiada hasta el extremo por el gobierno socialista de Zapatero. En un punto de la historia en el que se están descarnando carencias e ineptitudes, en el que el liderato necesario se ha debilitado por la inoperancia del presidente, surge un hombre capaz de reunir en su persona las inquietudes ideológicas, las tendencias progresistas y ciertos afanes revanchistas de una gran parte de la población española.
El juez está en el lugar adecuado en el instante oportuno; bien aconsejado, lo veremos aparecer como estandarte futuro de la mitad de España. Dentro de las filas del PSOE deben de tener muy claro a estas alturas quién será, salvo intrigas interinas de difícil digestión, el sucesor del hombre del talante sin talento. Quizás es por eso que no existe un pronunciamiento claro y oficial por parte del partido en el gobierno respecto al tema. Llega alguien de fuera a levantarle el sitio a alguno que ya estaba sacando lustre a la placa, y eso no es plato gustoso.
También parece haberse dado cuenta Mariano Rajoy. Sabe que tendrá que bregar en batallas electorales con Garzón, y aprieta con fuerza. Ha elegido posicionarse al frente de la otra mitad del país, aprovechar el follón para fortalecer su débil imagen. Quiere, y es probable que consiga, aunar a la derecha bajo su bastón de mando.
Pero la que sufre es la justicia, como institución y como concepto. Y si ésta llora, España gime. Se vuelve a partir en dos mitades que acabarán, si el sentido común no lo remedia, radicalizándose. Un frente popular y una coalición de derechas de nuevo a palos por la calle…
El juez está en el lugar adecuado en el instante oportuno; bien aconsejado, lo veremos aparecer como estandarte futuro de la mitad de España. Dentro de las filas del PSOE deben de tener muy claro a estas alturas quién será, salvo intrigas interinas de difícil digestión, el sucesor del hombre del talante sin talento. Quizás es por eso que no existe un pronunciamiento claro y oficial por parte del partido en el gobierno respecto al tema. Llega alguien de fuera a levantarle el sitio a alguno que ya estaba sacando lustre a la placa, y eso no es plato gustoso.
También parece haberse dado cuenta Mariano Rajoy. Sabe que tendrá que bregar en batallas electorales con Garzón, y aprieta con fuerza. Ha elegido posicionarse al frente de la otra mitad del país, aprovechar el follón para fortalecer su débil imagen. Quiere, y es probable que consiga, aunar a la derecha bajo su bastón de mando.
Pero la que sufre es la justicia, como institución y como concepto. Y si ésta llora, España gime. Se vuelve a partir en dos mitades que acabarán, si el sentido común no lo remedia, radicalizándose. Un frente popular y una coalición de derechas de nuevo a palos por la calle…
miércoles, 21 de abril de 2010
¿Dónde está la bolita?
Tal y cómo está el mercado político, la desconfianza y la duda se han convertido en los productos estrella. Toda maniobra, toda negociación política desprende desde su inicio un aroma fétido, en ocasiones obsceno, que invita a la sospecha. Resulta inevitable recelar de acuerdos y desacuerdos entre formaciones políticas en temas de financiación propia.
Visto lo visto, y lo que queda por ver, y oído lo oído, y lo que aún vamos a escuchar, sería de rigor que los partidos asumieran como premisa fundamental la transparencia, la claridad absoluta en lo concerniente a los dineros que reciben de fuentes privadas. Otro comportamiento que manifestase cierta opacidad, que cubriese este asunto con un velo, por muy tenue que fuera, llevaría cosido con hilo de acero la pestilente etiqueta del engaño y la manipulación.
No se pueden tolerar excusas al respecto; no vale decir que ahora no es el momento oportuno o que la coyuntura no es la adecuada. Y, por supuesto, tampoco argumentar que no es necesaria luz en este túnel de oscuros favores y compromisos. Cualquier cosa que no se encuentre dentro de un marco legal coherente, acompañado de una clara información pública, invita a la ciudadanía, ya mosqueada, a presagiar nuevos, sucios y repulsivos sucesos como los que salpican a la casi totalidad de la clase política.
De igual forma que nos exigimos y se nos exige tener nuestras cuentas claras, poseemos el derecho de demandar que los partidos, formaciones y sus fundaciones satélites dejen de actuar como trileros, escondiendo la bolita, y muestren sin máscaras ni filtros quiénes y cómo les proporcionan los euros. Y, ya de paso, a cambio de qué…
Visto lo visto, y lo que queda por ver, y oído lo oído, y lo que aún vamos a escuchar, sería de rigor que los partidos asumieran como premisa fundamental la transparencia, la claridad absoluta en lo concerniente a los dineros que reciben de fuentes privadas. Otro comportamiento que manifestase cierta opacidad, que cubriese este asunto con un velo, por muy tenue que fuera, llevaría cosido con hilo de acero la pestilente etiqueta del engaño y la manipulación.
No se pueden tolerar excusas al respecto; no vale decir que ahora no es el momento oportuno o que la coyuntura no es la adecuada. Y, por supuesto, tampoco argumentar que no es necesaria luz en este túnel de oscuros favores y compromisos. Cualquier cosa que no se encuentre dentro de un marco legal coherente, acompañado de una clara información pública, invita a la ciudadanía, ya mosqueada, a presagiar nuevos, sucios y repulsivos sucesos como los que salpican a la casi totalidad de la clase política.
De igual forma que nos exigimos y se nos exige tener nuestras cuentas claras, poseemos el derecho de demandar que los partidos, formaciones y sus fundaciones satélites dejen de actuar como trileros, escondiendo la bolita, y muestren sin máscaras ni filtros quiénes y cómo les proporcionan los euros. Y, ya de paso, a cambio de qué…
lunes, 19 de abril de 2010
¿Johnny cogerá su fusil?
Informacion 19 de abril 2010
No me lo imagino. Sólo pensarlo me produce un gran desasosiego, una enorme preocupación. La excesiva politización que está adquiriendo todo lo que rodea al enjuiciamiento de Baltasar Garzón está abriendo a navaja heridas pasadas que ya sangraron en demasía. Y estas heridas radicalizan a unos y a otros, extremando, por el momento, sólo las opiniones y las libres expresiones. Hasta aquí, todo maravilloso; es el ejercicio de la libertad lo que convierte en seria a una democracia.
Lo que me asusta es la capacidad de odiar que tenemos los españoles; blanco o negro. No hay un tono intermedio, no conocemos la moderación. El que siente como uno mismo, amigo es hasta la muerte. Pero el que disiente se convierte en el enemigo al que hay que anular y, si se puede, exterminar.
La izquierda española está germinando un nuevo Frente Popular, armándose con razones contra la supuesta resurrección de Franco; todos juntos contra los fachas que pretenden aniquilar la democracia y volver a tiempos de oscuridad y represión. La derecha, al verse atacada, formará comunidad con los exaltados y nostálgicos con tal de no caer bajo el dominio marxista y comunista. Pactarán el gobierno y, aliándose con la banca, la oligarquía y el ejército, se alzarán con el control del Estado. Y, a la cabeza de los rebeldes fascistas, los ataúdes de Sanjurjo y Franco.
Estamos repitiendo errores del pasado. Que no se nos olvide que esto es un sistema democrático. Que nadie nos convenza de lo contrario. Que no empecemos a matarnos a palos por las calles, a quemar casas del pueblo y conventos. No pervirtamos a la juventud, no les entreguemos armas para que odie a su vecino. Enseñémosles a respetar, a valorar, a pensar y a elegir en libertad cada uno su opción. Que Johnny no coja su fusil. Ni Íker ni Álex ni Kevin ni Cyntia?ni...
