domingo, 6 de febrero de 2011

Salir por donde sea

El vicepresidente primero del Gobierno y ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, dice que no se sale igual de la crisis por la izquierda que por la derecha. Como si importarse algo más de un rábano el camino que sigamos para escapar de ésta, con tal de huir por piernas de la miseria que nos ha caído encima. Creo yo que cualquiera que sepa solucionar los problemas, cualquiera capaz de generar una política positiva orientada a la creación de empleo y punto, cualquiera con ideas, con proyecto, cualquiera que sepa algo más que enseñar los premolares en las fotografías, vale más que la troupe de incansables ineptos que con sus sabio proceder nos han lastrado para que no salgamos a flote.
La realidad dice que entrar en el lío se ha entrado por la labor torpe e irresponsable de una izquierda de chiste, traidora a sus principios y obsesionada únicamente por mantener el poder de la ceja y el talante. Y la realidad también dice que esa izquierda de supercampeones no puede salvarse ni a sí misma. Entonces, estimado Alfredo, dado que usted, su jefe y el resto de la banda ya han demostrado que no sirven ni para taco de escopeta, que son más malos que la carne de pescuezo, pienso yo que, a lo mejor, el sendero de baldosas amarillas al que en un alarde imaginativo define usted como izquierda, no sea más que el camino directo al averno, la condena eterna, la destrucción. Entonces, si me permite su todapoderosa excelencia, el que escribe y suscribe prefiere tirarse por un acantilado antes que seguir las directrices que emanan de su política. Es decir, si por no comulgar con su torpeza me quiere usted llamar facha, fascista, conservador, reaccionario, o lo que le apetezca, hágalo, a palabras de necios oídos sordos. Mire usted, buen hombre, lo que yo pretendo es sobrevivir y para ese menester, ni de usted ni de los que le acompañan se puede extraer algo que no sea caos y miseria. Así que, bautícenme como se les antoje a vuestras socialistas vuecencias, pero piérdanse en el olvido de la razón y déjenme en paz. Inútiles. Torpes e inútiles.

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