No me lo imagino. Sólo pensarlo me produce un gran desasosiego, una enorme preocupación. La excesiva politización que está adquiriendo todo lo que rodea al enjuiciamiento de Baltasar Garzón está abriendo a navaja heridas pasadas que ya sangraron en demasía. Y estas heridas radicalizan a unos y a otros, extremando, por el momento, sólo las opiniones y las libres expresiones. Hasta aquí, todo maravilloso; es el ejercicio de la libertad lo que convierte en seria a una democracia.
Lo que me asusta es la capacidad de odiar que tenemos los españoles; blanco o negro. No hay un tono intermedio, no conocemos la moderación. El que siente como uno mismo, amigo es hasta la muerte. Pero el que disiente se convierte en el enemigo al que hay que anular y, si se puede, exterminar.
La izquierda española está germinando un nuevo Frente Popular, armándose con razones contra la supuesta resurrección de Franco; todos juntos contra los fachas que pretenden aniquilar la democracia y volver a tiempos de oscuridad y represión. La derecha, al verse atacada, formará comunidad con los exaltados y nostálgicos con tal de no caer bajo el dominio marxista y comunista. Pactarán el gobierno y, aliándose con la banca, la oligarquía y el ejército, se alzarán con el control del Estado. Y, a la cabeza de los rebeldes fascistas, los ataúdes de Sanjurjo y Franco.
Estamos repitiendo errores del pasado. Que no se nos olvide que esto es un sistema democrático. Que nadie nos convenza de lo contrario. Que no empecemos a matarnos a palos por las calles, a quemar casas del pueblo y conventos. No pervirtamos a la juventud, no les entreguemos armas para que odie a su vecino. Enseñémosles a respetar, a valorar, a pensar y a elegir en libertad cada uno su opción. Que Johnny no coja su fusil. Ni Íker ni Álex ni Kevin ni Cyntia?ni...
Eternos perdedores
Norte o Sur. Blanco o negro. Madridista o culé. Carne o pescado. Socialista o popular. Rojo o facha. Dos mitades enfrentadas, cables pelados que echan chispas cuando se acercan. O tú o yo. Los dos juntos no cabemos en el mismo sitio. Te odio porque no sé si tú también me aborreces; por si acaso, te golpeo yo primero, no sea que después tú me des con más fuerza. Ni agua te voy a dar; eres mi rival, y al enemigo no se le concede ninguna ventaja…Todo esto ¿por qué? O, mejor dicho, ¿a quién beneficia tensionar a los españoles, mantenerles en una confrontación continua, en un eterno estado de enfrentamiento?
Yo tengo muy claro quiénes ganan con esta exaltada situación. Los vencedores son los mismos que nos han conducido al desastre económico, social e institucional que impera en España; son la elite política, los profesionales del sistema que, viendo peligrar su estatus, necesitan la división del pueblo, el choque continuo y agresivo, la radicalización de las posturas, para seguir apareciendo como líderes imprescindibles, elementos insustituibles en el gobierno de una masa a la que consideran adocenada e inculta. “No te preocupes por nada, aquí estoy yo para defenderte. Déjame a mí, que tú no sabes cómo. Ya me encargo yo”
Los listillos, los espabilados, los canallas sinvergüenzas de siempre. Los que se limitan a esperar a que la cosa reviente para ofrecer sus servicios. Los que hábilmente provocan el caos, destruyen lo estructurado y se convierten, por obra y gracia de embustes y manipulaciones, en arquitectos del futuro del país. Esos son los que siempre ganan. Ellos, sempiternos triunfadores; nosotros, los eternos derrotados. Y seguimos sin escarmentar. Nos engañaron, nos engañan y nos seguirán engañando. La culpa es nuestra…
Yo tengo muy claro quiénes ganan con esta exaltada situación. Los vencedores son los mismos que nos han conducido al desastre económico, social e institucional que impera en España; son la elite política, los profesionales del sistema que, viendo peligrar su estatus, necesitan la división del pueblo, el choque continuo y agresivo, la radicalización de las posturas, para seguir apareciendo como líderes imprescindibles, elementos insustituibles en el gobierno de una masa a la que consideran adocenada e inculta. “No te preocupes por nada, aquí estoy yo para defenderte. Déjame a mí, que tú no sabes cómo. Ya me encargo yo”
Los listillos, los espabilados, los canallas sinvergüenzas de siempre. Los que se limitan a esperar a que la cosa reviente para ofrecer sus servicios. Los que hábilmente provocan el caos, destruyen lo estructurado y se convierten, por obra y gracia de embustes y manipulaciones, en arquitectos del futuro del país. Esos son los que siempre ganan. Ellos, sempiternos triunfadores; nosotros, los eternos derrotados. Y seguimos sin escarmentar. Nos engañaron, nos engañan y nos seguirán engañando. La culpa es nuestra…
domingo, 18 de abril de 2010
Nuestra Santa Faz
INFORMACION.es
Domingo
18 de abril de 2010
Tomás Salinas García.
Nuestra Santa Faz
Somos un pueblo digno, fiel a nuestra tradición. Nos gusta la fiesta, cualquier momento es bueno para una celebración. Y lo sabemos hacer sin que nadie nos diga cómo. Tenemos una forma de ser en conjunto única en España; nos sabemos entregar todos a aquello que pueda dignificar el nombre de nuestra ciudad, a todo lo que respira alicantinismo, a todo lo que puede en buena ley hacer más grande y hermosa, si cabe, a Alicante.
Nuestra Santa Faz. ¡Qué nadie nos la toque! Vive en nosotros, es un diamante encastrado de un valor incalculable. Y no lo digo por lo histórico, que me importa bien poco. Lo digo por lo sentimental, por lo que no se puede explicar con palabras. Cuando la visitamos estamos a solas con ella, aunque seamos 250.000. Y notamos cómo nos escucha, cómo recoge nuestros pensamientos y se los anota para tenerlos en cuenta.
¡Qué más nos da si está Camps, Zaplana, Perico el de los palotes o el rey de Bulgaria! Blusón, caña, un sombrero, ganas de andar, unas buenas viandas y bebida que acompañe convenientemente constituyen los únicos requisitos que hacen falta para sentirse alicantino. Nos sobran los figurantes, los politicastros y otros similares personajes que sólo desean salir en la foto. De nuevo, y ya es costumbre, están de más. Alicante, para expresarse, no los necesita.
Domingo
18 de abril de 2010
Tomás Salinas García.
Nuestra Santa Faz
Somos un pueblo digno, fiel a nuestra tradición. Nos gusta la fiesta, cualquier momento es bueno para una celebración. Y lo sabemos hacer sin que nadie nos diga cómo. Tenemos una forma de ser en conjunto única en España; nos sabemos entregar todos a aquello que pueda dignificar el nombre de nuestra ciudad, a todo lo que respira alicantinismo, a todo lo que puede en buena ley hacer más grande y hermosa, si cabe, a Alicante.
Nuestra Santa Faz. ¡Qué nadie nos la toque! Vive en nosotros, es un diamante encastrado de un valor incalculable. Y no lo digo por lo histórico, que me importa bien poco. Lo digo por lo sentimental, por lo que no se puede explicar con palabras. Cuando la visitamos estamos a solas con ella, aunque seamos 250.000. Y notamos cómo nos escucha, cómo recoge nuestros pensamientos y se los anota para tenerlos en cuenta.
¡Qué más nos da si está Camps, Zaplana, Perico el de los palotes o el rey de Bulgaria! Blusón, caña, un sombrero, ganas de andar, unas buenas viandas y bebida que acompañe convenientemente constituyen los únicos requisitos que hacen falta para sentirse alicantino. Nos sobran los figurantes, los politicastros y otros similares personajes que sólo desean salir en la foto. De nuevo, y ya es costumbre, están de más. Alicante, para expresarse, no los necesita.
Una cosa no quita la otra
INFORMACION.es
Domingo
18 de abril de 2010
Una cosa no quita la otra
No te crezcas tanto, Pepiño, que una cosa no quita la otra. Tanto es el asombro y estupefacción que producen en nuestras conciencias las corruptelas y sinvergüencerías «populares» que parece que no hay otra cosa sobre la faz política del país. La pestilencia de los distintos asuntos cubre de tal forma la realidad, que el resto de problemas esconden su existencia bajo su hediondo manto. Y si consigues escapar de los gürteles, Matas o Bárcenas, enseguida salta sobre tus ojos el juez Garzón y su Cruzada, o los intolerables casos de pederastia y pedofilia que ensucian la Iglesia católica.
Pero, todos estos clavos no sacan el otro; los mangoneos de algunos repugnantes chorizos, la memoria histórica de Baltasar, o las cruces que tiene que levantar Benedicto XVI, no tapan los problemas que a mí me amargan todos los días. Problemas de supervivencia originados por la manifiesta incapacidad, la evidente ineptitud y la nula preparación de los responsables de un gobierno inútil, inoperante, absurdo y falto de iniciativas positivas.
Así que, estimado José Blanco y compañía, no saquen pecho y se pavoneen por ahí, que no nos hemos olvidado de lo torpes, torpísimos que son ustedes. Que haya muchos malos campando por España y el mundo no quiere decir que ustedes no sigan siendo los capitanes generales, responsables directos del desastre diario de muchos de nosotros. La justicia se encargará de poner cada cosa en su sitio, de igual forma que las urnas colocarán a más de uno en el cubo de basura en el que deberían estar. Porque yo en mi casa, cuando algo no vale lo tiro al contenedor. Eso sí, en bolsa cerrada, no vaya a escaparse.
Domingo
18 de abril de 2010
Una cosa no quita la otra
No te crezcas tanto, Pepiño, que una cosa no quita la otra. Tanto es el asombro y estupefacción que producen en nuestras conciencias las corruptelas y sinvergüencerías «populares» que parece que no hay otra cosa sobre la faz política del país. La pestilencia de los distintos asuntos cubre de tal forma la realidad, que el resto de problemas esconden su existencia bajo su hediondo manto. Y si consigues escapar de los gürteles, Matas o Bárcenas, enseguida salta sobre tus ojos el juez Garzón y su Cruzada, o los intolerables casos de pederastia y pedofilia que ensucian la Iglesia católica.
Pero, todos estos clavos no sacan el otro; los mangoneos de algunos repugnantes chorizos, la memoria histórica de Baltasar, o las cruces que tiene que levantar Benedicto XVI, no tapan los problemas que a mí me amargan todos los días. Problemas de supervivencia originados por la manifiesta incapacidad, la evidente ineptitud y la nula preparación de los responsables de un gobierno inútil, inoperante, absurdo y falto de iniciativas positivas.
Así que, estimado José Blanco y compañía, no saquen pecho y se pavoneen por ahí, que no nos hemos olvidado de lo torpes, torpísimos que son ustedes. Que haya muchos malos campando por España y el mundo no quiere decir que ustedes no sigan siendo los capitanes generales, responsables directos del desastre diario de muchos de nosotros. La justicia se encargará de poner cada cosa en su sitio, de igual forma que las urnas colocarán a más de uno en el cubo de basura en el que deberían estar. Porque yo en mi casa, cuando algo no vale lo tiro al contenedor. Eso sí, en bolsa cerrada, no vaya a escaparse.
jueves, 15 de abril de 2010
Marta
Viernes 16 de abril de 2010 INFORMACIÓN DE ALICANTE
MARTA
No pretendo abrir un debate. Tampoco es mi intención herir susceptibilidades y, ni mucho menos, sentar cátedra con mis palabras. Pues no son más que eso: palabras que me salen de dentro, que reflejan lo que siento y cómo lo siento. Soy padre de un niño y de una niña, y considero que tengo el derecho a expresarme con esta claridad respecto a este asunto. No quiero entrar en discusiones sobre la Ley de Protección al Menor, o sobre la pena de muerte. Me limito a opinar con total libertad y con el corazón; quizás una reflexión profunda modificaría mis planteamientos. O quizás no. Lo único que sé es que los engendros humanos, los desperdicios sociales, los monstruosos seres que violaron y mataron a Marta del Castillo no deberían seguir respirando el mismo aire que respiran la familia y amigos de la muchacha.
La muerte sería poco castigo para ellos, pero posiblemente la solución más justa, más coherente.
Y la que más amortiguaría el inmenso dolor que provoca la salvajada que cometieron y que continúan cometiendo con su silencio respecto al paradero del cuerpo. Pero parece que no es políticamente correcto ni cristiano pensar así y, por descontado, manifestar este pensamiento. Me importa poco. Incluso, aunque fuese la única persona que sintiera de esta manera, nada ni nadie me haría cambiar.
Creo en el sistema; es el que tengo y lo respeto y defiendo. Eso no quita que, donde la razón no tiene sus dominios y gobiernan los sentimientos, todo me encamine en desear la peor de las suertes a unos mal nacidos que no tienen derecho a vivir. Repito e insisto, no es más que una opinión: la mía.
MARTA
No pretendo abrir un debate. Tampoco es mi intención herir susceptibilidades y, ni mucho menos, sentar cátedra con mis palabras. Pues no son más que eso: palabras que me salen de dentro, que reflejan lo que siento y cómo lo siento. Soy padre de un niño y de una niña, y considero que tengo el derecho a expresarme con esta claridad respecto a este asunto. No quiero entrar en discusiones sobre la Ley de Protección al Menor, o sobre la pena de muerte. Me limito a opinar con total libertad y con el corazón; quizás una reflexión profunda modificaría mis planteamientos. O quizás no. Lo único que sé es que los engendros humanos, los desperdicios sociales, los monstruosos seres que violaron y mataron a Marta del Castillo no deberían seguir respirando el mismo aire que respiran la familia y amigos de la muchacha.
La muerte sería poco castigo para ellos, pero posiblemente la solución más justa, más coherente.
Y la que más amortiguaría el inmenso dolor que provoca la salvajada que cometieron y que continúan cometiendo con su silencio respecto al paradero del cuerpo. Pero parece que no es políticamente correcto ni cristiano pensar así y, por descontado, manifestar este pensamiento. Me importa poco. Incluso, aunque fuese la única persona que sintiera de esta manera, nada ni nadie me haría cambiar.
Creo en el sistema; es el que tengo y lo respeto y defiendo. Eso no quita que, donde la razón no tiene sus dominios y gobiernan los sentimientos, todo me encamine en desear la peor de las suertes a unos mal nacidos que no tienen derecho a vivir. Repito e insisto, no es más que una opinión: la mía.
Faz Divina, misericordia
INFORMACION.es
Jueves
15 de abril de 2010
[ALICANTE] Faz Divina, misericordia
Hay mucho por lo que pedir en la peregrinación. Estamos peleando tanto por salir de ésta que cualquier ayuda, aunque sea espiritual, nos va a venir muy bien. Uno de cada tres estamos arañando la puerta de la pobreza, luchamos con todo con tal de que la miseria no entre en nuestras vidas y se quede para siempre. Por cada valiente que se atreve a poner en marcha un proyecto, tres cierran sus ilusiones sepultados por deudas y embargos. Por cada afortunado que ve recompensado sus esfuerzos y su formación, y consigue un empleo, por precario que sea, otros dos se ven en la calle demandando oportunidades para sobrevivir.
Si para que no falte sustento para los nuestros tenemos que trapichear, mentir, pervertir nuestros principios y comulgar con ruedas de molino, lo hacemos con la esperanza de que ya vendrán tiempos mejores. Queremos creer que el desastre tiene un final, y anhelamos que éste esté cerca, pues muchos no sabemos lo que podremos durar así, tapando un agujero tras otro sin lograr que se dejen de producir. Somos expertos en parches, maestros de la chapuza. Pero lo que necesitamos son soluciones inmediatas. Y éstas tardan demasiado.
Pedir que los responsables políticos actuales nos aporten la mínima posibilidad de levantar cabeza es quimera y fantasía. Entre sobornos, cohechos, acusaciones y operetas de descalificaciones no les queda tiempo para dedicarnos la atención que demandamos y necesitamos. Ellos van a lo suyo, a no quedarse fuera del reparto. Todo les da igual. De la pelea no nos va a sacar nadie salvo nosotros mismos.
Así que, peregrinemos, solicitemos auxilio, fortalezcamos nuestra fe en la salvación económica. Si el tiempo lo permite, ¡Faz Divina, misericordia!
Jueves
15 de abril de 2010
[ALICANTE] Faz Divina, misericordia
Hay mucho por lo que pedir en la peregrinación. Estamos peleando tanto por salir de ésta que cualquier ayuda, aunque sea espiritual, nos va a venir muy bien. Uno de cada tres estamos arañando la puerta de la pobreza, luchamos con todo con tal de que la miseria no entre en nuestras vidas y se quede para siempre. Por cada valiente que se atreve a poner en marcha un proyecto, tres cierran sus ilusiones sepultados por deudas y embargos. Por cada afortunado que ve recompensado sus esfuerzos y su formación, y consigue un empleo, por precario que sea, otros dos se ven en la calle demandando oportunidades para sobrevivir.
Si para que no falte sustento para los nuestros tenemos que trapichear, mentir, pervertir nuestros principios y comulgar con ruedas de molino, lo hacemos con la esperanza de que ya vendrán tiempos mejores. Queremos creer que el desastre tiene un final, y anhelamos que éste esté cerca, pues muchos no sabemos lo que podremos durar así, tapando un agujero tras otro sin lograr que se dejen de producir. Somos expertos en parches, maestros de la chapuza. Pero lo que necesitamos son soluciones inmediatas. Y éstas tardan demasiado.
Pedir que los responsables políticos actuales nos aporten la mínima posibilidad de levantar cabeza es quimera y fantasía. Entre sobornos, cohechos, acusaciones y operetas de descalificaciones no les queda tiempo para dedicarnos la atención que demandamos y necesitamos. Ellos van a lo suyo, a no quedarse fuera del reparto. Todo les da igual. De la pelea no nos va a sacar nadie salvo nosotros mismos.
Así que, peregrinemos, solicitemos auxilio, fortalezcamos nuestra fe en la salvación económica. Si el tiempo lo permite, ¡Faz Divina, misericordia!
¿Estamos locos?
La política se radicaliza. La gente se va colocando en los extremos de un sistema democrático que está sufriendo, tensionando la cuerda que hace de eje de equilibrio. El estamento judicial no pasa por su mejor momento; una serie de decisiones controvertidas, y se duda de su imparcialidad y honestidad.
¿Estamos locos? Antes había que confiar en la aplicación y en los aplicadores de la justicia, y ahora hay que negarles la autoridad, según sople el viento. Los juzgados y tribunales españoles han caído bajo el control de fachas con fusiles (para unos) o marionetas marxistas(para otros); los jueces han olvidado de golpe el por qué y el para qué están en su cargo, y han optado por alterar la paz social incitando a las armas. Con la policía inventando pruebas incriminatorias, los magistrados dejándose llevar por sus instintos, rencores y envidias, y la clase política acumulando el dinero en furgonetas, lo más conveniente sería salir a la calle y asaltar una armería para abastecernos de municiones.
Todo esto es como si alguien buscase que los españoles se posicionaran en las esquinas y se liaran a tiros entre ellos; como si el objetivo fuese montar un 36, pero a menor escala, para garantizarse que el poder no se les escapase y seguir cortando el bacalao, a cualquier precio. Por suerte, la mayoría de los españoles no estamos por la labor de dejarnos dominar por políticos ineptos y/o corruptos y/o manipuladores, ni por aquellos que a la sombra de éstos han encontrado un bien nutrido sustento.
Debemos defender la justicia en este país; confiar ciegamente en ella y dejarla actuar. Ya está bien de atacarla desde derecha e izquierda. Ya está bien de intentar controlarla a caprichos y necesidades propias. A ver si la respetamos un poco entre todos, o nos cargamos el sistema. Un poco de cabeza, por favor, o acabaremos mal, muy mal.
¿Estamos locos? Antes había que confiar en la aplicación y en los aplicadores de la justicia, y ahora hay que negarles la autoridad, según sople el viento. Los juzgados y tribunales españoles han caído bajo el control de fachas con fusiles (para unos) o marionetas marxistas(para otros); los jueces han olvidado de golpe el por qué y el para qué están en su cargo, y han optado por alterar la paz social incitando a las armas. Con la policía inventando pruebas incriminatorias, los magistrados dejándose llevar por sus instintos, rencores y envidias, y la clase política acumulando el dinero en furgonetas, lo más conveniente sería salir a la calle y asaltar una armería para abastecernos de municiones.
Todo esto es como si alguien buscase que los españoles se posicionaran en las esquinas y se liaran a tiros entre ellos; como si el objetivo fuese montar un 36, pero a menor escala, para garantizarse que el poder no se les escapase y seguir cortando el bacalao, a cualquier precio. Por suerte, la mayoría de los españoles no estamos por la labor de dejarnos dominar por políticos ineptos y/o corruptos y/o manipuladores, ni por aquellos que a la sombra de éstos han encontrado un bien nutrido sustento.
Debemos defender la justicia en este país; confiar ciegamente en ella y dejarla actuar. Ya está bien de atacarla desde derecha e izquierda. Ya está bien de intentar controlarla a caprichos y necesidades propias. A ver si la respetamos un poco entre todos, o nos cargamos el sistema. Un poco de cabeza, por favor, o acabaremos mal, muy mal.
miércoles, 14 de abril de 2010
Baltasar Garzón
Baltasar Garzón, al igual que el resto de los españoles, está sometido al imperio de la ley y debe cumplir con ella como el que más. Si se sabe inocente, no tiene el qué y el por qué temer; lo que obtendría de todo esto serían beneficios a nivel personal y profesional, dejando muy mal parados a aquellos que dudan de su honestidad.
El problema estriba en la discutible capacitación moral y ética de quien acusa. La democracia acoge en su regazo a todos, sin distinción; cualquiera tiene el derecho a un juicio justo, al igual que cualquiera puede interponer una denuncia. Corresponde a profesionales admitirla a trámite. Y, supuestamente, lo hacen cuando atisban indicios de delito o irregularidades.
Dado a su trabajo y trayectoria exhibida, al incuantificable valor de su lucha contra ETA y la corrupción política, creo que Garzón debe afrontar muy tranquilo el juicio y exponer su inocencia. Pero, si por desgracia, se demostrase alguna de las acusaciones que han motivado la causa, tendría que asumir con total disposición la sentencia, pues habría sobrepasado la línea de la ley. Algo que él, por su condición, debe conservar y preservar.
Pienso que no hay que flagelarse ni descarnarse las rodillas caminado en penitencia hasta los juzgados; considero que esto es bueno para el sistema, lo fortalece. Mucha gente, además de los de siempre, está con el juez, aprecia su trabajo, le valora y le apoya incondicionalmente. Otros, quizás menos, desearían ver su cabeza en una sala de trofeos. Pero, lo más importante de todo, es que en el medio se sitúa, poderosa y segura, la aliada más fiel de la democracia, la mejor amiga que puede encontrar cualquiera que se encuentre en la misma tesitura que Baltasar Garzón; la justicia, aquella dama ciega en la que tenemos el derecho y el deber de confiar.
El problema estriba en la discutible capacitación moral y ética de quien acusa. La democracia acoge en su regazo a todos, sin distinción; cualquiera tiene el derecho a un juicio justo, al igual que cualquiera puede interponer una denuncia. Corresponde a profesionales admitirla a trámite. Y, supuestamente, lo hacen cuando atisban indicios de delito o irregularidades.
Dado a su trabajo y trayectoria exhibida, al incuantificable valor de su lucha contra ETA y la corrupción política, creo que Garzón debe afrontar muy tranquilo el juicio y exponer su inocencia. Pero, si por desgracia, se demostrase alguna de las acusaciones que han motivado la causa, tendría que asumir con total disposición la sentencia, pues habría sobrepasado la línea de la ley. Algo que él, por su condición, debe conservar y preservar.
Pienso que no hay que flagelarse ni descarnarse las rodillas caminado en penitencia hasta los juzgados; considero que esto es bueno para el sistema, lo fortalece. Mucha gente, además de los de siempre, está con el juez, aprecia su trabajo, le valora y le apoya incondicionalmente. Otros, quizás menos, desearían ver su cabeza en una sala de trofeos. Pero, lo más importante de todo, es que en el medio se sitúa, poderosa y segura, la aliada más fiel de la democracia, la mejor amiga que puede encontrar cualquiera que se encuentre en la misma tesitura que Baltasar Garzón; la justicia, aquella dama ciega en la que tenemos el derecho y el deber de confiar.
martes, 13 de abril de 2010
Cobardía
Es una reacción cobarde. Atacar al mensajero, culpar al empedrado, escudarse en supuestas conspiraciones orquestadas para el desprestigio, no es afrontar el problema. El PP tiene la obligación de ser limpio y honesto; y debería aprovechar la oportunidad para eliminar a la escoria y a los profesionales del guinde que habían acampado en la formación.
Pero sin salirse por la tangente. No se puede defender lo indefendible en base a manejos policiales o maquinaciones periodísticas guiadas con habilidad por el maquiavélico gobierno. Vengan de donde vengan los ataques, lo cierto es que una parte de la oficialidad popular se había abandonado al saqueo descontrolado; y esto requiere una solución tajante, sin vacilaciones que generen dudas. El partido debe entregar a la justicia a aquellos que se han estado burlando de todos, y colaborar con ella para que la sanción seas lo más dura posible.
Es evidente que el jaleo, que el tejemaneje de sobornos y cohechos, beneficia políticamente a un gobierno que estaba en las últimas, en equilibrio sobre una cuerda sostenida en los extremos por la pasividad de los sindicatos. Ahora, Zapatero y los suyos han tomado aire y, aprovechando que el pueblo piensa más en una guillotina para los corruptos populares, que en fusilar por ineptos a los socialistas gobernantes ,pretenden sacar pecho. Pero que no lo enseñen mucho, que se les puede partir. Los problemas que habían antes de estos follones, siguen existiendo ahora y con la misma virulencia, o mayor si me apuras. Y su torpe ejecución continúa sin darles remedio.
Si es que, al fin y al cabo, entre ineptos y mangantes estamos servidos.. Cuando llegue la hora de decidir, tendremos que optar o bien por el que no sabe y no da una, o bien por el que sabe demasiado y se lo lleva bonito. ¡País!...
Pero sin salirse por la tangente. No se puede defender lo indefendible en base a manejos policiales o maquinaciones periodísticas guiadas con habilidad por el maquiavélico gobierno. Vengan de donde vengan los ataques, lo cierto es que una parte de la oficialidad popular se había abandonado al saqueo descontrolado; y esto requiere una solución tajante, sin vacilaciones que generen dudas. El partido debe entregar a la justicia a aquellos que se han estado burlando de todos, y colaborar con ella para que la sanción seas lo más dura posible.
Es evidente que el jaleo, que el tejemaneje de sobornos y cohechos, beneficia políticamente a un gobierno que estaba en las últimas, en equilibrio sobre una cuerda sostenida en los extremos por la pasividad de los sindicatos. Ahora, Zapatero y los suyos han tomado aire y, aprovechando que el pueblo piensa más en una guillotina para los corruptos populares, que en fusilar por ineptos a los socialistas gobernantes ,pretenden sacar pecho. Pero que no lo enseñen mucho, que se les puede partir. Los problemas que habían antes de estos follones, siguen existiendo ahora y con la misma virulencia, o mayor si me apuras. Y su torpe ejecución continúa sin darles remedio.
Si es que, al fin y al cabo, entre ineptos y mangantes estamos servidos.. Cuando llegue la hora de decidir, tendremos que optar o bien por el que no sabe y no da una, o bien por el que sabe demasiado y se lo lleva bonito. ¡País!...
domingo, 11 de abril de 2010
Hacer puñetas
Nos enfrentamos a varios problemas de muy difícil solución. La derecha política ha mostrado su cara ladrona, arrimada al poder y al dinero y ocupada en enriquecerse. Una banda de malhechores. La izquierda luce un rostro lerdo, torpe e inútil, incapaz de obrar con efectividad, falto de recursos y preparación. Un desastre como gobierno. Los sindicatos están hermanados con el inepto legislador, y comparten inactividades y bastantes responsabilidades con él. Se mueven menos que el toro de Osborne. Las formaciones que podrían actuar como alternativas no comunican nada, ni bueno ni malo, nada de nada. Son libretas en blanco, bolígrafos sin tinta.
No hay nadie por ahí arriba en el que se pueda confiar, alguien en el que apetezca depositar tu afecto libre y soberano. La oposición y el gobierno del país se han establecido como academias formativas; en unas te enseñan a robar carteras, y en la otra a vaciarlas a cambio de nada. Los jueces andan a la gresca entre ellos, entre prevaricaciones, rencores y venganzas. Incluso, estamos abandonados de la mano de Dios; el pobre también tiene lo suyo con sus representantes en la Tierra.
¿Qué nos queda? Lo de siempre; las ganas de vivir, de pelear por los nuestros, de disfrutar de lo que tenemos, de intentar ser felices aunque nos lo pongan difícil. Ganas, ganas y más ganas que se traducen en esfuerzo y sacrificio. Y en esto estamos. Pero sin quitarse el placer y el gustazo de, con toda la cortesía y educación del mundo mundial, mandar a hacer puñetas a los anteriormente citados, deseándoles que reciban a no muy tardar el premio que merezcan cada uno de ellos, sin excepción. Que hay para todos…
No hay nadie por ahí arriba en el que se pueda confiar, alguien en el que apetezca depositar tu afecto libre y soberano. La oposición y el gobierno del país se han establecido como academias formativas; en unas te enseñan a robar carteras, y en la otra a vaciarlas a cambio de nada. Los jueces andan a la gresca entre ellos, entre prevaricaciones, rencores y venganzas. Incluso, estamos abandonados de la mano de Dios; el pobre también tiene lo suyo con sus representantes en la Tierra.
¿Qué nos queda? Lo de siempre; las ganas de vivir, de pelear por los nuestros, de disfrutar de lo que tenemos, de intentar ser felices aunque nos lo pongan difícil. Ganas, ganas y más ganas que se traducen en esfuerzo y sacrificio. Y en esto estamos. Pero sin quitarse el placer y el gustazo de, con toda la cortesía y educación del mundo mundial, mandar a hacer puñetas a los anteriormente citados, deseándoles que reciban a no muy tardar el premio que merezcan cada uno de ellos, sin excepción. Que hay para todos…
sábado, 10 de abril de 2010
Ni un duro
Me da en la nariz que ni el uno ni el otro. Ni Zapatero ni Rajoy. Y los dos por incapaces directores, ineptos en el manejo y control de sus tropas, nefastos caudillos y pésimos gobernantes. El presidente actual ha dejado ya muy claro que esto no es lo suyo, que si se lo ponen muy difícil, pues que no, que no sabe qué hacer. Quizás en otros tiempos de mayor bonanza económica hubiese resultado un excelente dirigente, sobre todo en materia social. Pero cuando comenzó la ensalada de tiros, se escondió negando la mayor. Luego, con la crisis campando a sus anchas una buena temporada no tuvo más remedio que enfrentarla con pasos, tardíos y erróneos, que han terminado por dejarnos sin dientes con los que morder. De todas formas, ¿para qué queremos dentadura sino hay molla que arrimar a la boca ni plato donde picar?
El otro en liza, el bueno de Mariano, parece el amigo ése que siempre te coge el teléfono para escuchar tus penas, que intenta aconsejarte con toda su buena intención, pero que no da una. Ni chicha ni “limoná”. Para colmo, los capitanes de su ejército se han pasado al enemigo, dotando a éste de argumentos suficientes como para hundir una formación política para la eternidad. Y, Mariano, sin verlo venir, o no ha podido o no ha sabido pararles los pies a los chapuceros chorizos que le rodean por diestra y siniestra.
Será cuestión de estudiar con atención los movimientos en ambos frentes, a ver quién va tomando posiciones y adquiriendo voluntades amigas para erigirse como salvador de la patria. Yo pienso que de todos los que hay por ahí moviendo el cotarro, ninguno vale un duro de los de antes.
El otro en liza, el bueno de Mariano, parece el amigo ése que siempre te coge el teléfono para escuchar tus penas, que intenta aconsejarte con toda su buena intención, pero que no da una. Ni chicha ni “limoná”. Para colmo, los capitanes de su ejército se han pasado al enemigo, dotando a éste de argumentos suficientes como para hundir una formación política para la eternidad. Y, Mariano, sin verlo venir, o no ha podido o no ha sabido pararles los pies a los chapuceros chorizos que le rodean por diestra y siniestra.
Será cuestión de estudiar con atención los movimientos en ambos frentes, a ver quién va tomando posiciones y adquiriendo voluntades amigas para erigirse como salvador de la patria. Yo pienso que de todos los que hay por ahí moviendo el cotarro, ninguno vale un duro de los de antes.
Luis Bárcenas, de patitas en la calle
Juro por Dios que lo intento, pero no logro comprender cómo una persona de tan dudosa honorabilidad como Luis Bárcenas sigue manteniendo su escaño como senador. Lógico es que el hombre no renuncie, que su desfachatez y notable caradura triunfe sobre los principios morales mínimos que se le suponen a cualquier ser humano. Acepto que durante muchos años haya realizado una encomiable labor para el PP, y que por ello su partido le otorgue privilegios de abogado y despacho; esa es una cuenta que pertenece a sus militantes, y son ellos los que deben opinar al respecto.
Ahora bien. Estamos en un país que se nombra democrático y justo, que basa su gobierno en las decisiones soberanas y libres de su ciudadanía. El sistema debe ser transparente, pues ese es su deber si quiere preservar los derechos, y actuar con firmeza y legalidad contra aquellos que alteren y perturben su funcionamiento. Entonces, ¿cómo es que permite que elementos manifiestamente delictivos de la sociedad ocupen cargos de tanta importancia como el de senador, con todo lo que ello conlleva?
Si los políticos quieren que confiemos en ellos, que abandonen sus engaños y picardías legales. Es hora ya, de una vez por todas, de que aquellos que legislan, legislen para todos. Que dejen ya de blindarse ante futuros comportamientos ilícitos. Ellos no son más que nadie, son iguales al resto de los habitantes del Estado, y deben someterse a los mismos preceptos. Las impunidades de las que gozan actúan como acicates para delinquir sin rubor. Se creen dioses con poder absoluto, cuando no son más que empleados nuestros, están para servirnos y punto.
Creo tener el derecho de exigir que el señor Luis Bárcenas sea expulsado de inmediato de su escaño. Y si no lo tengo, debería tenerlo. No me gusta que se burlen de mí de esta manera tan asquerosa…
Ahora bien. Estamos en un país que se nombra democrático y justo, que basa su gobierno en las decisiones soberanas y libres de su ciudadanía. El sistema debe ser transparente, pues ese es su deber si quiere preservar los derechos, y actuar con firmeza y legalidad contra aquellos que alteren y perturben su funcionamiento. Entonces, ¿cómo es que permite que elementos manifiestamente delictivos de la sociedad ocupen cargos de tanta importancia como el de senador, con todo lo que ello conlleva?
Si los políticos quieren que confiemos en ellos, que abandonen sus engaños y picardías legales. Es hora ya, de una vez por todas, de que aquellos que legislan, legislen para todos. Que dejen ya de blindarse ante futuros comportamientos ilícitos. Ellos no son más que nadie, son iguales al resto de los habitantes del Estado, y deben someterse a los mismos preceptos. Las impunidades de las que gozan actúan como acicates para delinquir sin rubor. Se creen dioses con poder absoluto, cuando no son más que empleados nuestros, están para servirnos y punto.
Creo tener el derecho de exigir que el señor Luis Bárcenas sea expulsado de inmediato de su escaño. Y si no lo tengo, debería tenerlo. No me gusta que se burlen de mí de esta manera tan asquerosa…
viernes, 9 de abril de 2010
Bárcenas, de patitas en la calle
Juro por Dios que lo intento, pero no logro comprender cómo una persona de tan dudosa honorabilidad como Luis Bárcenas sigue manteniendo su escaño como senador. Lógico es que el hombre no renuncie, que su desfachatez y notable caradura triunfe sobre los principios morales mínimos que se le suponen a cualquier ser humano. Acepto que durante muchos años haya realizado una encomiable labor para el PP, y que por ello su partido le otorgue privilegios de abogado y despacho; esa es una cuenta que pertenece a sus militantes, y son ellos los que deben opinar al respecto.
Ahora bien. Estamos en un país que se nombra democrático y justo, que basa su gobierno en las decisiones soberanas y libres de su ciudadanía. El sistema debe ser transparente, pues ese es su deber si quiere preservar los derechos, y actuar con firmeza y legalidad contra aquellos que alteren y perturben su funcionamiento. Entonces, ¿cómo es que permite que elementos manifiestamente delictivos de la sociedad ocupen cargos de tanta importancia como el de senador, con todo lo que ello conlleva?
Si los políticos quieren que confiemos en ellos, que abandonen sus engaños y picardías legales. Es hora ya, de una vez por todas, de que aquellos que legislan, legislen para todos. Que dejen ya de blindarse ante futuros comportamientos ilícitos. Ellos no son más que nadie, son iguales al resto de los habitantes del Estado, y deben someterse a los mismos preceptos. Las impunidades de las que gozan actúan como acicates para delinquir sin rubor. Se creen dioses con poder absoluto, cuando no son más que empleados nuestros, están para servirnos y punto.
Creo tener el derecho de exigir que el señor Luis Bárcenas sea expulsado de inmediato de su escaño. Y si no lo tengo, debería tenerlo. No me gusta que se burlen de mí de esta manera tan asquerosa…
Ahora bien. Estamos en un país que se nombra democrático y justo, que basa su gobierno en las decisiones soberanas y libres de su ciudadanía. El sistema debe ser transparente, pues ese es su deber si quiere preservar los derechos, y actuar con firmeza y legalidad contra aquellos que alteren y perturben su funcionamiento. Entonces, ¿cómo es que permite que elementos manifiestamente delictivos de la sociedad ocupen cargos de tanta importancia como el de senador, con todo lo que ello conlleva?
Si los políticos quieren que confiemos en ellos, que abandonen sus engaños y picardías legales. Es hora ya, de una vez por todas, de que aquellos que legislan, legislen para todos. Que dejen ya de blindarse ante futuros comportamientos ilícitos. Ellos no son más que nadie, son iguales al resto de los habitantes del Estado, y deben someterse a los mismos preceptos. Las impunidades de las que gozan actúan como acicates para delinquir sin rubor. Se creen dioses con poder absoluto, cuando no son más que empleados nuestros, están para servirnos y punto.
Creo tener el derecho de exigir que el señor Luis Bárcenas sea expulsado de inmediato de su escaño. Y si no lo tengo, debería tenerlo. No me gusta que se burlen de mí de esta manera tan asquerosa…
Don Jaime y don Luis
Al final he conseguido salir de dudas. El imputado Jaume Matas, Jaime para los que ya no le aprecian tanto como antes, tiene solvencia suficiente para afrontar los tres millones de nada que le pedían como fianza. Dos bancos aportan a pachas el dinero, y todos tan contentos. La justicia triunfa y este pobre contribuyente podrá disfrutar de la libertad necesaria para preparar convenientemente su defensa. Fichando cada quince días, el sistema se da por contento. Porque, claro está, no existe riesgo de fuga ni algo por el estilo. Ni tampoco va a dedicar su tiempo a emparedar con muros legales, y a lo peor no tanto, todo lo que tiene guardado de calderilla. De todas formas, no estaría de más vigilar las salidas en dirección a Laos o a Brasil, no sea que optara por irse de vacaciones de incógnito, como otros camaradas suyos hicieron antaño, con la cabeza rapada y breado de piercings. Si es que los bancos están para eso, para ayudar al menesteroso, para proveer de fondos a los emprendedores que inician proyectos de futuro. Porque futuro tiene el tema. Muy negro y entre ventanas con barrotes, pero futuro al fin y al cabo.
Otro cantar es lo de Luis Bárcenas. ¿Sigue siendo senador? ¿Sigo colaborando en pagarle un sueldo? ¿Es qué no tiene cuartos bastantes como para dejar de sangrarnos de los impuestos? Que el PP le pague el abogado y le mantenga en un despacho, pase, allá con ellos. Las bases tendrían que decir algo al respecto. Pero que el resto de la ciudadanía le sufraguemos todos los meses es como llamar a las puertas del cielo para insultar a San Pedro. Mucha manta debe tener de la que tirar; quizás toda una fábrica textil. Pero es lo que hay. Como diría Pocholo, ¡fiesta, fiesta!
Otro cantar es lo de Luis Bárcenas. ¿Sigue siendo senador? ¿Sigo colaborando en pagarle un sueldo? ¿Es qué no tiene cuartos bastantes como para dejar de sangrarnos de los impuestos? Que el PP le pague el abogado y le mantenga en un despacho, pase, allá con ellos. Las bases tendrían que decir algo al respecto. Pero que el resto de la ciudadanía le sufraguemos todos los meses es como llamar a las puertas del cielo para insultar a San Pedro. Mucha manta debe tener de la que tirar; quizás toda una fábrica textil. Pero es lo que hay. Como diría Pocholo, ¡fiesta, fiesta!
martes, 6 de abril de 2010
Sentimientos revolucionarios
Cuando se habla con tanta familiaridad de las cantidades de dinero extraviadas por estos políticos salteadores y de la alegría con la que se lo pulen, a un españolito acostumbrado a sufrir por un euro le invade un sentimiento revolucionario, un despertar hacia la rebelión que puede llegar a trastornarle. De buenas a primeras, lo que apetece es echarse a la calle y reventar el sistema. Luego, el sentido común traiciona y domina a sus impulsos y le conduce por la senda de la cordura y los principios democráticos. Se convence de que el sistema no es el malo, de que los dañinos son estos maleantes, que abusan de él y de aquellos que con su fe lo defienden día a día.
No vale la pena bautizarles como corruptos, chorizos o ladrones. Les importa un comino, y se parten el pecho de risa; se burlan de todos, pues se creen y se saben intocables. Y les da lo mismo chuparse una temporadita de trena, se lo toman como vacaciones pagadas. Cuando salen, siguen siendo los amos del paraíso, ya que la justicia y unas leyes que hacen agua nunca consiguen recuperar lo que han esquilmado. Vomitan sobre nosotros su soberbia y prepotencia, y nos insultan sin descanso, tomándonos por tontos. Y nosotros, a tragar. Porque no nos queda otra, si queremos salir en la foto.
Son malos tiempos para las ideas. La necesidad es la dueña de la situación y controla los sentimientos. El socialismo simplemente no existe, pues su espíritu revolucionario ha sido devorado por un feroz consumismo y un atroz capitalismo. Además, ya no quedan revolucionarios de verdad, aquellos que llevan la justicia y la libertad en el corazón. Los que hay ahora la portan en la boca y en la cartera, pues viven de las fábulas que inventan sobre ellas. Está la cosa muy fea para esto de pensar.
No vale la pena bautizarles como corruptos, chorizos o ladrones. Les importa un comino, y se parten el pecho de risa; se burlan de todos, pues se creen y se saben intocables. Y les da lo mismo chuparse una temporadita de trena, se lo toman como vacaciones pagadas. Cuando salen, siguen siendo los amos del paraíso, ya que la justicia y unas leyes que hacen agua nunca consiguen recuperar lo que han esquilmado. Vomitan sobre nosotros su soberbia y prepotencia, y nos insultan sin descanso, tomándonos por tontos. Y nosotros, a tragar. Porque no nos queda otra, si queremos salir en la foto.
Son malos tiempos para las ideas. La necesidad es la dueña de la situación y controla los sentimientos. El socialismo simplemente no existe, pues su espíritu revolucionario ha sido devorado por un feroz consumismo y un atroz capitalismo. Además, ya no quedan revolucionarios de verdad, aquellos que llevan la justicia y la libertad en el corazón. Los que hay ahora la portan en la boca y en la cartera, pues viven de las fábulas que inventan sobre ellas. Está la cosa muy fea para esto de pensar.
domingo, 4 de abril de 2010
Menudo calentón
Uno intenta evadirse estos días de estas cosas, escapar del asco que le producen,aprovechando que se junta con amigos y familia para pasar la mona en el campo, playa o donde se tercie. Pero el calentón está dentro, y no hay manera de enfriarlo. Yo lo intento, pero se presenta como un mal sueño en cualquier conversación, en cualquier noticia que se cuela haciendo zapping en las teles y las radios.
Recuerdo el cabreo que me dominó en la última, y no tan última, etapa del PSOE de Felipe González, con los asuntos de Luis Roldán, el BOE, el hermanísimo y otros numeritos festivos de desvíos extraños de capital. Entonces me indigné, me sentí estafado, ultrajado e insultado. Asistía atónito a los tejemanejes de aquellos chorizos de medio pelo, y cada información que me llegaba respecto de los ínclitos, contribuía a hastiarme aún más.
Pero lo de ahora supera todos los límites que la paciencia democrática puede y debe soportar. La soberbia, la prepotencia, la desfachatez, el descaro y la malicia con la que se han movido el tal Jaime Matas y su esposa golpea con violencia todos los principios morales que deben gobernar un comportamiento social medianamente equilibrado. La justicia debe de actuar franca, limpia, sin equivocaciones, sin lagunas legales en las que estos dos y sus secuaces puedan navegar. Se ha convertido en un problema de fe en el sistema; éste tiene la obligación y ha de asumir el compromiso de ser duro, tajante y resolutivo ante lo desproporcionado del atraco. Debe encerrar a estos delincuentes si se demuestra lo ilegal de su comportamiento.
No pretendo juzgarles y condenarles; ése no es mi cometido. Bastante tengo con pelear por sobrevivir. Lo que no quiero es compartir ni un minuto más de mi pobre democracia con gente de esta calaña.
Recuerdo el cabreo que me dominó en la última, y no tan última, etapa del PSOE de Felipe González, con los asuntos de Luis Roldán, el BOE, el hermanísimo y otros numeritos festivos de desvíos extraños de capital. Entonces me indigné, me sentí estafado, ultrajado e insultado. Asistía atónito a los tejemanejes de aquellos chorizos de medio pelo, y cada información que me llegaba respecto de los ínclitos, contribuía a hastiarme aún más.
Pero lo de ahora supera todos los límites que la paciencia democrática puede y debe soportar. La soberbia, la prepotencia, la desfachatez, el descaro y la malicia con la que se han movido el tal Jaime Matas y su esposa golpea con violencia todos los principios morales que deben gobernar un comportamiento social medianamente equilibrado. La justicia debe de actuar franca, limpia, sin equivocaciones, sin lagunas legales en las que estos dos y sus secuaces puedan navegar. Se ha convertido en un problema de fe en el sistema; éste tiene la obligación y ha de asumir el compromiso de ser duro, tajante y resolutivo ante lo desproporcionado del atraco. Debe encerrar a estos delincuentes si se demuestra lo ilegal de su comportamiento.
No pretendo juzgarles y condenarles; ése no es mi cometido. Bastante tengo con pelear por sobrevivir. Lo que no quiero es compartir ni un minuto más de mi pobre democracia con gente de esta calaña.
jueves, 1 de abril de 2010
Con respeto, señor Neira
Todas las opiniones son válidas, y todas las opiniones respetables. La libertad consiste en eso; sentir y expresar sin coacciones ni limitaciones lo que uno desea. Esa libertad alcanza a todos por igual, sólo por el mero hecho de haber nacido. Ahora bien, dentro de una sociedad civilizada, todos los principios tienen un límite que el sentido común debe imponer.
El profesor Neira ha decidido valorar nuestra Carta Magna, nuestro período de transición y nuestro propio conocimiento. Y en algunas de sus estimaciones se ha pasado, en mi modesto entender, tres pueblos y medio. Definir la elaboración de la Constitución casi como un acto delictivo cometido con nocturnidad y alevosía, nos deja a todos los que la aceptamos y respetamos como una banda de incultos borregos. Negar la existencia de una transición más o menos ordenada es como aseverar que después de la noche no viene el día, sino un intervalo de tiempo gris sin luz ni oscuridad, un agujero negro inútil en la historia. Y asegurar que los españoles somos unos analfabetos incapaces de distinguir la mano izquierda del pie derecho, no es más que un desvarío de alguien que, quien sabe si con premeditación, ha perdido los papeles. Desconozco si su objetivo es encabezar algún tipo de movimiento ultraconservador. Da un poco de miedo. Pero sólo un poco.
El señor Neira, sabio entre los sabios, ha aprovechado su desgracia para adquirir protagonismo. Y ha optado por la polémica y el insulto como caminos idóneos para vender libros. Libre es de hacerlo. Pero pierde toda la consideración que se pudiese tener hacia él en el momento en el que utiliza la falta de respeto como argumento. Por muy inteligente que se crea que es, no tiene el más mínimo derecho a ofender, agraviar, denostar ni vejar a nadie. Yo no se lo tolero, y soy libre para decírselo.
El profesor Neira ha decidido valorar nuestra Carta Magna, nuestro período de transición y nuestro propio conocimiento. Y en algunas de sus estimaciones se ha pasado, en mi modesto entender, tres pueblos y medio. Definir la elaboración de la Constitución casi como un acto delictivo cometido con nocturnidad y alevosía, nos deja a todos los que la aceptamos y respetamos como una banda de incultos borregos. Negar la existencia de una transición más o menos ordenada es como aseverar que después de la noche no viene el día, sino un intervalo de tiempo gris sin luz ni oscuridad, un agujero negro inútil en la historia. Y asegurar que los españoles somos unos analfabetos incapaces de distinguir la mano izquierda del pie derecho, no es más que un desvarío de alguien que, quien sabe si con premeditación, ha perdido los papeles. Desconozco si su objetivo es encabezar algún tipo de movimiento ultraconservador. Da un poco de miedo. Pero sólo un poco.
El señor Neira, sabio entre los sabios, ha aprovechado su desgracia para adquirir protagonismo. Y ha optado por la polémica y el insulto como caminos idóneos para vender libros. Libre es de hacerlo. Pero pierde toda la consideración que se pudiese tener hacia él en el momento en el que utiliza la falta de respeto como argumento. Por muy inteligente que se crea que es, no tiene el más mínimo derecho a ofender, agraviar, denostar ni vejar a nadie. Yo no se lo tolero, y soy libre para decírselo.
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